La historia de la diáspora del pueblo judío ha ocasionado que, a diferencia de la mayor parte de los lenguajes —que son hablados por los residentes de un área específica o por miembros de una nacionalidad particular—, el Yiddish sea la lengua de millones de judíos de diversas nacionalidades en todo el mundo.
El Yiddish era la lengua principal —y en ocasiones, la única— que hablaban los judíos ashkenazitas de Europa Occidental —a diferencia de los judíos sefaraditas, quienes hablaban el Judeo-Espanyol—.
A pesar de que después de la II Guerra Mundial pareció que esta lengua llegaría a su final —por la muerte de un gran número de judíos durante el Holocausto—, la cultura y el lenguaje siguieron vigentes en grupos dispersos por todo el mundo, entre ellos México, que lo conservaron como lenguaje. Es por ello que esta lengua es reconocida y estudiada en grupos académicos no judíos.
El Yiddish, como toda lengua, no sólo es un código, sino que representa toda una cultura, en la que maldecir es cosa de todos los días. Porque maldecir no consiste sólo en lanzar un buen improperio, sino en que la palabra dicha y la palabra escrita causen el impacto debido.
Aprenda a maldecir en Yiddish, y para muestra, un botón:
- Es zoln im vaksn tsibeles in pupik.
Que le crezcan cebollitas en el ombligo. - Vifl ior er iz gueganguen oif di fis zol er guein oif di hent, un di iberike zol er zij sharn oifn hintn.
Que tantos años como anduvo sobre los pies, ande con las manos, y que el resto de su vida se arrastre sobre el trasero.
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