El racismo, ¿la línea divisoria en las elecciones de EEUU?

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Pese a que en las últimas décadas el racismo en EEUU estuvo siempre a flor de piel, en los últimos cuatro años, bajo el mando del republicano Donald Trump, se vio una profundización de las divisiones raciales cada vez más violenta.

Los afroestadounidenses siguieron siendo víctimas de la policía, tanto en detenciones por su color de piel como en muertes bajo arresto, las personas de ascendencia asiática fueron blanco de más agresiones debido a la pandemia de covid-19 que comenzó en China, los latinos escucharon en incontables ocasiones el «vuelvan a su país» y la comunidad judía registró un récord de cuatro décadas en ataques, acoso y vandalismo.

La negativa de Trump de condenar a los supremacistas blancos durante el primer debate electoral con el demócrata Joe Biden lo tuvo a maltraer, al igual que sucedió en el primer año de su presidencia cuando tras una manifestación violenta y la muerte de una mujer atropellada por un nacionalista blanco calificó a integrantes de esos grupos como «muy buena gente».


Según un reporte de la Liga Antidifamación, partidarios de la extrema derecha mataron a 38 personas en 2019, el sexto año más mortífero registrado respecto a la violencia extremista desde 1970, incluyendo un tiroteo en un supermercado de la ciudad fronteriza de El Paso (Texas, sur) en el que el asesino apuntaba a matar a personas de origen mexicano y que dejó 22 víctimas fatales.

«Hay muchos racistas en EEUU que no habían aparecido porque era políticamente incorrecto y que ahora se sienten con licencia de aparecer porque su presidente lo hace», dijo el analista político mexicano Roy Campos, de la consultora Mitofsky, a Sputnik.

«Odio colosal»

Este año, las manifestaciones masivas tras asesinatos de hombres negros bajo custodia policial o en intentos de arresto llegaron a todos los estados del país y rápidamente dejaron de ser pacíficas.

Imágenes de estaciones de policía, tiendas, coches destrozados e incendiados, enfrentamientos con una policía cada vez más militarizada acapararon las redes sociales y los titulares de noticias.

Al igual que condenó a atletas afroestadounidenses por no cantar el himno y apoyar una rodilla en el suelo como una forma de protesta ante la violencia policial, Trump criticó a los manifestantes y al movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) por los disturbios.

Trump reiteró que hizo por la comunidad afroestadounidense casi tanto como el presidente Abraham Lincoln (1861-1865), quien abolió la esclavitud.

Pero según un reporte de la Institución Brookings, un centro de investigación sin fines de lucro con sede en Washington D.C., más del 40 por ciento de pequeños negocios propiedad de afroestadounidenses cerraron durante la pandemia de covid-19 y más del 90 por ciento de quienes pidieron financiación en un plan lanzado por el Gobierno recibieron una respuesta negativa.

El racismo sistémico es un problema pendiente que ni siquiera el primer presidente negro de EEUU, Barack Obama (2009-2017), pudo desterrar.

Según una encuesta del Centro de Investigación Pew de principios de octubre, «más adultos afroestadounideses ahora dicen que el país tiene trabajo que hacer para abordar la desigualdad social».

Pero muchos estadounidenses se muestran escépticos de que este momento resulte en grandes cambios en EEUU, según el centro, incluso si gana las elecciones el exvicepresidente demócrata (2009-2017).

Biden ha prometido millonarios programas de financiamiento para ofrecer más oportunidades a las familias afroestaounidenses de bajo y mediano ingreso y a las pequeñas empresas de propietarios negros, poner fin a la desigualdad y eliminar el sistema de fianzas en la justicia, que impiden que muchas personas queden en libertad por delitos menores.

«La batalla por el alma de este país ha sido constante por más de 240 años, un tira y afloja entre el ideal estadounidense de que todos somos creados iguales y la dura realidad de que el racismo nos ha dividido», dijo en un discurso a mitad de este año.

El exvicepresidente además ha acusado a Trump de incentivar la división racial en el país.

«El país está tan peligrosamente dividido que es difícil imaginar cómo las dos partes pueden siquiera hablar. Ya no hay diálogo. Es como si estuviéramos en 1861, cuando empezó la Guerra de Secesión (entre los estados confederados del sur y los estados del norte), porque el odio entre las dos partes es colosal», dijo el escritor Paul Auster en una reciente entrevista con el diario El País de Madrid. (Sputnik)

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