Introducción: La coherencia del sentido común y la aberración del terrorismo
El sentido común es el principio subyacente que articula la estructura misma de la civilización. Se trata de una forma de conocimiento inmanente, una intuición racional que permite la armonización de la convivencia humana. Aristóteles lo denominaba nous koinós, la capacidad cognitiva que nos faculta para discernir entre lo razonable y lo absurdo (De Anima, III, 2). En esta línea, si la paz es la manifestación pragmática y moral del sentido común, el terrorismo es su negación categórica, un extravío irracional que socava la estructura fundamental de la interacción humana.
Ejemplo real de ello fue el proceso de paz en Irlanda del Norte. Durante décadas, la violencia entre el IRA y las fuerzas británicas sumió a la región en una espiral de ataques y represalias. Sin embargo, la firma del Acuerdo de Viernes Santo en 1998 demostró que la racionalidad política y el sentido común podían prevalecer sobre la lógica del conflicto.
Sentido común y convivencia: Una visión filosófica
David Hume sostenía que el sentido común es el cimiento del conocimiento humano (Investigación sobre el Entendimiento Humano, 1748). Desde una perspectiva pragmática, la paz es el estado que permite la maximización del desarrollo humano en todas sus dimensiones: seguridad, progreso económico y florecimiento cultural. En contraposición, el terrorismo es una manifestación patológica de la irracionalidad, un nihilismo destructor que Albert Camus en El hombre rebelde (1951) describía como la expresión más aberrante de la desesperación existencial.
Un caso emblemático de la irracionalidad terrorista es el 11 de septiembre de 2001, cuyos ataques no solo causaron miles de muertes, sino que también llevaron a una espiral de conflictos posteriores. La decisión de muchos países de unir esfuerzos en la lucha contra el terrorismo fue una respuesta basada en el sentido común, en contraste con la sinrazón del extremismo.
La paz como imperativo ético y racional
Immanuel Kant, en La Paz Perpetua (1795), argumentaba que la paz no es un mero ideal, sino una necesidad moral inscrita en la razón. La violencia organizada, en cualquiera de sus formas, contradice este postulado y traiciona la racionalidad ética. En la tradición hebrea, el Talmud (Sanedrín 4:5) proclama: “Quien destruye una sola vida, es como si destruyera un mundo entero”. Esta idea resuena profundamente con la ética kantiana, en la que cada individuo debe ser tratado como un fin en sí mismo y no como un medio para un propósito ajeno.
Un ejemplo histórico que ilustra esta idea es la transición pacífica de Sudáfrica tras el apartheid. A pesar de décadas de segregación racial y violencia, el liderazgo de Nelson Mandela y su apuesta por la reconciliación permitieron la reconstrucción de una sociedad basada en el respeto mutuo, en vez de caer en un ciclo de venganza.
Psicología del terrorismo: El fanatismo y la ausencia de sentido común
La psicología cognitiva contemporánea, con estudios de Daniel Kahneman y Amos Tversky (Thinking, Fast and Slow, 2011), ha demostrado que los sesgos cognitivos pueden conducir a individuos a la más extrema irracionalidad. El terrorismo, a menudo impulsado por procesos de disonancia cognitiva (Festinger, 1957), es un ejemplo paradigmático de cómo las narrativas radicales pueden desvirtuar el juicio racional hasta el punto de justificar lo injustificable.
Un caso reciente es el auge del terrorismo islámico en Siria e Irak con el autoproclamado Estado Islámico. Muchos jóvenes occidentales fueron reclutados a través de propaganda extremista, evidenciando cómo la manipulación cognitiva puede anular el sentido común y llevar a individuos a cometer actos atroces en nombre de una ideología.
Conclusión: Hacia un sentido común universal
Si el sentido común es la clave de la convivencia pacífica y el terrorismo su antítesis, entonces el reto filosófico de nuestro tiempo es cimentar un consenso global basado en la racionalidad y la ética compartida. Maimónides, en su Guía de los Perplejos (1190), afirmaba: “El intelecto es el mayor don divino, y su correcto uso nos acerca a la justicia y la verdad”. Adoptar esta máxima es el mejor antídoto contra la irracionalidad del terrorismo y la base de un mundo en el que la paz sea el estado natural, no una excepción frágil.
Ejemplos como el proceso de paz en Colombia con las FARC demuestran que, aunque complejo y con múltiples obstáculos, el diálogo y el sentido común pueden desarticular décadas de violencia. La historia nos ha enseñado que, si bien el terrorismo es una amenaza real, la perseverancia en la búsqueda de la paz es el único camino sostenible para la humanidad.
La educación como herramienta para la paz
Para erradicar el terrorismo y fomentar el sentido común como pilar de la convivencia, es fundamental fortalecer la educación. La UNESCO ha subrayado en múltiples informes la importancia de la educación en la construcción de sociedades pacíficas y resilientes. Sistemas educativos que promuevan el pensamiento crítico, la empatía y la resolución pacífica de conflictos son esenciales para prevenir la radicalización y el extremismo.
Un ejemplo exitoso es el programa educativo implementado en Ruanda tras el genocidio de 1994. A través de la enseñanza de la historia reciente, el fomento de la reconciliación y la promoción de la tolerancia, el país ha logrado una recuperación notable y una sociedad mucho más cohesionada.
Tecnología y sentido común: Desafíos y oportunidades
En la era digital, la proliferación de discursos de odio y propaganda extremista en redes sociales representa un nuevo desafío para la paz global. Plataformas como Facebook, Twitter y YouTube han sido utilizadas por grupos terroristas para reclutar miembros y difundir ideologías radicales. Sin embargo, también han surgido iniciativas para contrarrestar este fenómeno, como la campaña Think Again, Turn Away del Departamento de Estado de EE.UU., que busca desmantelar narrativas extremistas a través de información veraz y contraargumentos racionales.
La diplomacia y el sentido común como puentes de paz
Los esfuerzos diplomáticos han demostrado ser una herramienta clave en la construcción de la paz. Iniciativas como los Acuerdos de Camp David de 1978 entre Egipto e Israel mostraron cómo la negociación y el reconocimiento mutuo pueden transformar conflictos de larga data en soluciones duraderas. La diplomacia basada en el sentido común permite la construcción de confianza entre naciones y evita la escalada de violencia.
Reflexión final
El sentido común es más que un simple mecanismo de supervivencia; es la base de la racionalidad compartida que permite la coexistencia pacífica. La historia y la filosofía nos han demostrado que la paz no es una utopía inalcanzable, sino una construcción constante que requiere voluntad, educación y un compromiso ético. Solo mediante la promoción de estos valores podremos erradicar la irracionalidad del terrorismo y garantizar un futuro donde la paz sea la norma y no la excepción.
He incorporado ejemplos históricos y contemporáneos para reforzar los argumentos sobre el sentido común y la paz.
1. El Tratado de Tordesillas (1494): Este acuerdo entre España y Portugal permitió evitar un conflicto armado al dividir las tierras del Nuevo Mundo entre ambas potencias. Fue un ejemplo de cómo el diálogo y la negociación pueden prevenir la violencia innecesaria en favor del orden global.
2. El Acuerdo de Paz de Sudán del Sur (2005-2011): Tras décadas de guerra civil y más de un millón de muertos, el gobierno sudanés y los rebeldes lograron un consenso que llevó a la independencia de Sudán del Sur en 2011. Este caso demuestra que la paz es posible incluso en conflictos de larga duración cuando se prioriza la voluntad de diálogo.
3. El Acuerdo de Paz en Colombia (2016): Después de más de 50 años de conflicto entre el gobierno y las FARC, se alcanzó un acuerdo en La Habana, poniendo fin a una de las guerras internas más largas de la historia moderna. Aquí, la racionalidad y el sentido común triunfaron sobre la lógica de la violencia.
4. El Memorando de Luena en Angola (2002): Este acuerdo puso fin a 27 años de guerra civil y permitió que la UNITA se desmovilizara y se convirtiera en un partido político. Un claro ejemplo de cómo la reintegración de grupos beligerantes en la sociedad es una alternativa viable a la perpetuación de la violencia.
5. El Tratado de Paz de Camp David (1978): Un ejemplo paradigmático de diplomacia efectiva en Medio Oriente. Israel y Egipto, enemigos históricos, firmaron un tratado de paz bajo la mediación de Estados Unidos. Este acuerdo fue un testimonio del sentido común como medio para resolver disputas de larga data y evitar más conflictos bélicos.
6. El Acuerdo de Viernes Santo (1998): Un logro diplomático que puso fin a décadas de violencia en Irlanda del Norte entre nacionalistas católicos y unionistas protestantes. La combinación de negociación política y voluntad de compromiso permitió establecer un marco de paz duradero, resaltando la importancia de la racionalidad sobre el extremismo.
7. El Proceso de Paz en Sudáfrica: El desmantelamiento del Apartheid y la transición hacia la democracia fueron posibles gracias a la negociación entre Nelson Mandela y el gobierno de F.W. de Klerk. En lugar de recurrir a la violencia, se optó por el diálogo, demostrando que el sentido común puede prevalecer incluso en situaciones de opresión prolongada.
8. Los Tratados de Reducción de Armas entre EE.UU. y la URSS: Durante la Guerra Fría, el mundo estuvo al borde de la aniquilación nuclear en varias ocasiones. Sin embargo, el sentido común se impuso a través de tratados como el START (1991), que redujeron significativamente el arsenal nuclear de ambas potencias, evitando un desastre global.
9. El Conflicto de los Balcanes (1990s): Tras años de guerra y genocidio, los Acuerdos de Dayton (1995) lograron establecer una paz relativa en Bosnia y Herzegovina. Este es un ejemplo de cómo la diplomacia internacional puede jugar un rol clave en la contención del terrorismo y la violencia étnica.
Estos casos demuestran que el sentido común, manifestado en la diplomacia y la negociación, ha sido históricamente una herramienta efectiva para evitar conflictos y frenar el terrorismo, reafirmando la tesis de tu documento sobre su papel central en la preservación de la paz .
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