La vida se repite de forma extraña y milagrosa, nada sucede cómo era esperado, mostramos sorpresa y miedo al descubrir que somos mortales. Es una experiencia física y emocional. Una de las metas en nuestra vida es asegurarnos y pensamos que lo hemos logrado al tener los bienes materiales a nuestro alcance; hacemos todo pensando que vamos en camino de una vida segura, una tierra firme que nos sostenga. Cuando esta se mueve surge la inseguridad en la cual nos movemos.
Pensamos que podemos planear nuestra vida y borramos la inseguridad. El temblor que acabamos de pasar nos confronta con la vulnerabilidad de nuestra humanidad. Nada es seguro ni es para siempre. Un pensamiento que escondemos porque nos muestra nuestra fragilidad.
El significado de la inseguridad lo podemos vincular con la palabra aislamiento, soledad, desamparo, tristeza, abandono, vergüenza, depresión. Al sentirnos inseguros, tenemos coraje y enojo que ocultan el terror ante la falta de control. Sentimiento que implica una crisis que nos coloca en ese puente movedizo cuyo vaivén nos enloquece y reproduce los miedos y las inseguridades más primarias del ser humano.
Cuando el adulto tiene este sentimiento, trata de no sentirlo en vez de darse el permiso y poder expresar sus emociones. Es en esta situación cuando el niño pregunta y dice lo que el adulto no se atreve a pensar o sentir. No es fácil escucharlos pero hay que hacerlo. El pequeño tiene una libertad que el adulto no se da. Es importante no reprimirlo sino unirse a sus sentimientos que son universales. Es en la plática con los demás donde surge un poco de consuelo.
Algunos niños han aprendido a ocultar sus sentimientos oscuros ya que sus mayores les dicen: “Los niños buenos sonríen y esconden los pensamientos negros”. Ahora hay que hacer lo contrario, ayudarlos a sacar sus temores.
En esta situación es importante buscar una luz que alumbre y valore lo que si tenemos. Agradecer lo que nos ha sido dado y dar salida a nuestras emociones, tristezas y dolores. Tenemos que voltear hacia el lado más brillante a nuestro alrededor. Si sentimos que no existe hay que frotar el oscuro hasta que brille. Ha llegado el momento de aprender a hacerlo.
El flujo de la energía que existe en un organismo humano, se asemeja de algún modo al flujo de un río que se mueve por lo general armoniosamente, pero que de vez en cuando se precipita por una cascada liberando parte de su energía y puede ocasionar grandes pérdidas y dolores. El azar y la casualidad son ingredientes determinantes en la vida. Todo parece firme hasta que el camino se obstruye.
Los desastres naturales promueven que nuestra fuerza se debilite y hagan aparición todos los miedos escondidos y nuestra indefensión hace presencia. Aparece una desazón creciente, un desasosiego al cual no le podemos poner nombre y nuestro corazón se inunda de miedo y tristeza. Los temores fantasmales llegan a la reunión. En forma paradójica también es en este momento, después de la caída que surgen las ideas o proyectos que nos puedan beneficiar.
No puedo parar el mundo, sí tratar de mantenerme cuerda y lo hago buscando ocupaciones para alejar los pensamientos negativos. . Disfruto la posibilidad de poderme mover, poder caminar y hacerme presente para poder ayudar. A cada momento de miedo, repito con fe “esto también pasará”.
Todos tenemos temores. Volteo la cara y veo los embrollos por donde navegamos. Los problemas caen del cielo, como la lluvia, en vez de soltarlos los guardamos. Es con pensamientos positivos que ayudamos a que estas preocupaciones se desintegren, finalmente muchas solo están en la cabeza.
Por otro lado, no podemos estar todo el tiempo escuchando noticias sobre lo sucedido ya que aumentan nuestro dolor e incertidumbre. Desechar las falsas alarmas y críticas destructivas. No es momento para darse más cuerda.
Platicando con la gente cercana veo que los que tienen algo tiemblan ante la posibilidad de perderlo. Los que no tienen también están preocupados por el momento. La oscuridad ha llegado, hay que dejar pasar esa luz que entra en mi alma me obliga a agradecer lo que tengo, esforzarme por ser más fuerte aunque sólo consiga dar un paso adelante. Buscar más fuerza y serenidad. Lo mejor es fingirlo y al hacerlo puede surgir un cambio.
En el momento en que la tierra tiembla, surge un sentimiento terrible, desagradable; volteamos la cara pidiendo ayuda, y el mundo permanece quieto como si observara las nubes, las casas, el aire, no rostros humanos. ¡Estamos solos con ese dolor! Adultos y niños sienten como el pánico asciende, reptando desde el fondo del corazón. Un misterio que produce miedo. Hay que aprender a alejarlo para seguir con la vida.
Los hay que tienen buena suerte y por supuesto los hay con mala suerte. Los hay fuertes y los hay débiles. Los hay ricos y los hay pobres. Pero no existe nadie que posea una fuerza excepcional. La angustia demuele la firmeza. Todos somos iguales. Y una persona que se da cuenta de esto debe esforzarse por ser más fuerte, aunque sólo consiga ser un poco más fuerte. O sencillamente fingirlo, ¿no te parece? Las personas fuertes no existen, se hacen.
Todo es transitorio, la vida y la experiencia pasan de largo irrevocablemente como pasa el paisaje por la ventanilla del tren. Todo se va convirtiendo en parte del pasado. Es en estos momentos en que puede surgir, y surge una extraña vitalidad.
Nadie pasa por la vida sin recibir las marcas de la cavilación, el pesar, la confusión, el enojo y la rabia. Incluso quienes creen que lo tienen todo, antes o después participan del término medio de desdicha, y a veces incluso más. Sin embargo, a veces pensamos que los otros, tienen que haberse visto siempre libres de sufrimiento y de contradicciones. ¿Cuántas veces escuchamos: qué le puede faltar a fulano con todo lo que tiene? Nos podemos sorprender al entrar en su intimidad.
El tiempo pasó y ella aprendió a esconder ese sentimiento tanto que a veces no se daba cuenta que lo sentía…por otro lado pensaba que sólo ella tenía mariposas en el estómago; en algunas discusiones, las emociones la ahogaban. No se imaginaba que otros también lo vivían de la misma manera.
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