En defensa de las flores

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Desde Darwin sabemos que todos los seres vivos, ya seamos bacteria, planta, hongo o mamífero, descendemos de un antepasado común, y de alguna forma todos somos familia, y ahora podemos afirmar que las plantas y los animales compartimos el 70% del ADN. De todos los seres vivos, las plantas hacen el trabajo más imprescindible, que es atrapar la energía del Sol y transformarla para que pueda ser utilizada. Primero por las propias plantas y luego por el resto de animales que parasitamos a las plantas. La vida no es justa con las plantas, sometidas al ataque de los seres humanos (7.000 millones), de las gallinas (16.000 millones), de las vacas (1.200 millones) y los de cerdos (1000 millones) entre otras especies. Los animales herbívoros y omnívoros somos grandes asesinos en serie de las plantas, a las que arrebatamos la energía solar que han logrado transformar, y gracias a esa energía arrebatada nos hemos coronado como los reyes del Planeta Tierra.

La maldad del ser humano con las plantas supera la del resto de los animales. Como todo el mundo sabe, las plantas más exitosas, las angiospermas se caracterizan por mostrar unos vistosos órganos sexuales que llamamos flores, y que los humanos consumimos en enormes cantidades una vez guillotinadas, para fines distintos a la alimentación. En España, sin ir más lejos, existen más de 150 advocaciones marianas, que son objeto de adoración por los católicos, ofreciéndoles enormes cantidades de flores guillotinadas, que dejan tras de sí un desolador rastro de castración y ablación en las plantas, que son seres sensibles que se comunican, capaces de percibir e interpretar multitud de estímulos. Algunas de las advocaciones marianas españolas como la Virgen de los Desamparados de Valencia, la Virgen del Pilar en Zaragoza o la Esperanza Macarena de Sevilla rivalizan en una macabra competición por ver cual se lleva la ofrenda más masiva de flores (órganos sexuales de las plantas).

Salvando la diferencia que hay entre compartir el 100% del ADN o compartir el 70% del ADN, el propósito de las ofrendas a las vírgenes españolas, es similar a las ofrendas realizadas en Teotihuacan, Chichén Itzá o Palenque. El equivalente español a la Pirámide de la Luna sería el santuario de la Virgen del Pilar, que en 2018 recibió una ofrenda de más de seis millones de flores (órganos sexuales arrancados de las plantas) y más de 40 toneladas de peso, según recogen profusamente los medios de comunicación, como el Heraldo de Aragón. La finalidad de las ceremonias humanas (encuentros rituales institucionalizados) es siempre conservar las estructuras de organización y poder a las que sirven, ya sea en la España actual, o en el México de Moctezuma, o en cualquier parte del mundo. Estas estructuras, a su vez son las que facilitan la vida en común que tan explosivas ventajas tiene frente a la existencia individual.


Para Biólogos Sin Fronteras es especialmente siniestra la celebración anual de San Jorge el 23 de abril en Cataluña, en la que se regala una rosa y un libro, y ejemplifica la desvinculación del ser humano con la naturaleza. ¿Por qué juntar en un regalo los órganos sexuales agonizantes de una planta angiosperma y un libro, que no sea de, Adolfo Hitler o Pol Pot? Como dice David G Jara en “El Reino Ignorado”, las plantas son seres sensibles que se comunican, capaces de percibir e interpretar multitud de estímulos y de elaborar recuerdos; organismos que establecen vínculos de colaboración con sus amigos y se defienden sin piedad de sus enemigos”.

Para Sociólogos Sin Fronteras, aunque los seres humanos, como animales, estamos separados del mundo exterior por una membrana, la piel, como animales que vivimos en sociedad estamos dotados de identidad propia, que depende en gran medida del grupo/s a los que pertenecemos, y que nos separa del resto de los humanos. Las ventajas del grupo (de vivir en sociedad) son explosivas, pero los costes de mantener la arquitectura identitaria son también muy grandes.  Como animales que somos, los pactos a largo plazo (sea el matrimonio, las relaciones paterno filiales o la amistad) están siempre al borde del colapso. Las ceremonias identitarias (sean las de la Pirámide de la Luna, la Fiesta de la Rosa o la ofrenda a la Virgen de los Desamparados) son actos de coerción sobre los individuos con los que las sociedades procuran mantenerse vivas, igual que los seres humanos comemos y defecamos para seguir viviendo.

La supervivencia de la humanidad se asienta en el deposito de conocimientos almacenado en la Cultura, a la que accedemos por medios lingüísticos. Las actividades mas cotidianas como comer beber y chismorrear se basan en ideas adquiridas de otros. Actividades más estructurales, se basan también por completo, en ideas de los que nos rodean. Las ceremonias y los rituales son uno de los cementos esenciales de las sociedades que las permiten perpetuarse sin inventar continuamente nuevas soluciones a viejos problemas. Las ceremonias basadas en la ofrenda de flor guillotinada en cantidades masivas han sido habituales en casi todas las civilizaciones del mundo, por ejemplo, en los entierros. En la Península Ibérica las flores han sido especialmente desgraciadas por culpa de la sorprendente historia de Miriam de Nazaret, en la provincia romana de Judea, cuya biografía que se convirtió en superventas, en todo el Imperio Romano a partir de Justiniano, para llegar al paroxismo en la España cristiana arrebatada a los musulmanes. Si la biografía alternativa del filósofo Celso sobre María de Nazaret hubiera sido el superventas triunfador, la historia de la España cristiana habría sido diferente, careciendo probablemente de la enorme cantidad de advocaciones marianas, que han sido uno de los mitos compartidos más firmes, en los que se han apoyado las sociedades de la Península Ibérica durante más de doce siglos, para perpetuarse.

¿Habrá que esperar a la llegada del Enterprise de la Federación Unida de Planetas desde la Galaxia Andrómeda para salvar a las flores, tal como la llegada de Hernán Cortes a México a cabo con los sacrificios humanos en Pirámide de la Luna?

Acerca de Fernando Álvarez-Baron

Nacido en Salamanca, España el 11/09/1959. Sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Estudioso de la microsociología y del impacto la neurociencia en la teoría de interaccionismo social. Actualmente realizando una tesis sobre minorías creativas en el mundo. Ex funcionario del Estado Español en Auditoria Publica. Ex director comercial de Bankia Fondos de Inversión. Articulista en prensa escrita española.

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