Estamos viviendo tiempos históricos: por primera vez después de dos mil años hay un gobierno de judíos en Israel. Hace más de 50 años, durante la Guerra de los Seis Días, la Ciudad Vieja pasó de manos jordanas a manos israelíes en una batalla milagrosa. Tenemos los recursos: dinero, madera, piedra, oro y plata. Tenemos la capacidad: ingenieros, arquitectos y albañiles.
Entonces, ¿Qué falta para construir el Templo y volver a poder habitar en la Casa de Hashem? ¿Acaso depende del presidente, de los políticos, o de la ONU? ¡Imposible! ¡No!
El Talmud nos dice que el Templo se destruyó por “Sinat Jinam” —odio injustificado— y los Sabios explican que si no se reconstruye en nuestros tiempos, es porque no hemos rectificado ese error; porque seguimos despreciándonos, odiándonos y maltratándonos.
Antes de la creación del Estado de Israel, podríamos haber pensado: “Si tan sólo tuviéramos un gobierno independiente…”, “Si tan sólo tuviéramos soberanía…”, “Si tan sólo tuviéramos un ejército poderoso…”. Pero ahora, más que nunca, está claro para todos que eso no es lo que nos hace falta. Hemos vuelto de regreso a las palabras eternas de los Sabios: “Mientras siga habiendo odio injustificado, no habrá Templo”.
El Templo se construye de adentro hacia afuera, en el corazón. Luego vendrá la edificación.
¿Quieres empezar hoy? ¡Pon tu piedra! ¡Critica menos, no digas groserías, no te burles, o ¡bájale al bullying!