Soledad vivía en un pequeño pueblo. Nunca se había casado y no supo si fue porque se dedicó a cuidar a su madre, o por haberle ayudado a cuidar a sus dos hermanas menores, o simplemente por hacerle honor a su nombre.
Su madre enviudó siendo muy joven y se apoyó mucho en Soledad, y con el paso de los años ésta ocupo el papel de padre.
La situación económica era bastante estable, ya que Soledad había heredado de sus padres varios terrenos. Se dedicó a la agricultura aprovechando las tierras que tenían y su capital crecía día a día. Pero no así su personalidad, que era bastante pobre, era gris, y su vida tomó caminos equivocados. Se fue olvidando de ella misma, mientras que a sus hermanas, que eran muy bellas, les regaló viajes por muchos lados del mundo, vistiéndolas con ropa de firma y viajando en carros de último modelo. A cada una le entregó una gran dote el día de su boda.
Al paso de los años Soledad se quedo sola en una gran finca, los peones trabajaban la tierra y un encargado supervisaba todo, por lo tanto Soledad tenía mucho tiempo libre y pocas cosas en que ocuparlo. Sus hermanas habían formado familias y como ya no necesitaban dinero solamente le hablaban para las fiestas.
Ya con una edad madura, se sentía sola y vacía, caminaba por la vida como una sombra, nadie la volteaba a ver, nadie la necesitaba…..
Una mañana se levantó como siempre muy temprano; al asomarse a la ventana se asombró de ver a un peón muy guapo trabajando en su jardín. Se puso su bata y salió hacia él preguntándole cualquier cosa con el pretexto de verlo de cerca.
Platicaron un buen rato, ella lo invito a su casa para tomar juntos un café, y al poco rato estaban acariciándose en la cama, ella por fin perdió su virginidad de una manera inesperada y maravillosa, él se despidió sin promesas pero sí de una manera tierna. Ella cantando se duchó y se puso un vestido floreado que tenía años guardado para alguna ocasión especial. En su camioneta vieja se dirigió hacia el pueblo, no sin antes haber preguntado por su peón, pero le dijeron que había renunciado y viajado a su país natal, Londres.
Soledad en vez de angustiarse, prendió el radio y al son de la música llegó a la plaza del pueblo, se estacionó y con paso firme entró a una agencia de viajes; al poco rato salió de ahí con un boleto de avión cuyo destino final era Londres.
Casi cantando entró a una heladería, ahí se encontraban sentadas las chismosas del pueblo, las cuales no dejaron de sorprenderse al ver una Soledad tan alegre y con un vestido floreado, la invitaron a sentarse con ellas. Lo que hicieron fue burlarse abiertamente, con preguntas irónicas como por ejemplo a que se debía su cambio, sin dejarla contestar, la otra decía, ” será que tus hermanas te obligaron a arreglarte?” “Acaso”, dijo otra interrumpiendo, “te has hecho cirugía plástica?” Soledad con toda la calma del mundo se paró, y en voz firme y alegre dijo: “estoy feliz porque tengo “un novio perdido”.
– “Un novio perdido? A qué te refieres mujer?”
– “A eso, que por fin tengo un aliciente en la vida y nadie me lo puede quitar….”
Te tuve en mis brazos
mientras tus manos
acariciaban mi cuerpo.
Mi vida entera cambio
despertaron mis sentimientos.
Puse un nuevo título a mis versos
y en mi corazón escribí una canción.
Solamente fue un momento
que nunca olvidaré,
dejo huellas profundas y una razón
de poder decir:
Tuve, lo perdí, pero lo viví!…
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