Queridos hermanos míos que viven en la frontera lindante con Gaza: Admiro su fortaleza, su aguante, su entereza y su paciencia ante la terrible situación que les toca vivir, pero realmente no los entiendo. Esto ya suena más a resignación que a energía.
¿Qué esperan para reaccionar en serio? ¿Qué esperan para pegar un grito ensordecedor que se escuche en las oficinas del gobierno en Jerusalén y Tel Aviv, en los corredores del Parlamento hebreo y que alarme a los politiqueros. Sí, sí; también a aquéllos que viven entre ustedes y que supuestamente deberían representar sus intereses.
¿Cuántas cosechas más deben ser quemadas por barriletes incendiarios? ¿Cuántos bósques más tienen que ser incinerados por globos de helio? ¿Cuántos morteros y misiles más deberán ser lanzados hacia ustedes por terroristas criminales para que digan “¡Basta! ¡Esto ya no es vida! ¡No es normal! ¡Así no podemos seguir!? ¿Cuántos días y noches más se resguardarán y dormirán en sus refugios mientras la ciudadanía indiferente del resto de Israel sigue mirando para otro lado, llena los restaurantes, los shoppings y hace largas filas en los check ins del aeropuerto? ¿Cuántos días más debatirán entre ustedes si mandar o no a sus hijos a las guarderías o a las escuelas?
¿Qué más debe suceder para que este gobierno irresponsable, imprudente, insensato e inconsciente deje de relacionarse a ustedes como ciudadanos de segunda, los mantenga de rehenes con la situación en el norte y no los coloque entre sus prioridades inmediatas?
¿Quién tiene la obligación de otorgarles seguridad 24 horas por día, 365 días por año? ¿Hamás?, ¿la Yihad Islámica?, ¿Irán?, ¿Egipto?, ¿Turquía?, ¿Qatar?, ¿la Comunidad Internacional? ¿Acaso no se dan cuenta solos de que no figuran en la agenda de nadie?, ¿que mientras ustedes duermen apretados en sus refugios, Bibi y Sara sonríen en Omán sin siquiera nombrarlos?, ¿Que Bibi ya negocia treguas también con la Yihad Islámica, no sólo con Hamás, y que ambos grupos terroristas son quienes verdaderamente imponen la agenda política en la zona? ¿Y que lo hace sólo para mantener el status quo que le permita llegar a elecciones para conservar el poder antes de ser juzgado?, ¿No se percatan que Netanyahu prefiere armar trifulcas conspirativas mediáticas con Gideón Saar y Rubi Rivlin dentro del Likud para así no tener que visitarlos en sus casas después de que estallaron los morteros y ardieron los campos? ¿Se acuerdan cómo este “héroe de cartón” se apresuró a salir dando órdenes en las fotografías durante el incendio del Carmel?
¿Se imaginan lo que sucedería si apenas uno solo de esos cohetes Grad estallaría en una plaza de Tel Aviv, en un parque de Jerusalén o en medio de algún asentamiento judío en Cisjordania? ¿Alguien, en ese caso, se atrevería a hablar de “la valentía y el fervor” de quienes viven allí?
Llegó la hora de dejar la ingenuidad para tiempos mejores. Cuanta más tenacidad muestren, más desinterés implantarán en quienes deben velar por su seguridad. Y éstos ya hace tiempo que se pasaron de la raya.
Los dirigentes israelíes y la sociedad entera se acostumbraron a su “valentía”. Ya nadie los ve ni escucha en los medios. Nadie sale a protestar por ustedes. Los intereses de los políticos están dirigidos hacias las primarias partidaria y a las elecciones municipales. La sociedad está extenuada de escuchar la alarma “Color Rojo” en el sur que sólo interrumpe seguir viendo “MasterChef” o “Sobrevivir”.
Créanme: Los dejaron plantados en la vereda. Nadie los toma en cuenta en serio. Si persisten en aparecer como “guapos del barrio que no le tenemos miedo a nada”, la situación sólo empeorará y se tornará insostenible; no podrán planificar sus vidas; los jóvenes los abandonarán; las madres desesperadas buscarán la seguridad de sus hijos en otras tierras.
Esto no da para más. Una nueva guerra sin una salida política fiable es la mejor garantía para otra guerra igual a corto o mediano plazo.
¿Qué más tiene que suceder para que despierten de su situación anormal y de una buena vez agarren la sartén por el mango.
Al final de cuentas, la demagogia politiquera, al aprovecharse de su ingenuidad, lo que pretende, dentro de su marco ideológico, es indoctrinarlos en el sentido de acomodarlos al mundo de la opresión.
¡Es hora de gritar todos juntos; y de gritar bien fuerte!
Si no hay seguridad en Nir Itzjak, Sderot, Or Haner, Zikim, Ashkelón, Gvulot, Beerí, Nir-Am o Ein Hashoshá, entre otros, que tampoco la haya en la calle Balfour de Jerusalén.
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