El periodismo y la revolución de las telecomunicaciones

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CNN, una televisión “global”, un líder en muchos sentidos, e incluso en el establecimiento de la agenda internacional de las noticias, está orgullosa en proporcionar a su audiencia las “implicaciones globales de una historia”. Pero ¿sería posible hoy en día contar una historia que fuera aceptada como autoridad informativa por todos?

Sin duda, la revolución en telecomunicaciones ha creado información en abundancia, que llega de diferentes fuentes, narrada de diferentes puntos de vista, simultáneamente, facilitada por el uso de la tecnología más avanzada, y sobre todo que carece de jerarquía. El público global está interesado en participar e influenciar; la información ya puede ser emitida por cualquiera persona con un teléfono móvil, cada individuo puede tener un blog, abrir un grupo en Facebook, añadir datos en Wikipedia etc., creando así “una democracia de internet” (internet democracy).

Los más recientes acontecimientos en Oriente Medio han llamado nuestra atención sobre el lugar que ocupa la media digital en el cambio de modo de acción, no sólo de individuos, sino de la sociedad entera. Cierto es que los medios modernos, es decir la televisión satelital tipo Al-Jazeera, más las redes sociales, tienen un rol clave en el empoderamiento de los ciudadanos frente a las autoridades y en la emergencia de una sociedad civil en parte de los países árabes. De hecho, somos testigos de una nueva etapa en la organización social, que todavía no podemos apreciar. Las redes sociales se transforman en un espacio de debate político y de organización de movimientos “populares”. La red resultó un medio de comunicación para los organizadores de las manifestaciones en Egipto y en otros países árabes, así como lo fue en Irán en 2010.


Muy recientemente lo hemos visto en España, en el caso del Movimiento M-15 que nació como un grupo en Facebook. Hace dos semanas, la red sirvió para organizar parte de los esfuerzos palestinos de cruzar la frontera entre Siria e Israel y entre Líbano e Israel.

Más allá de los efectos sociales y políticos, estamos hablando del impacto central de los medios en la formación del ánimo público. Resulta pertinente destacar que a pesar del hecho de que tras las revueltas en el mundo árabe las sociedades civiles tienen más acceso a la información, el discurso anti-occidental todavía permanece. Este discurso está nutrido del populismo usado por las autoridades actuales así como de la identificación del viejo y opresivo orden político con “los intereses occidentales”, ya que los medios tipo Al-Jazeera no son imparciales ni objetivos.

Frente a la “democracia del internet” y la parcialidad de los medios nuestra pregunta inicial: ¿sería posible contar una historia que fuera aceptada como autoridad informativa por todos? se hace más urgente, especialmente en casos como el complejo y duradero conflicto Israelí-palestino. Es claro que el debate y el diálogo sincero en esta nueva arena pública son indispensables. Por lo tanto, tenemos que desarrollar el concepto de “autoridad informativa”, basada sobre una sólida ética, tanto en los medios digitales como en la prensa global y local.

Mientras tanto, los medios tradicionales tienen que contar en primer lugar con una responsabilidad profesional seria, bien informada y rigurosa. Su tarea debe ser proporcionar la información que permita a los ciudadanos conocer la realidad, evitando las descalificaciones rápidas. De igual modo, su compromiso con una ética pública lo distingue de una información inmediata y simplificadora. En los tiempos de la globalización y de la ampliación de las fuentes y de los recursos de información, se exige una reflexión seria sobre el papel del periodismo en la construcción de una cultura que fomenta la democracia.

* Artículo publicado en la columna “Ideas mediterráneas” en Excelsior el 26 de mayo, 2011.
Rodica Radian-Gordon es Embajadora del Estado de Israel en México.

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