Cierta vez se calculó que, al final de su vida, una persona ha ingerido de 60 a 80 toneladas de comida y bebida, pues el promedio de alimento cada día es de dos a tres kilos. Al año, son mil kilos, aproximadamente; en 70 años de vida, la persona habrá ingerido 70 toneladas de comida y bebida en su vida. Al final de su existencia, la persona pesa 70 kilos.
Si analizamos esto, el peor negocio que puede hacer la persona es invertir en su cuerpo, ya que cada día le cuesta más, invierte más en él, etc., y se devalúa a cada año que pasa.
En el cuerpo, el mejor negocio que se puede hacer es invertir en la parte espiritual, ya que mientras más se invierta el avalúo es mayor.
No vale la pena invertir tanto en algo que no tiene futuro. No es buen negocio invertir en algo que no es eterno y sólo pasajero, a diferencia del alma, que cada día que se invierte en ella cuesta más. Un Tehilim (Salmo) más, un estudio de Torá más, unJésed (ayuda) más, un Tefilín más, una muestra de respeto a los padres, etc., cada una de estas cosas hace que el valor del alma se incremente, literalmente, hasta las nubes.
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