Siempre me gustó ir al circo, la carpa, los animales, los payasos, los trapecistas, y los colores girantes. Sin embargo, el circo, tal como es originalmente, es un espectáculo organizado, que en antiguos tiempos, según leyendas Jasidicas, servía para entretener al rey o a los hombres de poder. Posteriormente el circo cruzó la línea de lo aceptable, así en el circo romano donde los esclavos luchaban con los leones para satisfacer al César. El orden, el espectáculo organizado y el caos, la lucha entre la vida y la muerte, se encontraron.
El hombre, las sociedades, sentimos la necesidad de comunicación, de conexión. El circo contemporáneo, más allá del circo de carpa que viene a la ciudad una vez al año, sería el arte de la calle, el arte que sale a la calle ya sea invisiblemente como en los grafitis donde el artista no está presente, o ya sea mediante el espectáculo callejero.
Bueno, las elecciones son una combinación de todos estos.
Me despierto antes de la madrugada y arrebato a mi estómago con un café expreso, que llegó a su temperatura, a la ebullición, y busco desesperadamente en los portales de internet Israelíes como Ynet y Walla, indicios de contenidos congruentes en las campañas de los candidatos Israelíes a las nuevas elecciones que se celebraran en Enero. No encuentro nada, más lo que en hebreo han llamado, mediante una palabra distorsionada: “kisologia”, de la palabra “kise” (silla), sería algo así como “sillologia” y en el título de este artículo he llamado “sillitis”, es decir, cuando el hombre se pega a la silla y no se puede levantar.
Lo que estamos viendo en la televisión Israelí o leyendo en Internet es sillitis, es la incapacidad de los políticos de separarse de la silla, es decir, de su silla en el parlamento. No logramos encontrar artículos sobre el contenido de las elecciones, ni algún reflejo efímero de la voluntad del pueblo, cuyo reclamo podríamos llamar mediante un código: “cottage”, y que lentamente ha desaparecido como huellas sin dimensiones.
“Cottage” es el queso, pero también es una casa con un patio y un jardín. Es decir, el código que en un sentido simbolico se refiere al reclamo popular de justicia social.
Así que haré un resumen sobre las posturas y agendas aparentes de los candidatos de los partidos seculares de centro:
“Likud” -Biberman (Netanyahu y Liberman- quienes corren en la misma lista)- están a favor de una Israel expansionista, que no renuncia a territorio alguno, que lucha contra el terrorismo, que provee seguridad, y que solamente está dispuesto a volver a la mesa de las negociaciones si el mundo musulmán reconoce a Israel como el estado judío. Económicamente se identifica con el capitalismo de tycoons.
“Partido Laborista” (Mifleguet Avoda) –Sheli Yechimovich- está a favor de dos estados para dos pueblos y a favor de volver a la mesa de las negociaciones inmediatamente y hacer progresar al proceso de paz. Económicamente se identifica con la Justicia Social y con los grandes sindicatos.
“Hay Futuro” (Yesh Atid)- Yair Lapid- está a favor de activar el proceso de paz. Económicamente está a favor de la clase media, y representa sus intereses.
“Adelante” (Kadima)- Shaul Mofaz- está a favor de volver a la mesa de las negociaciones, pero a partir de que es cabeza de Kadima, ha optado por la bandera de repartir el peso social igualitario, y hacer que los ortodoxos sean reclutados en el ejército compartiendo el peso social y económico del país. Económicamente se identifica con una economía liberal.
“Movimiento” (Tnua) –Tzipi Livni- está a favor del proceso de paz, y de fortalecer a las partes moderadas de la política palestina. Económicamente su agenda no ha sido aclarada hasta el momento, aunque es de suponerse que se trata de una economía progresista.
Fuera de estos delineamientos sus agendas son muy vagas, y no hay una lectura más profunda de ellas.
Lo que a cambio hay, es un circo en el que las esferas políticas celebran la fiesta de la democracia, la sillitis, mientras que el pueblo ve desahuciado este proceso, ya reconocido históricamente como inútil.
Los políticos en la televisión hablan de sí mismos, de porque debieran ser elegidos, y no hablan de la causa del pueblo.
Como alguien escribió en Facebook: “No me importa una derecha extremista, no me importa una izquierda extremista, y por sobre todo, no veo un cambio extremo el cual todos estuvimos esperando”.
Yo no votaría a favor de alguien… sino en contra de la retórica parlamentaria, en contra del presupuesto inflado de la seguridad que borra otras necesidades sociales y culturales, en contra de las tranzas políticas y los recortes de deudas de los tycoons todopoderosos, en contra del abuso policiaco y el uso excesivo de la fuerza, en contra del terrorismo psicológico que ejercen los juzgados en contra de los ciudadanos, en contra de que los juzgados se involucren en las vidas privadas de las familias (en los conflictos familiares), en contra de que el presupuesto global no sea repartido equitativamente y porcentualmente, en contra de que se hable y no se haga (por ejemplo, en la última cadencia se habló de hacer un sistema presidencial, pero no se legislo), en contra de ignorar a los débiles y desprotegidos de la sociedad, en contra de que los jóvenes no tengan futuro (es imposible que compren una vivienda), en contra de seguir llamando a esta farsa “democracia”.
Las elecciones se acercan, y el hombre no es llamado más hombre, sino elector, y está llamado a elegir a los elegidos, aquellos que sufren de sillitis, y están llamados a repetir cadencias y ganar sueldos parlamentarios.
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