Secretamente, a Netanyahu le habría gustado ver a Romney en la Casa Blanca. La gente, al igual que los países, tiene tendencia a conectarse con los que les sonríen. A Netanyahu le habría gustado ayudar a que Romney fuera elegido y deshacerse de la amargura de Obama y de tensas relaciones. Pero el primer ministro israelí nunca hizo públicos sus deseos.
A pesar de lo que sus opositores afirman, Netanyahu no apostó por Romney. El PM no es del tipo jugador (aunque Sheldon Adelson, uno de sus principales donantes, es un magnate de los juegos de azar). No se puede acusar a Netanyahu de ser vacilante e incapaz de tomar decisiones y, al mismo tiempo, alegar que es un jugador salvaje que toma riesgos.
Netanyahu no creó la tensión con Obama. No debemos confundir a la víctima con el violador. Fue Obama quien eligió a El Cairo por sobre Jerusalén; fue Obama quien fue fotografiado con sus piernas sobre la mesa mientras hablaba con Netanyahu por teléfono, y fue Obama quien obligó a Netanyahu a congelar la construcción en los asentamientos.
El primer mandato de Obama como presidente fue problemático no sólo para Netanyahu, fue problemático para todo el Estado de Israel. El apoyo oficial continúa, pero el cariño se ha desvanecido. A pesar de sus relaciones con Netanyahu, Obama vio a Israel como una carga en Medio Oriente en lugar de un activo estratégico.
El miércoles Netanyahu será acusado de jugar con nuestro futuro. Si Romney hubiera ganado la gente habría hablado acerca de la suerte de Netanyahu, pero como ganó Obama, Netanyahu será acusado de poner en peligro las relaciones estratégicas de Israel con EE.UU. Las consignas están listas, como también las banderas.
Tal vez un primer ministro diferente habría sido capaz de mantener una mejor relación entre Jerusalén y Washington, pero el único jugador aquí fue Obama, el presidente que puso a Israel en la mesa de ruleta hace cuatro años y soñó con ganar el premio mayor. Los resultados, por cierto, no son tan grandes.
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4302128,00.html
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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