Imaginemos la siguiente escena: Un hombre de familia yace en su lecho de muerte, les dice a sus hijos, “en ese campo que les dejo hay oro…”- quería decir algo más pero falleció. Después del entierro, los hijos se esforzarán mucho en tratar de encontrar el oro. Cavaron a lo largo y a lo ancho, pero sin éxito, ni una pista del oro. Cuando se sentaron a descansar uno de ellos propuso lo siguiente: “Ya que cavamos tanto, aprovechemos para plantar algo, el arado ya está listo, no perdemos nada”. Así hicieron, el campo dejó una gran cosecha, pudieron vender el producto del campo a muy buen precio. Con el correr de los años se enriquecieron mucho todos los hermanos. Finalmente comprendieron a qué oro se refirió el padre, pero como no pudo terminar sus palabras antes de marcharse de este mundo, no pudo explicarse.
Esto es comparable a las luchas diarias que libramos en contra del instinto del mal, el yetser hará. Al abrir los ojos el individuo ya tiene que luchar para pararse y no llegar tarde al rezo. Una vez ahí no debe distraerse, después, en sus quehaceres diarios se enfrenta a muchas pruebas constantemente. Además, tiene otro tipo de dificultades, en el estudio, en el negocio, en la familia, etc.
El individuo puede quejarse, pensar qué difícil es esto, qué difícil es lo otro, etc. Pero debe entender que está mejorando su espíritu. Gracias a su esfuerzo está arando su alma, está mejorándose como persona, los frutos y las ganancias se verán mucho tiempo después. No nos demos por vencidos y no nos permitamos ser obstaculizados, todo es para nuestro crecimiento espiritual.
Shabbat shalom
Ampliado de las palabras de Rabí Shraga Kallus
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