Aunque todos entremos por la misma puerta, no todos entramos al mismo lugar. Permítanme explicar esta aparente contradicción a las más elementales leyes de la física. En alguno de los manuales para la vida judía -de esos que pueden adquirirse en cualquier librería como “The Jewish Home Advisor” o “The Complete Idiot’s guide to Understanding Judaism”- leí que hay una gran diferencia entre ir al Shul, a la Sinagoga o al Templo; todo depende de “quién” va a “qué”.
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