Por fin Guardiamarina en 1964. Después de cinco años en la Heroica Escuela Naval Militar (HENM), y ahora, ¿Qué pasó? Nuestra antigüedad no recibió la espada de mando al inicio de año, simplemente el Alto Mando nos envió a los diferentes barcos para iniciar nuestra prácticas de guardiamarinas; los maquinistas se fueron a Veracruz y Acapulco, y a los cubierteros nos tocó el Cañonero Querétaro en Manzanillo.
Como se cumplían 50 años de la invasión norteamericana a Veracruz, el Alto Mando había decidido que nuestra graduación fuera precisamente el 21 de abril de 1964. Con razón notábamos que las jovencitas en Manzanillo nos preguntaban “¿y tú anillo de graduación?”.
Los cubierteros navegamos varias veces a las islas Revillagigedo y otro viaje por todo el Pacifico mexicano, llevando y trayendo material y personal de Mazatlán, la Paz, Bahía Magdalena, Ensenada y otros puertos que no recuerdo.
Por fin, al regreso de un viaje al puerto de Acapulco, a mediados de abril, nos desembarcaron a los guardiamarinas, para asistir a la ceremonia en el puerto de Veracruz, en la Antigua Escuela Naval el 21 de abril de 1964, mientras los cañoneros: Querétaro y el Potosí se iban vía Canal de Panamá, para rencontrarnos en el puerto y ciudad de Veracruz a finales de abril o principios de mayo.
Llegó el día esperado, el 21 de abril, donde recibimos personalmente la espada de mando por el Presidente de México, Lic. ADOLFO LOPEZ MATEOS.
Durante la ceremonia, muy emotiva por cierto, el Secretario de Marina, Almirante Manuel Zermeño Araico expresó:
“Como México es semillero inagotable de héroes, el pueblo les rinde homenaje culto ferviente, ya que su vida entregada al servicio del país los hace renacer de sus cenizas, y convertidos en antorcha y símbolo, en idea actuante y en inspiración sublime enarbolan la bandera de la nacionalidad para conducir a la Republica a las metas que le depara su elevado destino histórico”.
Y continúo el Almirante Zermeño:
“La obra del hombre no muere con su existencia física, sino que se proyecta en el devenir enriqueciendo el patrimonio espiritual y las energías del pueblo, quien siempre inmortaliza en primer término a los que se sacrificaron por su libertad”.
ALERTA
Dentro de los invitados especiales, se encontraban hombres de una edad entre 65 y un poco más de 70 años, recios, con un semblante de satisfacción y orgullo que emanaban con su presencia. Era la primera vez que me encontraba con los que fueran cadetes en abril de 1914.
Pasaron algunos años y nuevamente regreso a la Heroica Escuela Naval Militar, ahora como oficial alumno; nuevamente me toca presenciar el 21 de abril de 1967. La Dirección del Plantel me nombra Maestro de Ceremonias. Una comisión muy bonita y con mucha responsabilidad. En el momento más sobresaliente de la Ceremonia se funde el equipo de sonido. ¿Qué hacer? Inmediatamente, recordando mi voz de Sargento Primero, con voz firme y a capela doy la introducción para el exhorto a los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar. ¡Uuuf!
Continuará…