En cada rollo de la Ley

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-En cada uno de los rollos de la Ley-dijo una vez el Rabí Nahum de Odesa a sus discípulos-hay guardadas cientos de olas del Espíritu. Olas que, si nos sumergimos en ellas, deshacen su espuma de luz a la altura de nuestros lóbulos frontales refrescando nuestro ánimo y salando la insipidez de nuestras vidas.

Los alumnos lo miraron con atención, sin parpadear. El maestro se había quedado ciego en un incendio, tras caerle una viga en llamas sobre la cabeza. Mantenía los ojos azules bien abiertos, pero su mirada parecía posada en el más allá, flotando sobre la curva de los mares. No veía nada pero percibía todo; no distinguía los colores ni las formas, pero adivinaba si en el corazón de quien le interrogaba había amor, desidia o interés.

-La ola es al mar lo que el hombre es a Dios: la manera que el agua profunda tiene de renovar su oxígeno al contacto con el aire de las costas; el modo en el que el Creador ve realizados sus proyectos sobre el horizonte terrestre-prosiguió el rabí, moviendo levemente de derecha a izquierda su bastón de madera de roble.-La ola se alza, busca una transparencia que no siempre alcanza y por fin se desploma exangüe sobre el mar, agua en el agua disuelta. Así también el hombre se levanta, aspira a moverse en zonas cada vez más claras hasta que, curvado sobre sus años, devuelve su imagen al Creador del que es semejanza.


El silencio de la casa de estudios, a esa hora de la tarde, se vio perforado por una sirena de barco procedente del puerto.
-Hermoso paralelo-dijo uno de los estudiantes.
-Triste, si cabe-dijo otro.
-Irrevocable-exclamó un tercero.
-La Torá-sonrió por fin Nahum de Odesa-, es la mejor tabla para el peor de los naufragios. Tanto, que encierra entre sus rollos todas esas olas que, fuera, amenazaban nuestra existencia y salpicaban de miedo nuestro destino. La Torá, si creéis en sus corrientes y navegáis sus pasajes, os llevará de las islas desiertas a los continentes y de éstos a su contenido. Cada día y siempre.

Nota
La voz hebrea meguiláh o rollo de la Ley ( hlgm )guarda entre sus sílabas una gal (lg ) o única ola capaz de elevarnos sobre el horizonte de la comprensión; pero como las lecturas bíblicas posibles son múltiples y polisémicas se puede hablar, en rigor de verdad, de olas o galim. También para la tradición hindú el ser humano es una ola del océano cósmico, una breve y fugaz manifestación de su danzante totalidad. El término sánscrito rita señala el orden cósmico, la disposición y la providencia, pero también el agua y el sacrificio.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.