Erekat: el fabulador retratado como hombre de paz

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Muchos medios en español aplicaron lo que parece ser una ley no escrita de la cobertura de los sucesos relacionados con el conflicto árabe-israelí: retratarás positivamente a los líderes palestinos sin importar la realidad.

Esta suerte de máxima fue aplicada a Saeb Erekat, secretario general de la OLP, tras su fallecimiento por covid-19.

El País, por ejemplo, afirmaba que “Erekat nunca dejó de esgrimir el derecho internacional y la solución de los dos Estados como arma para lograr una Palestina libre de la ocupación e independiente”.

Pero Erekat no esgrimía nada de eso – nada de eso sinceramente, al menos; lo hacía como quien viste lentejuelas para obnubilar a las audiencias extranjeras. Como mucho, el “derecho internacional” era otra de las herramientas de las que se valía Erekat para señalar a Israel; para atribuirle características e intenciones “ilegales”, “perversas”, al estado judío.


Esto quedaba en evidencia, por ejemplo, con la decisión de la Unión Europea en 2019 que obliga a las ONG palestinas a asegurar que ninguno de los beneficiarios de sus proyectos tiene afiliación con grupos terroristas así designados por la UE.

CAMERA-UK se preguntaba a qué significan para Erekat los conceptos de paz, derecho, legalidad internacional Y se respondía que, en base a los comentarios sobre la decisión de la UE, parecía que no mucho:

“Según una publicación enviada a The Media line por la oficina de Erekat, Erekat denunció dichas restricciones, que, según se afirmóafectan directamente a los derechos de los palestinos de conformidad con el derecho internacional, en particular el derecho a la libre determinación, subrayando que no está en consonancia con el compromiso de la Unión Europea de lograr una solución basada en dos Estados y la paz y la estabilidad en la región”.

¿Cómo?

Pues eso, hay que nombrar “derecho internacional”, “libre determinación”, “derechos”, aunque no tengan nada que ver. Porque, sabía, esos términos, como abstracción (sin ningún asidero en la realidad; apenas como una suerte de palabras mágicas), funcionan siempre en los medios de comunicación cuando esgrimidos por los líderes palestinos.

Básicamente, “Erekat estaba defendiendo el ‘derecho’ de las ONG palestinas apoyadas por la Unión Europea a utilizar sus fondos en beneficio de los grupos que figuran en la lista de la Unión Europea como entidades terroristas, y que impedir el ‘derecho’ de los grupos que piden la destrucción de Israel y el asesinato de civiles israelíes a recibir ese dinero es incompatible con la “paz”, la “libre determinación” y el “derecho internacional”.

La agencia de noticias Europa Press también olvidaba al propagandista y resumía la carrera de Erekat con la siguiente frase benévola brevedad: “El secretario general de la OLP era uno de los líderes palestinos más conocidos y dedicó buena parte de su trayectoria a los esfuerzos de paz”.

No es lo mismo participar en negociaciones (de cara a Occidente), que realmente esforzarse, trabajar por la paz. De hecho, los líderes palestinos se han negado en reiteradas oportunidades a aceptar un acuerdo. Y no sólo eso, la incitación (al odio y la violencia) contra Israel es sistemática e institucional.
En este sentido, no hay que olvidar el programa de diez puntos del Consejo Nacional Palestino de 1974 (conocido como “Plan de Fases” ) – indicaba la analista de CAMERA Ricki Hollander – tenía como base crear un Estado palestino en cualquier territorio cedido por Israel (art. 2), para luego utilizarlo como plataforma para “completar la liberación de todo el territorio palestino” (art. 8).
En una entrevista en el diario libanés Daily Star (15 de septiembre de 2011), Abdullah Abdullah, embajador palestino en el Líbano, aseguró que no todos los palestinos se convertirán automáticamente en ciudadanos de un futuro estado palestino en Cisjordania y Gaza, ni siquiera “los refugiados palestinos que están viviendo en [campos de refugiados] dentro del estado [palestino], seguirán siendo refugiados. No serán considerados ciudadanos”.
Y añadió:
Cuando tengamos un estado aceptado como miembro de las Naciones Unidas, no será el fin del conflicto. Esto no es una solución al conflicto. Esto es sólo un nuevo marco que cambiará las reglas del juego”.
Tawfik Tirawi, alto cargo de Fatah y ex jefe de Inteligencia de la Autoridad Palestina, según informaba el diario israelí Times of Israel en 2016, dijo, en una entrevista con la agencia palestina de noticias Ma’anque un “Estado palestino junto a Israel es sólo ‘una etapa’ y que Palestina debe extenderse finalmente del río Jordán al mar”. Y, además, declaró:
No crean que habrá una solución a la cuestión palestina mediante el establecimiento de un estado cuyas fronteras estén limitadas a Cisjordania y Gaza”.

En el diario ABC, por su parte, se elegía un tono casi laudatorio, haciendo suyas (más allá de las comillas), las palabras que Abbas le dedicó:

“Esta será la despedida de este ‘luchador’ y ‘gran guerrero’ por la paz que ‘lideró las duras negociaciones por la defensa de Palestina’, declaró el presidente Mahmoud Abbas. Una lucha cuya última parada antes de ser ingresado debido al coronavirus fue la dura crítica a Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein por normalizar sus relaciones con Israel.”

Así, en medio de un párrafo informativo, el redactor colaba su opinión, su valoración: la normalización de relaciones entre estados árabes e Israel, es decir, la paz, o la posibilidad, el embrión de la misma, no era tal cosa… De ahí que la oposición de Erekat a dicha normalización fuera caracterizada como la “última parada” de la “lucha” del “gran guerrero por la paz” (oxímoron aparte).
La hipocresía anti-normalización

En junio de 2020, el diario Ha’aretzinformaba que el Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina se negando a concertar citas en hospitales israelíes para pacientes de Cisjordania y Gaza, y que no emitiría los certificados de coberturas para el pago de tratamientos en Israel. Esto sucedía en el marco del enésimo anuncio de ruptura de cooperación con las autoridades israelíes por parte del mencionado ente palestino.

Y mientras los palestinos se ven perjudicados por las decisiones de sus líderes, el Secretario General de la OLP, Saeb Erekat, estaba siendo atendido en un hospital israelí “a petición de las autoridades palestinas” – las mismas que les niegan esa posibilidad a sus ciudadanos.

Recientemente, la organización Palestinian Media Watch señalaba incluso que mientras Israel ha estado facilitando entrenamiento médico y otras ayudas a la población palestina para luchar contra el coronavirus, la Autoridad Palestina ha utilizado la pandemia para difundir el libelo de que Israel está infectando de manera intencional a los palestinos con el virus. De hecho, el propio Saeb Erekat firmó un artículo de opinión en el diario oficial de la Autoridad Palestina, el Al-Hayat Al-Jadida (30 de marzo de 2020) donde afirmaba que los israelíes “escupen en los coches y propiedades palestinas con el fin de transmitir la enfermedad del Corona” para cumplir con “el salvaje deseo de deshacerse del pueblo palestina como sea”.

Además, el texto del ABC apuntaba que:

“Aunque era un firme defensor de la solución de los dos Estados, el avance imparable de la ocupación y el estancamiento del proceso de paz le llevaron a proponer la posibilidad de establecer ‘un solo estado democrático y secular, con igualdad de derechos para judíos, musulmanes y cristianos’”.

Para comenzar, se presentaba un viejo anhelo (véase el recuadro más arriba) como una consecuencia ya casi inevitable impuesta a los palestinos, y no debido al rechazo palestino de las posibilidades ciertas de paz en numerosas ocasiones (así como el rechazo de la existencia de Israel – que condujo a guerras de agresión árabes en 1948, 1967, 1973). El culpable, pues, es pretendido y muy promocionado “colonialismo” (es decir, de la “invasión” de un “extraño”) israelí.

Así, lo que puede sonar benévolo, justo, progresista, para una audiencia desinformada, es en realidad lo mismo que, con otras palabras, propugnan, entre otros, Omar Barghouti – cofundador de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI, por sus siglas en ingles), que reside en Israel (donde obtuvo un título en Filosofía por la Universidad de Tel Aviv, mientras llamaba al boicot académico contra Israel): Erekat entonces, no se “resignaba” a una solución “pragmática” (y generosa), si se quiere, sino que formulaba una amenaza: un estado al que, por supuesto, habrían de “regresar” los “refugiados” palestinos. Lo que, según declaraba Barghouti en 2010 supondría que “no tendrías una solución de dos Estados, tendrías una Palestina junto a una Palestina…”. Con otras palabras, la desaparición de Israel.

Ni más ni menos lo que promulgan la carta de la OLP (de la cual Fatah es miembro mayoritario) y la constitución de Fatah.

Estipula la constitución de Fatah:

– artículo 12: “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista

– artículo 8: la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista”.

Es decir, la tierra palestina es todo.

La carta de la OLP establece en su primer y segundo artículos:

“Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.

Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible”.

De hecho, en 2014 Erekat declaró que los árabes palestinos “no pueden aceptar a Israel como un estado judío porque [los árabes palestinos] vivieron en la región mucho antes que los judíos”.

La solución de dos estados nunca estuvo, ni ha estado, en la mente de los líderes palestinos cuando se dirigían, se dirigen, a sus ciudadanos. Sus discursos, y la incitación sistemática al odio y a la violencia son prueba inequívoca de ello.

Otra cuestión es que se elija mirar para otro lado.

El propagandista, el fabulador

Erekat era, ante todo, un propagandista, un fabricante de engaños que, pretendía, les otorgaban a los palestinos privilegios, derechos excepcionales sobre una tierra (como falaces orígenes del pueblo palestino en Tierra Santa) y que, también, están diseñados para demonizar y deslegitimar a Israel. Lejos de la caracterización que muchos de los medios en español hacían de él.

Como se adelantara inmediatamente más arriba, el 31 de enero de 2014, en Múnich, Saeb Erekat dijo aquello de que los árabes palestinos “no pueden aceptar a Israel como un estado judío porque [los árabes palestinos] vivieron en la región mucho antes que los judíos”.

La “razón” para esta afirmación, una invención: “Erekat afirmó que sus antepasados eran los verdaderos descendientes de los canaanitas y que vivieron en la zona 5500 años antes que Josué bin-Nun [de acuerdo con la Torá, el sucesor de Moisés que lideró a los israelitas a la Tierra Prometida]”.

Pero según documentó el Jerusalem Center for Public Affairs, “la familia de Saeb Erekat es beduina. De acuerdo a la genealogía beduina, la familia es parte del clan Huweitat, cuyo origen se encuentra en el área de Hejaz, en Arabia Saudita; y arribaron a Palestina desde el sur de Jordania, asentándose en la aldea de Abu Dis a principios del siglo XX”.

La máquina de generar bulos no era novedosa. En 2002 le informó a la Cable News Network de una masacre israelí en Jenin, donde había al menos 500 muertos. Eventualmente, los propios funcionarios palestinos cifraron los muertos en 52 – casi todos combatientes.

En abril 2014 Erekat aseguró que el grupo terrorista Hamás “es un movimiento palestino, no es, ni nunca será, una organización terrorista”. En mayo lo denominaba “movimiento político, no terrorista”. Los misiles lanzados masiva e indiscriminadamente contra la población israelí, los túneles para penetrar en territorio israelí eran, al parecer, “declaraciones políticas”. Así, a las mentiras, le sumaba el lavado de imagen.

Bueno, después de todo, y como el Middle East Media Research Institute daba cuenta el 20 de marzo de 2013, durante una entrevista a Mahmoud Abbas, transmitida por una canal de televisión rusa, Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina, revelaba que: “En lo que a mí respecta, no hay diferencia entre nuestras políticas y las de Hamás”.

Donde sí existen diferencias muy notorias es entre la realidad del conflicto árabe-israelí y la cobertura del mismo que brindan los medios.

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