“Ella luchó por sobrevivir, yo lucho por defender”: El legado vivo de una nieta de la Shoá en las filas del ejército israelí

Historia contada en entrevista exclusiva para Diario Judio desde Israel Por:
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En Yom HaShoá, el Día de Recordación del Holocausto y la Resistencia, las sirenas suenan en Israel y el país se detiene por un minuto. Pero para algunos, como la soldado israelí con la que hablamos, la memoria no se pausa: vive cada día, cada hora, cada paso que da con su uniforme. Su abuela Marta sobrevivió a la oscuridad de Auschwitz. Hoy, su nieta defiende al Estado judío con la misma convicción con la que su abuela resistió al nazismo.

“Mi abuela no solo sobrevivió, resistió. Y me enseñó que nunca más es ahora, no solo un lema.”

Con esas palabras, comienza esta entrevista que nos lleva desde los guetos y campos de concentración hasta las bases militares de Israel, donde una nueva generación continúa la lucha, no desde el miedo, sino desde la dignidad y la fuerza.


Una abuela llamada Marta: raíz de una identidad

“Mi abuela Marta era una mujer fuerte, incluso en su silencio”, nos cuenta. “Era bajita, de ojos muy dulces… pero cuando hablaba del pasado, su voz se transformaba. Había en ella un fuego que no se había apagado”.

Marta tenía apenas 14 años cuando los nazis ocuparon su ciudad. Vivió el traslado forzado, la separación de su familia, el hambre, el trabajo esclavo, y finalmente, la deportación a Auschwitz. Sobrevivió de milagro. Pero no fue solo víctima. “Descubrí que participó en pequeños actos de resistencia. Compartía pan, escondía mensajes, ayudaba a otras mujeres a mantener la esperanza. Eso me marcó para siempre. Su forma de resistir era silenciosa, pero poderosa”.

La primera vez que escuchó su historia

“Yo tenía diez años cuando me senté a su lado y le pregunté si había estado en la guerra. Ella me miró fijo y me dijo: ‘Estuve en el infierno’. A partir de ahí, supe que mi historia comenzaba mucho antes de mi nacimiento”.

Esa primera conversación le dejó un nudo en el estómago. “No podía entender cómo alguien que amaba tanto la vida había pasado por tanto horror. Me sentí triste, pero también orgullosa. Era como si una parte de su valentía pasara a mí en ese momento”.

Ser soldado en Israel: herencia, deber y promesa

Hoy, esta joven viste con honor el uniforme del Tzáhal, el ejército de Israel. Cuando le preguntamos qué siente al ser nieta de sobrevivientes y tener esa responsabilidad, no duda:

“Es un privilegio y una promesa. Ellos sobrevivieron para que yo pudiera vivir en libertad. Y yo defiendo esa libertad. No puedo dejar que el sacrificio de mi abuela sea en vano.”

Y continúa: “Ser mujer en el ejército, liderar, tomar decisiones, es también un acto de continuidad. Ella fue fuerte en su época, yo debo ser fuerte en la mía”.

La responsabilidad de liderar

Actualmente, está a cargo de reservistas que deben dejar todo —familia, trabajo, rutina— cuando el país los necesita. “Cuando los veo llegar con determinación, siento que la historia se repite, pero desde otro lugar. Mis soldados son padres, madres, profesionales… y responden al llamado sin dudar. Eso me recuerda el valor de mi abuela y su generación.”

“Hay momentos difíciles, claro. Pero entonces pienso: si ella pudo resistir sin armas, sin país, sin esperanza… ¿cómo no voy a poder yo, que tengo todo eso?”.

El legado como brújula

No pasa un solo día sin que piense en su abuela. Especialmente en días como Yom HaShoá, cuando la memoria se convierte en un deber nacional. “La llevo conmigo. Cuando tengo miedo, la recuerdo. Cuando tengo dudas, pienso: ¿qué haría ella?”.

Para esta soldado, el Holocausto no es solo un capítulo oscuro en los libros de historia. Es parte de su ADN, de su identidad como mujer, como judía, como israelí. “No se trata de venganza. Se trata de dignidad. De mostrar que no nos quebraron. Que no nos borraron. Que seguimos aquí”.

Si Marta pudiera verla ahora…

Le pedimos que imagine una escena: su abuela la observa, de pie, con su uniforme, liderando, protegiendo. ¿Qué le diría?

Ella se toma un momento, y responde con la voz entrecortada:

“Creo que me diría: ‘Estoy orgullosa de ti. Sobreviví para que tú vivieras. Y tú estás cumpliendo con lo que juramos: que nunca más haya un pueblo judío sin defensa.’”

Epílogo: del horror al honor

Esta historia, contada con honestidad y emoción, es un testimonio del poder de la memoria y de la transformación. Marta luchó por sobrevivir. Su nieta lucha por proteger. Y juntas, aunque separadas por décadas, forman parte de la misma historia: una historia que no se trata solo de recordar, sino de vivir con propósito.

Este Yom HaShoá, no solo encendamos una vela por quienes perecieron, sino también por quienes resistieron a los enemigos y por los que viven llevando ese legado con valentía.

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