Vivimos épocas “arrogativas”. Utilizo esta palabra porque creo que denota y connota algunas de las características centrales de la cultura actual. Arrogarse puede significar, en este contexto, a aquella posición discursiva donde se dice una cosa o se presenta con una pretendida vocación, tratado de principios públicos o privados, pero que en realidad ello no sucede o se hace otra.
Voy a poner en contraposición dos modelos de país y de sociedad que en principio parecen ser incompatibles y aun hasta antagónicos: tanto en su historia y desenvolvimiento, pero que vistos de cerca tienen desarrollos muy parecidos: Argentina e Israel.
Argentina e Israel, son democracias, en el primer caso, consolidada en el mes de diciembre de 1983, en el segundo, desde su misma creación en el año 1948. Ambos hoy tienen gobiernos producto de una coalición que pregonan como su principal discurso el respeto por las instituciones democráticas, vocación de diálogo y de cambio, aunque a simple vista, esos objetivos no están presentes en ninguno de los partidos de la derecha conservadora que los componen.
En Israel, gobierna una coalición entre un partido tradicional: Likud, con más varias asociaciones religiosas, todas provenientes de las comunidades ortodoxas y ultraortodoxas, que a la fecha posee una clara desviación hacia el fundamentalismo.
En Argentina, el gobierno liberal en lo político, pero ultraconservador en lo económico (académico) tendría poco que ver con la que preside actualmente el gobierno del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, que por su composición son conservadores en ambos aspectos.
Sin embargo, la composición de la coalición que gobierna la Argentina: cambiemos, la integran, entre otros, grupos de minorías religiosas como el “Opus Dei”, judíos del Bloque Unido Ortodoxo, como así también masones, grupos Evangelistas[1].
Uno de los datos es el vínculo activo que el gobierno de la Argentina mantiene con la Mutual Judía Argentina. El Gobierno fue partícipe directo de los votos suministrados por su actual Secretario de Medioambiente del Gobierno (exministro el Rabino Sergio Bergman) al Bloque Unido Ortodoxo para ganar el gobierno y control absoluto de esa mutual y, con ello pasaron a manejar los cementerios y emprender una fuerte segregación contra todas las vertientes que componen la judería argentina y latinoamericana[2]
Se dice que Israel es un país producto de una guerra y, que por el contrario Argentina es una tierra de paz, sin xenofobias y que no participó en ningún conflicto armado de magnitud. Pero eso, también es falso, solo es una cuestión de perspectiva: Argentina es un conjunto de Provincias que conformaban parte del Virreynato del Río de la Plata, un territorio de gran extensión geográfica y con culturas tan diversas que no sería posible encontrar un denominador común, no solamente entre las disgregadas culturas amerindias[3] que se encontraban en él, sino entre los propios españoles que estaban apostados[4]; En Israel, por su parte, es un país emergente de la segregación, persecución y antisemitismo de izquierda y de derecha, que tuvo su principal exponente en la maquinaria genocida nacional socialista y demás sociedades a las que se le impusieron las leyes de Nuremberg.
La necesidad de lavar la culpa de un occidente que miró para otro lado y, aun con complacencia en el holocausto armenio[5] y su consecuencia inmediata y necesaria: el Gitano y el judío llevados adelante en la primera y segunda guerra mundial respectivamente, llevaron a Europa y EEUU a la necesidad de apoyar el viejo anhelo del Sionismo de crear un nuevo estado nacional judío.
Por su parte, en las Provincias del Río de la Plata, su emancipación fue el producto de la reacción de Inglaterra frente al apoyo de la Corona de España a la independencia de sus colonias del Norte de América.
Se dice que Argentina es un país rico, lleno de ventajas y de paz, mientras que Israel, ahora un país productivo, con una economía floreciente posee un eterno entorno beligerante. Este argumento es falso.
Es cierto que Israel se conformó con posterioridad a la segunda guerra mundial, la persecución de judíos en todo el mundo no tuvo solo a los nazis como protagonistas, éstos no solo tenían intereses concretos sobre la tierra que conforma la medialuna fértil (Canaán), también estaban los ingleses que se resistieron a abandonarlo[6] y, por ello, fueron atacados por fuerzas guerrilleras de diferente tipo, pero especialmente la Haganá, que después conformó el ejército israelí (Conf., Historia del Pueblo Judío, Margolis M. y Marx A.-Editorial Israel, Buenos Aires 1945-).
El Sionismo, una vez decidida la locación del “Estado Judío”, utilizó el “Fondo Nacional Judío”, nutrido por los aportes de la judería internacional de la diáspora, para ir comprando todo el territorio palestino.
A partir de 1945, caído por completo el eje nazi[7], la presión internacional frente a la resistencia británica de abandonar su protectorado en palestina y, el hecho ineluctable de su pasividad frente a los campos de concentración, llevaron a la Corona a declarar el reconocimiento de un territorio nacional judío ofreciendo zonas también ocupadas en África Central o en el norte de América del Sud[8], pero los permanentes ataques terroristas y la decisión de la ONU en 1948 los obligaron a retirarse.
En las Provincias Unidas del Rio de la Plata, existieron guerras civiles y ataques extranjeros aun desde antes de su propia creación en 1806, 1807, 1810 (Revolución de Mayo), su independencia parcial en 1816 y, conflictos armados internos y externos: 1852, 1860, en 1864 (un conflicto global en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay), hasta 1880 con la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, la tendencia quedó larvaria hasta 1930 y hasta la paz con Chile en 1985, quedó en una paz relativa.
Veamos, desde la firma del Tratado de Tordesilhas (1493), Portugal y España se dividen el Sur de América. Ello llevó una confrontación permanente, envío de masonería británica desde el mismo imperio del Brasil, producto de una histórica unión entre Londres y Lisboa. Desde la contradictoria Revolución de Mayo en 1810, se suceden todo tipo de cambios de forma de gobierno y hasta un golpe militar llevado adelante en octubre de 1812 por parte de la masonería a cargo de José de San Martín, los cambios de sistema normativo se sucedían en períodos de meses[9]
Recién en 1819 se dicta la primer Constitución escrita[10], que no perdura ya que todo su sistema fue derrotado por el ataque del denominado: Ejército Federal[11]. Caído el sistema legal de 1819, se dicta otra en 1826 que instaura un gobierno a cargo de Bernardino Rivadavia. En ese período se pierde la Banda Oriental (Actual parte de Brasil “Río Grande do Sul” y República del Uruguay) y con ello, parte del manejo de la cuenca del Plata y, por tanto, del comercio exterior.
La disputa entre unitarios y federales coopta por completo la situación de las Provincias. Cada una de ellas: Cuyo, Córdoba del Tucumán, el Alto Perú y la Liga Federal tenían sus propios enfrentamientos y guerras internas eternas: el caso, es Buenos Aires.
La ocupación de las Islas del Atlántico Sur, en ese entonces en manos de los franceses (grupos de masonería que constituían compañías de comercio), por parte de los británicos, imponen una agenda que va desde la confección de mapas por parte de compañías de comercio inglesas y también de naturaleza masónicas y sitios por el manejo de los ríos interiores, imponen un nuevo régimen.
Caídas las dictaduras en manos del caudillismo, en febrero de 1852, Buenos Aires se independiza del resto de las provincias, se crea otra división, la confederación argentina (1853-1860) y el Estado de Buenos Aires, es decir, de un solo territorio pasaron a ser siete partes[12].
La incorporación de Buenos Aires a la Confederación, sin el Alto Perú (actual Bolivia), Paraguay, Uruguay (con Rio Grande), sin un territorio conformado, llevan al nuevo país, creado en 1860 (República Argentina) a nuevos enfrentamientos, ahora relativas a la imposición de una capital del país que debilite a propios y ajenos.
Ahora bien, si analizamos estos datos con la sanción de las denominadas leyes constitucionales en Israel, hay más denominadores comunes que incompatibilidad.
Veamos en ambos casos se impusieron un sistema de estado de bienestar, muy propio de las postrimerías de la segunda guerra mundial en los países aliados: seguro de salud, jubilación por vejez, invalidez, educación integral, pero actualmente, están gobernados por conservadores que pretenden su eliminación.
El Partido Laborista, que manejó el Estado en sus inicios, se convirtió en variantes del sionismo en general y, en particular, de los movimientos judíos reformistas y del movimiento Mazorti (conservadores de la palabra), su principal objetivo era consolidar el país a través de un modelo de estado democrático, enclavado entre vecinos que no toleran un test institucional. Aun, los países occidentales, desde 1948 hasta, cuanto menos, la década del 90, eran, ora parte de la Unión Soviética, ora, dictaduras cuyo único fin era el control de las diversas etnias que los componían: Mahometanos (convertidos en la edad media y en la ocupación Otomana, ortodoxos de diferentes tipo, católicos), ora países en vía de desarrollo en permanente conflicto y cambios (Montenegro -el más novedoso-; Albania, Macedonia, Moldavia, Serbia -Kosovo-, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Chipre, Georgia), todos países mediterráneos o de las zona del Mar Negro y Caspio, sin contar que se encuentra rodeado de los países árabes: Líbano, Jordania, Egipto, Arabia Saudita y su vecino: Palestina.
Prácticamente Israel fue un enclave democrático, parlamentarista, con instituciones consolidadas.
Cuando Argentina tenía 70 años, la antigüedad con la que cuenta Israel en la actualidad, ambos países se encontraban y encuentran con guerras permanentes y con conflictos en permanente espiralización. En este estadio ambos países optaron por un paraíso ultraconservador; precisamente, en 1880 el Estado de Buenos Aires fue derrotado por el ejército argentino y, así se logró quitarle su ciudad cabecera y convertirla en la Capital Federal, con el ansiado manejo de su puerto: llave maestra de la cuenta del Plata[13].
En Israel, en sus 70 años comenzó una profundización por el conflicto por la Ciudad Capital: Jerusalén, que la llevaron a la sanción de leyes con gran controversia, que profundizan las diferencias étnicas internas.
Al igual que la Argentina, a sus 70 años, se comienza otra guerra que se llamó la Campaña del Desierto, llevada adelante por el General Julio Argentino Roca, que, derrotando a ejércitos completos integrados por poblaciones indígenas, conquistando desde el oeste de Buenos Aires y hasta la Isla Grande de Tierra del Fuego.
Después de la consolidación del territorio y bajo una etapa en que fue gobernada por un grupo de terratenientes ultraconservadores tanto en lo político, como en lo económico, donde aplicaban una constitución formal que les garantizó el poder durante 36 años consecutivos (1870/1916), cambiando levemente por un gobierno más liberal en lo político, más muy conservador en lo económico, que a su vez perduró hasta 1930, fecha en que colapsó definitivamente a través de golpes de estado consecutivos.
Las leyes constitucionales de la Argentina profundizaron un modelo de país único, único idioma, única religión, único modelo económico.
En Israel, el bloque religioso impone un gobierno ultraconservador en lo político, ajeno al proceso de paz -que ya no forma más parte de la cultura de la sociedad, – e impusieron cambios constitucionales para perdurar en el poder.
Justo a los 70 años de vida institucional, ambos países consolidan su guerra externa y la convierten en interna. Israel, si bien es superior en lo militar a sus vecinos, logra imponerse más por su situación económica, haciendo que dependan en lo tecnológico, calidad de vida, empleos y sustancialmente por su infraestructura y servicios básicos. La provisión de agua potable, energía para consumo familiar, transporte, alimentos y productos de la vida diaria depende sustancialmente de Israel y, por ello implica una presión de inmigración permanente.
Argentina, a su turno y, sustancialmente fue una atracción magnética para todo el ex territorio del Virreinato del Río de la Plata, se suplantó la inmigración europea por el intercambio de personas receptivo desde Bolivia, Paraguay, Uruguay, Rio Grande del Sur, extendiéndose Perú, Chile y más actualmente Venezuela y Ecuador.
Argentina e Israel, son proveedores de salud social, educación accesible y democrática y, sin una gran xenofobia como sucede en la ex Europa occidental. Pero las inmigraciones adaptadas rápidamente al país receptor se vuelven un peligro en la forma de toma de decisiones, toda vez que la precariedad institucional es de tal magnitud que temen por una novación de las condiciones originales. En el caso de aquel: libertad de mercado y sistema agroexportador-extractivo, en éste: “el hogar nacional judío”.
Ello conlleva una adopción psicótica de constituciones a través de las cuales se pretende garantizar estos únicos modelos nacionales, que a su vez están en constante crisis.
En Argentina las clases dominantes fueron novando, en Israel, los bloques de ultraderecha y ortodoxos saben que, si no imponen su propio estilo de judaísmo, la mixturación (condición humana permanente) traerá variabilidad[14].
Las leyes constitucionales recientemente adoptadas por la “Knéset”[15], padecen de una obviedad y polisemia notables. Ambas decisiones hasta pueden parecer razonables, pero posiblemente encierren otros objetivos. Por un lado, la adopción de un idioma común (hebreo) puede implicar la necesidad de igualar legalmente el país, pero en la actualidad donde un presidente se destaca por poder hablar aquel del país donde se dirige o el impuesto internacionalmente “inglés”, hablar de un idioma nacional puede sonar a obsoleto, salvo que la decisión obedezca a otra razón.
Está claro que la adopción del hebreo puede conllevar a varias interpretaciones. Este idioma fue el resultado de una elección que tuvo la intención de evitar una división entre quienes hablaban ladino o idish (judío-Eslavo, evolucionado del grupo Rus), por ello se optó por una versión moderna de aquel, evitando el uso del litúrgico resistido por los bloques religiosos. Por otro lado, su opción puede ser tomada como un avance, más por el otro lado, es un mensaje indirecto hacia las minorías étnicas que utilizan el árabe como tal.
La idea de un hogar nacional judío, propia de los sionistas provenientes del Russ, es decir, las actuales zonas del mar báltico, actual Rusia, Polonia y zonas eslavas, como fuerza universalizadora e igualitaria, choca con la actual visión segregacionistas de los bloques religiosos unidos.
El bloque religioso se adueñó de los lugares sagrados en Jerusalén, la decisión de declarar una nueva capital para el Estado en lugar de la histórica Tel Avid fue adoptada por el premier Menájem Beguín (ultraderecha) en julio de 1980.
La opción de una capital, como un factor decisivo de la construcción de la nueva nacionalidad, fue igual en Argentina, Buenos Aires: capital del Estado de Buenos Aires, sede de la Aduana y puerto más importante del Plata, fue así declarada recién en 1880, 44 años después de su independencia, Israel a su vez lo hizo a sus 42 años (1948/1980), ambas son productos de batallas (1880 y 1967) y revelan la debilidad del “otro bando” (un estado árabe dentro de Canaán y un estado rico en un territorio pobre y corruptible).
Las dos leyes constitucionales adoptadas en Israel tienen como objetivo, por parte de los grupos ultraortodoxos y ortodoxos el de obtener el control de la ju deidad, la llave maestra en contra de los conservadores (Mazortis) y reformistas: ser los únicos que puedan aprobar las conversiones en Israel, decidir el destino de todas las sinagogas del mundo y terminar con los seminarios rabínicos no reconocidos por ellos.
El principal objetivo de tener la Capital Federal en la Ciudad de Buenos Aires era el control del principal estado del país, sacarle todo el poder de su aduana, en Israel, las leyes constitucionales y la capital en Jerusalén, son una escalada de quienes otrora no aceptaban al Estado de Israel[16] para convertirse en un nacionalismo territorial que involucra un proyecto de construir un gran gueto, de puertas cerradas, tanto para vecinos en general y, otros judíos impuros en particular.
Efectivamente, las leyes constitucionales en ambos países fueron producto de una legislación en defecto, es decir, sobre la base de la negación y no del control social.
Las normas tienden a regular conductas con el fin de permitir, facultar o prohibirlas.
En el caso de una Ley Constitucional, su única función es la de otorgar permisos y facultamientos, es decir, determina cómo, quien, y dónde está autorizado para crear y aplicar todas las normas del sistema, es decir, adjudica permisos para que los funcionarios multipliquen el conjunto de normas jurídicas, que en ningún momento son pautas de comportamiento sociales, sino de control.
Estas leyes que tienen por fin establecer un idioma y una capital, evidencian otro mensaje: son una necesidad de unificación.
En Argentina, fue eliminar las dictaduras locales, convertir a occidente a aquellos pueblos que habitaban partes de su territorio, aplicando planes de vida públicos uniformes, en Israel tendrían los mismos objetivos, pero en realidad en éste caso: es destruir el estado democrático y laico, para convertirlo en otro teocrático, dictatorial, con una especie de profeta o gran rabino que sea una especie de figura patriarcal, con un consejo de sabios y, excluir a los seminarios que no sigan este criterio, como ser el Mazorti (Judío Conservador), Reformistas (asimilacionistas) o, cualquier otro que pudiere existir en el futuro.
Creo como válido el presupuesto teórico que describe que, de un hecho actual, no se puede predecir con certeza que algo pueda llegar a suceder[17], por tanto, no se puede hacer una predicción o establecer ningún tipo de conocimiento universal válido para todo tiempo y lugar, eso es más para los oráculos que para la historia y sus historiadores.
El único objetivo, de los grupos fundamentalistas que ahora gobiernan Israel y, que conforman una base muy importante del Gobierno de la Argentina[18], es en realidad segregar a las bases judías, en especial, la de EEUU, que mixturadas deben ser declarada como no judías.
Ambos países provienen de inestables situaciones: económicas, políticas y sociales, su identidad se estaría conformando ya más sobre la base de una segregación, que de una integración. Su pensamiento único conlleva a la idea que existe una hermenéutica que les garantice perdurabilidad a sus inestables instituciones, una especie de discurso argumentativo basado en sus pautas constitucionales.
En ambos casos, esos discursos son tan variables, ambivalentes y polisémicos que requieren adoptar estipulaciones determinadas.
La pregunta es: ¿puede sobrevivir un país bajo estas perspectivas?
Como dije, ambos países tienen más en común de lo que se cree. Ambos viven su identidad como un juego de suma cero, a todo o nada, los unos o los otros. Muestras de sistemas estatales que desaparecieron hay muchas, mismo en Europa y que creo que están insinuadas en el presente ensayo, quizás sea posible tender una posible interpretación que su destino será el mismo: desaparecer.
Pero como de lo que sucede no se sigue que pueda ser o pasar, lo cierto es que aun en estos casos, pueden perdurar, en ambos casos, desapareciendo a la otra opción, en argentina: una sola posibilidad de argumentar, en Israel, un solo judaísmo[19].
[1]Titulo tomado de la Película de Roger Vadim: Le vice et la vertu-1963
[2]Profesor titular de Introducción al Derecho de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, Profesor Adjunto de Filosofía del Derecho de la Universidad del Buenos Aires, Doctorando en Derecho (UBA), Doctorando en Derecho del Trabajo en la UNTREF y Maestrando en Epistemología e Historia de la Ciencia en la UNTREF
[3] Conf. Gobierno de Junín encabezado por un miembro de una familia de Evangelistas activos.
[4] Confrontar La Voz y la Opinión: “Elecciones en la AMIA, Los ortodoxos al poder”, Daniel Schilman (https://www.delacole.com/cgi-perl/medios/vernota.cgi?medio=lavoz&numero=Mayo-Junio2008¬a=Mayo-Junio2008-2), En tanto, la lista 1 “AMIA es de Todos”, respaldada por el diputado del PRO Sergio Bergman, fue tercera con 2.171 votos. Los candidatos de la agrupación era Sergio Brukman, presidente de la Fundación Judaica, y el periodista Pepe Eliaschev. (domingo 7 de abril de 2013 La lista de Borger ganó las elecciones en la AMIA. Ámbito Financiero)
[5] Si bien no existió en todo el territorio del Río de la Plata (Virreinato) una civilización como la Inca, Maya o Azteca, la influencia de la primera en las escasas regiones habitadas fue decisiva. En el Norte, se encuentran los quechuas, aimaras, Calchaquíes, Diaguitas, Comechingones, en la zona nor-este, en la zona de la Mesopotamia los Guaraníes, en la selva Chaco formoseña, Centro Norte, los Wichís y los Quom, en la zona patagónica (incluyendo la zona pampeana): los Ranqueles, Tehuelches, Araucanos denominaciones más generales, que incluyen a los denominados Pampas, Yaganes, Mannekenk, Alacalufes. Con relación a los mapuches se instalaron del lado argentino desplazando otras tribus locales.
[6] Argentina es un país de inmigración, había españoles, ingleses portugueses, judíos Sefarad y africanos (presentes ya desde la conquista en 1592, mahometanos provenientes del medio oriente, en especial sirios y libaneses, italianos (principal inmigración que termina siendo la primera minoría étnica, judíos del norte de Europa (polacos, rumanos, húngaros, rusos, lituanos, italianos, franceses, españoles, portugueses, marroquíes, griegos, alemanes) y Españoles Republicanos (segunda inmigración).
[7] Primera Guerra Mundial
[8] Los ingleses convirtieron el medio oriente en un protectorado desde la caída el Imperio Otomano en la 1° Guerra Mundial
[9] Alemania, Italia, Japón
[10] Conf. BBC Mundo, 5 noviembre 2017: “Los otros lugares contemplados para un Estado judío antes de la creación de Israel en territorio palestino
[11] Encontramos dos invasiones (invitaciones) por parte de los Ingleses, fueron guerra, decepción, ocupación, intento de imponer un territorio de ultramar dependiente de la Corona Inglesa, la ejecución de un Virrey impuesto por los porteños, levantamientos internos permanente, guerra con las tribus, hasta que surge un gobierno interino auto-impuesto el 25 de mayo de 1810, este dura solo hasta diciembre, el siguiente cae en septiembre de 1811, hasta que fue destituido por un golpe militar de ideología masónica en octubre de 1812, que fue parcialmente solapado por una asamblea constituyente llamada a dictar la independencia y una constitución clásica en el año 1813. Este proyecto fracasó y sumado a ello la pérdida militar en el Norte en la Provincia del Paraguay conllevan a una nueva caída del gobierno. En 1816, más por imposición que por decisión propia, las Provincias que conformaban parte del Virreinato, ya sin Paraguay y Buenos Aires, dictan una Independencia parcial.
[12] La tendencia Franco-Europeísta de dictar constituciones escritas es una constante en la América post Hispana. Normativamente nunca entendí su necesidad, pero es un dato histórico esa tendencia.
[13] Compuesto por la gran diferencia interna no resuelta entre caudillos federales, verdaderos dictadores locales ultra unitarios que deseaban, algunos separarse de las Provincias y otras tener ingresos de la Aduana de Buenos Aires.
[14] Alto Perú (Bolivia), Paraguay, Rio Grande (Brasil), Uruguay, Buenos Aires, Malvinas-Falkland
[15] En 1880 el país tenía justo 70 años de existencia.
[16] Digo, con toda claridad, los bloques ortodoxos (venidos de la ex Unión Soviética) imponen su propia definición de judaísmo.
[17] Parlamento Israelí
[18] Los grupos ortodoxos y ultraortodoxos no aceptaron nunca el Estado Nacional Judío, ya que rechazan la idea de que exista algún tipo de control antes de las leyes de la Torah. Por ello, ahora pretenden el control de su legislatura para convertirlo en un Estado Teocrático.
[19] Hume, David, Tratado sobre la naturaleza humana: Que algo sea, no significa que deba suceder
[20] El vínculo del gobierno argentino con los grupos que actualmente manejan la Amia es notable, no sólo la mención al Secretario de Estado, existen en todos sus niveles, judicial y legislativo.
[21] Un claro ejemplo es la historia contada en la película: “Sunshine, el amanecer de un siglo” István Szabó, guión en coautoría con Israel Horowitz
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