Entendiendo a Lara

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Tanto le cantó Agustín Lara a las aventureras que, curiosamente, una parte de él quedó atrapado entre ellas, y al escuchar sus canciones nos damos cuenta que aunque sufrió por muchas de ellas y otras tantas lo enternecieron, siempre hubo un lugar en su corazón para todas. Y no sólo para las que “venden caro su amor”, “cambian sus besos por dinero”, o “no saben vender su corazón”, sino también para esa “rosa que revienta y que crece”, la que “nadie puede inspirar lo que tú inspiras” y, por supuesto, para la de “frívolo mirar, de boca deliciosa, ansiosa de besar”.

De tiempo atrás he querido conocer más a fondo sus composiciones, su poesía, “su metáfora audaz”, como lo refiere Carlos Monsivais, y la verdad, entender bien algunas de ellas representa un verdadero reto.

Una noche, platicando con amigos en un bar sobre las canciones de Lara, le pedí a un trío que tocara algunas: Escuchamos “Hastío”, “Enamorada”, “Noche Criolla”, “Escarcha” y otras más, y les hacía preguntas a mis amigos y a los músicos sobre ellas al terminar cada una:


“Como un abanicar de pavos reales / en el jardín azul de tu extravío / con trémulas angustias musicales / se asoma, en tus pupilas / el hastío…/ El hastío es pavo real que se aburre de luz en la tarde…”

“Habla, de tu pena / dime que tu dolor / es sólo desamor y frenesí / Sueña, con el beso / que te cautivara, rompiendo el baccará de tu tristeza / Enamorada, de lo imposible…”

“Noche que se desmaya sobre la arena / mientras canta la playa su inútil pena”

“Mira, corta esos mares / la doliente ansiedad / que me fatiga…”

Debo confesar que lo que me dijeron no me convenció mucho y dos de los músicos admitieron que algunas de las frases ni siquiera las entendían.

Y entonces me retaron a que les diera yo mi versión:

Para mí -Hastío- habla de una hermosa mujer de ojos verdes, sombras azules y pestañas largas que al parpadear semejan el “abanicar de pavos reales”. Llevaban una relación íntima, pero su mirada empieza a notarse ausente; extraña su vida pasada y “volver a sentir sus desvelos” y Lara sufre porque no quiere perderla, aunque sabe que no está siendo del todo fiel con ella, y siente que, al igual que un pavo real con su plumaje abierto en todo su esplendor, ella tan bella, también se “aburre de luz en la tarde” y de ser su “divino penar de adorarte”.

-Enamorada- le canta a una mujer atraída por Lara; él lo percibe y siente lo mismo pero ella está impedida de tener un romance y no puede más que soñar con el beso que rompería con esa fina lágrima, “el baccará de su tristeza”, porque está “enamorada de lo imposible”, y Lara siente que acabará por marchitarse lo que fue una bella flor en su vida.

“Noche que se desmaya sobre la arena”: La arena en la playa se ve blanca contra la oscuridad de la noche, como si la noche se hubiese desmayado sobre ella y se volvió blanca. “Mientras canta la playa su inútil pena”: El murmullo de las olas al alejarse de la playa en un vaivén sin cesar, ¿pudiera acaso recordarle el sollozo inútil de alguna mujer?

-Escarcha- me parece un ruego de Lara por volver a poseer a esa fémina que fue suya, porque ya conoció “su exquisito abandono de mujer”, y, aunque ahora lo desprecia, está dispuesto a esperarla toda la vida, “cuando la escarcha pinte su dolor”.

Todas esas canciones pudieran describir pasiones románticas de hoy en día, y sin embargo, se inspiraron hace más de medio siglo; pero su forma de cantarle al amor, tan paradójico y complejo como lo es, volverá a tener un significado para las nuevas generaciones que, por ahora, seguramente las consideran “demasiado cursis”.

Me despedí del trío preguntándoles cómo les habían parecido mis interpretaciones: me miraron con una sonrisa y un gesto de perplejidad, luego se miraron entre ellos… y se marcharon.

Y a usted amable lector, ¿qué le parecieron? Desde luego que primero tendrá que escucharlas.

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