El rescate de prisioneros, Segunda Parte

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Con posterioridad al canje de prisioneros entre el gobierno de Israel y la organización terrorista libanesa Hizballah, en el cual se recuperaron los cadáveres de los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev a cambio de 5 terroristas (uno de ellos Samir Kuntar, del cual escribimos anteriormente), Israel liberó a un ministro y a un miembro del parlamento de Hamas; se ha dejado pasar a docenas de miembros de El Fatah de la Franja de Gaza hacia los territorios controlados por la Autoridad Palestina; y justamente esta semana Israel liberó a 200 prisioneros, como gesto de buena voluntad hacia Abu Mazen, el Presidente de la Autoridad Palestina, sin obtener nada a cambio.

Poco antes del inicio de la Segunda Guerra de Líbano, otro soldado, Guilad Shalit, fue secuestrado por la organización Hamas en la zona sur cercana a Gaza. Hasta el día de hoy, como en los casos anteriores, la Convención de Ginebra, tan citada en el mundo, no ha intervenido, al igual que la Cruz Roja, que no ha podido o querido obtener alguna información sobre el estado físico del soldado.

Israel es una sociedad sumamente involucrada desde el punto de vista ético, y ha prometido no dejar a sus hijos en manos de crueles enemigos. Existe un pacto con los soldados, por el cual cuando se deja la seguridad del país en sus manos no se los abandonará nunca. Sin embargo, en el caso de Guilad Shalit, los esfuerzos por llegar a un acuerdo con Hamas no han tenido resultado.


El principio del rescate de prisioneros (pidión shvuim) aparece ya en el judaísmo desde la época talmúdica y está ampliamente explicado en los tratados Baba Batra y Julín (cap.7). El Rambam considera que el “pidión Shvuim” es una “mitzvá” aun más importante que la caridad hacia los pobres, pero tanto él como el “Shulján Aruj” (código religioso) mencionan que las condiciones de seguridad tienen prioridad cuando hay que evaluar el precio del rescate.

A lo largo de la dramática historia judía no faltaron casos en que hubo que aplicar el “pidión shvuim”. Durante las Cruzadas, los cautivos judíos eran un buen negocio, pues las comunidades judías se encargaban de reunir el dinero necesario para el rescate por muy alto que fuese el precio. El ejemplo más conocido es el del sabio Rabino Meir de Rothemburg (1215-1293), quien, encarcelado por el rey, se negó a ser rescatado, aduciendo que eso sentaría un precedente de chantaje y se convertiría en ley, y debido a ello pereció en la cárcel. Algunos años después un rico judío recuperó sus restos pagando el rescate. Rabi Meir no lo hubiese aceptado por tratarse de un asunto de principio. En ocasiones anteriores, el Rabino Goren del ejército de defensa se opuso al exorbitante precio del intercambio de prisioneros, arguyendo que la seguridad de algunos cautivos judíos no tenía prioridad sobre la seguridad de todo el público. El precio que Israel tendrá que pagar por Gilad será seguramente exorbitante.

Al aceptar Israel esos desproporcionados intercambios, es natural que sus enemigos consideren el secuestro de civiles o soldados israelíes como una actividad sumamente lucrativa. El hecho de que en Israel no exista la pena de muerte crea un círculo vicioso, puesto que las organizaciones terroristas tratarán de cambiar a sus “combatientes” por secuestrados israelíes (vivos o muertos), y disminuye la capacidad de Israel para liberar vivos a otros cautivos.

En estos intercambios las organizaciones terroristas aparecen como fuertes y exitosas, con lo cual logran apoyo y donaciones adicionales, así como nuevos reclutas. Esto no es novedad. Algunos analistas consideran que la primera intifada fue el resultado del intercambio de Jebril. El regreso de 1.000 terroristas demostró la fuerza y efectividad de la O.L.P y permitió que muchos de los liberados jugaran un papel importante en la intifada, violenta revuelta contra Israel. A esta tendencia negativa se agregó en 2003 el intercambio de más de 400 terroristas y otros criminales a cambio de tres cadáveres y un tratante de drogas. En este caso Hizballah logró elevar su prestigio y popularidad en Líbano, inicio de la situación que impera actualmente.

Pero la consecuencia más peligrosa a largo plazo es el hecho de que muchos de los liberados vuelven a cometer actos terroristas. De acuerdo con la Asociación Almagor de Víctimas de Terror, 854 de los 6.912 palestinos liberados entre 1993 y 1999 para fomentar confianza, fueron posteriormente arrestados por asesinatos y terrorismo. De hecho, el 80% de terroristas liberados se vieron involucrados en actos criminales, ya sea como comandantes, planeadores o asesinos. Desde el año 2000, 180 israelíes han perecido a manos de terroristas liberados de cárceles israelíes, sin incluir a cientos de heridos en los mismos actos.

Acaba de publicarse un cuento que Guilad escribió a la edad de 11 años, profético en cierta medida, que se titula “Cuando el tiburón y el pez se encontraron por primera vez”. En el cuento un pecesito y un tiburón se encuentran en el océano, y juegan juntos. Cuando las madres se enteran lo prohíben; la madre del pecesito le cuenta que el tiburón mató a su padre y a su hermano; mientras que la madre del tiburón le dice que el pez es comida para él. Los dos insisten y convencen a las madres de seguir jugando “en Shalom”.

¿Shalom profético?
Ojalá cuando este artículo se publique
Guilad Shalit haya sido liberado,
después de más dos años de cautiverio.

Acerca de Tzila R. de Chelminsky

Nacida en México y cursando sus estudios hasta la preparatoria en planteles de la red judaica, obtiene en la UNAM el título de Licenciada en Economía.Su actividad social en México y en Israel ha sido intensa, llegando a ser Presidenta de varias organizaciones. En Israel ha sido fundadora y directora del Fondo Rosario Castellanos para llevar a esas tierras la cultura mexicana. Ha sido agregada cultural de la Embajada de México en Israel de 1993 a 1998 y asesora en asuntos culturales hasta el día de hoy. Colaboró en varios periódicos y revistas en México y desde hace 13 años escribe mensualmente desde Israel en "Foro".

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