España/Sefarad 10a. parte: Toledot, Toledo, 2,500 años de presencia judía

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La muestra más clara de todo lo que la paz puede producir y la persecución destruir.

Toledo, como Usted podrá constatar, es la joya de la corona de la historia de Sefarad, tanto porque corrobora la presencia judía en la región como fundadores de pueblos y ciudades sino también la riqueza que la convivencia pacífica entre pueblos y religiones produjo para todos, además de ilustrar con absoluta claridad, el grado tan profundo de manipulación que las órdenes religiosas aplicaron para expulsar a judíos y musulmanes –para beneficio propio de esas órdenes y prejuicio del país todo, muchas veces a pesar de las autoridades locales.

Toledo es el microcosmos del que todo surge, donde todo pasa y donde termina con “broche de oro” ya que fue acá donde se construyó la ultima sinagoga de España levantada cuando ya estaba prohibido hacerlo y lo más notable es que esta fue mantenida hasta el día de hoy casi con toda su grandeza original cuando casi todas las demás fueron –al igual que esta- ocupadas por órdenes religiosas y, a diferencia de esta, destruido su s elementos judíos mientras que en Toledo, quizás como muestra final del respeto al nivel intelectual que la ciudad había alcanzado, lo judío de las sinagogas fue respetado para deleite de los visitantes contemporáneos.

Claramente puede observarse la decoración original de la Sinagoga del Tránsito.

Hoy, Toledo está situado a tan solo 74 kilómetros de Madrid de la que es una extensión de fin de semana cuando “todo mundo” viene a Toledo a descansar, a conciertos y a huir de la actual capital española.


Hace 600 años la capital era Toledo no solo de España sino también, culturalmente, de toda Europa ya que era acá, en Toledo, donde se habían reunido intelectuales judíos y musulmanes para alimentar el ansia de conocimiento de una Europa medieval que apenas despertaba de los años de ignorancia y Toledo era el centro de traducción y unificación de conocimientos científicos y médicos.

Pero hace 2500 años alrededor de 580 AC tras la destrucción de Jerusalém por Nabucodonosor y de acuerdo a múltiples fuentes históricas se fundó Toledoth, “la ciudad de las generaciones” y los poblados aledaños porque ahí llegaron miembros de todas las tribus de Israel como lo reflejan los nombres de estas poblaciones: Aceca (casa fuerte en hebreo), Escalona (ashkalona de la tribu de Shimon), Maqueda (de Massada de la tribu de Yehuda), Yepes (de Yope de la tribu de Dan) Layos (lajish de Yehuda), Noves (Nove de la tribu de Binyomin) etc.

Toledo. Fotografía por DiarioJudio.com

 

Además, quizás más importante es el hecho de que solo acá, en Toledo, el Rey exigió y cobró a los dominicos en particular pero a todas las órdenes religiosas en general, indemnización a quienes destruyeron edificios y propiedades judías durante los disturbios del Siglo XIV mostrando las facetas más claras del conflicto que finalmente terminaría con la destrucción de los reyes locales, la expulsión de los judíos y la preeminencia de la Inquisición como arma del sector religioso para presionar –cuando no controlar- las propiedades, la educación y finalmente el desarrollo del país aun a costa del esplendor que lo caracterizaba hasta este momento.

Hoy, solo las piedras reflejan ese esplendoroso pasado pero aun así, caminar entre sus edificios es como recorrer un mundo espectacular, algo así como una Segovia de lujo, habitada donde, no solo quedan los edificios sino también algo de las decoraciones y objetos que nos permiten concebir la riqueza de un pasado único que incluye La única sinagoga del siglo XIV: estaba prohibido construirlas, pero Pedro I hizo una excepción en agradecimiento al apoyo de los judíos de Toledo. Fiel a la época en que se hizo, refleja fielmente la fusión entre el gótico, el arte islámico cordobés, y las características propias del edificio judío.

Sus salas adyacentes, junto al recuperado patio, albergan un museo destinado a mostrar la ininterrumpida presencia judía en España, y los elementos de la cultura sefardí: la de los judíos españoles después de su expulsión en 1492.

Otra sinagoga digna de visitarse es la del Transito donde –por algún motivo que desconozco- la decoración judía no fue dañada y puede ser admirada aun hoy en día.

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Sinagoga del Transito – Toledo, España. Fotografía: José María Moreno Santiago

De acuerdo con la red de Juderías, el área judía de Toledo es considerada con justicia como una verdadera ciudad dentro de otra, la madinat al-Yahud, o ciudad de los judíos, que constituye un amplio espacio urbano que ocupa prácticamente el diez por ciento de la Toledo amurallada. Dividida a su vez en diferentes barrios, que se corresponden con las distintas etapas de su expansión, la judería toledana es un intrincado laberinto que requiere ser acotado para poder obtener una visión de conjunto de cómo fueron y cómo vivieron los judíos toledanos al menos durante once siglos.

Como lo hemos mencionado en otros capítulos, aunque los documentos escritos más antiguos datan la presencia judía al siglo IV, en el contexto de la Toletum romana, pero, la tradición sefardí va más allá y relaciona a los judíos con el mismo origen mítico de la ciudad, considerando probable que los primeros judíos llegaron a la Península Ibérica coincidiendo con los destierros asirio y babilónico, en los siglos VIII-VI antes de Cristo! Cuando, como dice Gilbert, cruzaron desde Túnez para habitar primero lo que siglos más tarde sería la Gades romana en el Sur de España

En el plano histórico, la presencia judía está suficientemente probada a partir de la aprobación de medidas anti judías o la confirmación de las anteriores realizada en los diferentes concilios celebrados en la ciudad. Con la monarquía visigoda (siglos V-VIII), periodo en el que Toledo fue capital del reino, los judíos constituyeron una colonia numerosa, por lo que se puede postular la existencia de una judería al menos desde el siglo VI.

Sinagoga del Transito - Toledo, España. Fotografía: Roy Lindman.
Sinagoga del Transito – Toledo, España. Fotografía: Roy Lindman.

A partir del III Concilio de Toledo, (589) momento en que el rey Recaredo y sus súbditos godos abandonan el arrianismo para convertirse al catolicismo romano, comienzan los problemas de convivencia. Las persecuciones y los castigos que se iniciaron con la conversión de Recaredo provocaron que muchos judíos optaran por convertirse al cristianismo, marcharse o quedarse y aceptar con resignación la nueva situación.

Las hostiles disposiciones legales hacia los judíos toledanos, continuaron hasta la ocupación de la ciudad en el año 711 por las tropas musulmanas. La destrucción de la fuerza visigoda en la batalla de Guadalete de 711, el desconocimiento del modo de combatir árabe y la probable muerte de Rodrigo en la batalla dejó la puerta abierta al caudillo Táriq ibn Ziyad para apoderarse de Toledo en el año 711. Ante la situación de represión, los judíos acogieron a los invasores árabes como libertadores tras la caída del régimen visigodo. Lo cierto es que, la ciudad, desprotegida al llevarse consigo Rodrigo a su comitatus y a los espatarios de la guardia real, no opuso resistencia, por lo que no sería extraño suponer que la comunidad judía hubieran abierto las puertas de la muralla a las tropas musulmanas mientras los habitantes de Toledo asistían a misa. Leyenda o no, el hecho es que la dominación árabe de Toledo inició un largo período de prosperidad para la comunidad judía.

Los musulmanes, al considerarlos también como hombres del Libro, les dotaron de una amplia libertad. Los judíos asimilaron pronto los usos de los nuevos gobernantes, adoptaron su lengua como vehículo cultural y la utilizaron hasta el siglo XIII incluso en su documentación interna o de carácter religioso. Durante esta época, hasta finales del siglo XI, fueron muchos los sabios judíos que nacieron o fueron educados en Toledo, como Abraham ibn Ezrá o el propio Jehudá ha-Leví. Aquí nació y escribió su obra poética Abraham ibn al-Fakhar, muerto en 1231, Israel de Toledo y tantos otros que arrojaron la luz de su saber en la corte castellana.

Sinagoga del Transito - Toledo, España. Fotografía: Roy Lindman.
Sinagoga del Transito – Toledo, España. Fotografía: Roy Lindman.

Hacia el año 1000 la comunidad judía toledana era insignificante y con anterioridad a esta fecha los datos acerca de su presencia escasean. Se trata de familias que conviven con la población cristiana, comercian y trabajan en el campo. Su suerte corre pareja a la de la Reconquista, cuyos avances y retrocesos repercuten directamente en el estado de cosas. La España musulmana ofrecía grandes posibilidades y un alto nivel de vida. Los judíos de Al-Ándalus aprovechaban el clima tolerante del Califato e hicieron suyos los valores de aquella civilización refinada sin renunciar a sus creencias religiosas.

En 1085 Alfonso VI conquista Toledo y la comunidad inicia una época de prosperidad y crecimiento demográfico. Los judíos prestaron su ayuda al rey castellano para la conquista de la ciudad y Alfonso VI les concedió los mismos derechos que a los cristianos. El auge de la comunidad judía se mantendrá con los reyes cristianos al acrecentar su representatividad social y política, convirtiéndose en el siglo XII en la comunidad judaica más importante de la corona de Castilla. El médico y nasí de Toledo Yosef ben Ferruziel, también conocido como Cidellus será el primer ministro del monarca y dará paso a una serie de judíos que tendrán cargos de importancia en la corte de Castilla.

A pesar de la protección real, Isaac ben Jacob na-Cohen, conocido como Al-Fasi, talmudista del siglo XI, habla de persecuciones en Toledo en 1090, cinco años después de la entrada de Alfonso VI en Toledo. En sus Responsa, Al-Fasi también menciona una matanza de judíos en 1108, año en el que murió Salomón ibn Farissol. Tampoco parece que la igualdad entre cristianos y judíos durara mucho. Un decreto de 1118 prohibía a los judíos jurisdicción alguna sobre un cristiano, de donde se deduce que con anterioridad eso era habitual.

En 1135, con la llegada de los almohades a Al-Ándalus, se produjo la huída precipitada de la población judía hacia Castilla y Aragón, lo que dejó a la España musulmana prácticamente libre de judíos. Los almohades, «los que reconocen la unidad de Dios», o Banu Abd al-Mumin, fue una dinastía musulmana de origen bereber que surgió en el actual Marruecos en el siglo XII como reacción a la relajación religiosa de los almorávides y dominaron el norte de África y el sur de la Península Ibérica desde 1147 a 1269. Ante la intransigencia almohade, las aljamas, como la de Toledo, aumentaron su población con judíos provenientes de la España musulmana. Muchos llegaron en 1147, siendo nasí de los judíos de Toledo Judá ben Yosef ibn Ezrá, pariente del poeta.

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Sinagoga del Transito – Toledo, España. Fotografía: Roy Lindman.

Las consecuencias de esta emigración masiva fueron decisivas. En Toledo se afincaron poetas, gramáticos, filósofos, científicos, médicos y otros sabios, haciendo de la ciudad su principal destino. El arzobispo de Toledo don Raimundo de Sauvetat, que llegó a ser Canciller de Castilla con Alfonso VII, quiso aprovechar la coyuntura que hacía convivir en armonía a cristianos, musulmanes y judíos auspiciando diferentes proyectos de traducción demandados por todas las cortes de la Europa cristiana. El prestigio de la Escuela de Traductores de Toledo fue tal que ni siquiera las disposiciones anti judías del Concilio de Letrán en 1215 pudieron dañar su florecimiento.

El “favoritismo” real hacia los judíos (que en realidad era conveniencia mutua ya que eran los judíos los que con su trabajo intelectual y comercial más recursos le proveía a la corona) fue a menudo causa de tumultos, como la revuelta de 1178, en el que murió la amante judía del rey Alfonso VIII.

En esta revuelta también murieron Judá y Samuel Alnaqua. O la revuelta de 1212, coincidiendo con la llegada de judíos que huían de la intolerancia francesa. La respuesta del arzobispo de Toledo fue cargar a la comunidad judía con nuevos impuestos: cada judío mayor de veinte años tendría que hacer frente a un gravamen anual, al tiempo que se les imponía una tasa adicional en concepto de lucro cesante en la compra de casas a propietarios cristianos.

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Judería de Toledo.

El reinado de Alfonso X el Sabio, fue el de mayor prosperidad y esplendor de la comunidad judía de Toledo. De su situación nos da fe la cantidad en impuestos pagada por la aljama en 1284: un millón de maravedíes. Durante su reinado la judería de Toledo será conocida por su gran extensión, la suntuosidad y belleza de sus edificios públicos y la calidad intelectual de sus rabinos.

Tras la muerte del rey Sabio, los judíos caen de nuevo en desgracia. Durante el siglo XIV, la epidemia de peste negra en 1348 y la guerra entre Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara traen como consecuencia un profundo malestar social del que son manifestaciones los ataques a la judería en 1355 y 1391. A esto se unió el incendió del recinto del Alcaná, barrio comercial donde los judíos tenían sus tiendas, talleres y algunas viviendas. Hasta el 1222, año en el que comienza la ampliación de la catedral, la mezquita mayor, consagrada en diciembre de 1086 al culto cristiano, había sido poco modificada. A finales del siglo XIV, se proyecta la construcción del claustro, que comienza a construirse el 14 de agosto de 1389. Hay dudas sobre si el incendio fue provocado por el Cabildo de la catedral para permitir la construcción del claustro proyectado por el arzobispo Pedro Tenorio en la zona del Alcaná.

Las revueltas anti judías de 1391 también llegan a Toledo. El 18 de junio, la judería de Toledo fue atacada durante la noche de manera similar a otras ciudades del reino. Entre las víctimas de la matanza se encontraban destacados artesanos, poetas y hombres de letras. La mayor parte de las sinagogas de la ciudad fueron destruidas o seriamente dañadas. Pero, a diferencia de lo que sucedió en otras regiones, en febrero de 1398, el rey ordenó al alcalde Juan Alfonso y al tesorero mayor Juan Rodríguez de Villareal que hicieran averiguaciones sobre quiénes habían cometido los robos en la judería de Toledo, imponiéndoles a los culpables una multa de treinta mil doblas de oro.

 

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Toledo. Fotografía por DiarioJudio.com

 

Las consecuencias económicas se dejaron sentir muy pronto; especialmente en los monasterios y otras instituciones religiosas que perdieron las rentas que tenían situadas sobre los tributos de las aljamas judaicas. Los más afectados fueron los capellanes cuyos beneficios eclesiásticos provenían de las rentas situadas en la judería y en particular los dominicos que eran los que, sin producir nada, dependían de lo que extraían a las comunidades para mantener su orden.

En 1411 el dominico Vicente Ferrer llega a Toledo en su campaña de predicación de 1411-1412, y según Francisco de Pisa en su Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo de 1605:

“Viniendo a esta ciudad de Toledo, vista la obstinación incredulidad y perfidia de algunos, tomando consigo alguna gente de armas entró por el barrio de la Judería […] y en el antiguo templo que ahora llaman santa María la Blanca (que era su synagoga), y a pesar de todos los Judíos la bendixo, y él echando los fuera la hizo iglesia […] y en ella celebró Missa.”

Este testimonio de Francisco de Pisa ha sido puesto en duda posteriormente, porque parece que Vicente Ferrer ofreció su sermón extramuros (puesto que la Catedral no podía albergar a toda la gente que deseaba oírlo), pero es un indicador claro del estado de cosas existente respecto a la comunidad judía toledana.

La agresividad de los dominicos promueve la animadversión de los cristianos contra judíos y musulmanes con acusaciones de profanación de la misa, de actos contra representaciones de santos y todo aquello que excita las emociones sin necesidad de corroboración alguna, lo que va se acentuando progresivamente, hasta traducirse en la promulgación de una serie de ordenanzas contra ellos en 1451, en las que se les impone una serie de medidas restrictivas como la prohibición de andar de noche por las calles, entrar en iglesias o monasterios sin autorización, salir de sus casas durante las festividades cristianas, así como la obligación de llevar señales distintivas cosidas en sus ropas. Los judíos de Toledo se quejaron ya que el rey, Juan II, en 1450 había dado una orden para que se revocasen y anulasen todas las ordenanzas anti-judías que en el reino castellano se hubiesen establecido, pues habían sido muchos los lugares que lo habían hecho, y los judíos se marchaban de aquél. El rey mandó que el Ayuntamiento de Toledo cumpliese su orden y éste, reunido el 23 de febrero de 1452, revisó las ordenanzas, suprimiendo algunas, pero modificando y manteniendo otras.

Varios incendios acompañan los estados de desequilibrio social que se presentan aún en el siglo XV. Apoyados por la Liga de Nobles, que destronaron simbólicamente a Enrique IV en la llamada Farsa de Ávila el 5 de julio de 1465 y coronaron a su hermano Alfonso (hecho del que se acuerda Jorge Manrique en la Coplas por la muerte de su padre en 1476), los cristianos viejos aprovecharon la situación para robar los bienes de los demás sin siquiera respetar a los conversos y comenzaron a limpiar las tierras de Castilla de todos aquellos que llevaban sangre judía, ya fueran judíos o conversos, y a los musulmanes convertidos al cristianismo. Éstos, sintiéndose amenazados, se sublevaron en Toledo el día de los fuegos de la Magdalena, el 22 de julio de 1467. Fuertemente armados, los conversos pusieron cerco a la catedral y mantuvieron a los cristianos asediados después de matar a dos canónigos y a algunos más. Un millar de cristianos y un refuerzo de ciento cincuenta hombres llegados de Ajofrín vinieron a socorrer a los asediados.

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Toledo. Fotografía por DiarioJudio.com

 

 

Los conversos tomaron puertas y puentes de la ciudad y montaron cuatro barricadas. Los combates se iniciaron entonces en los alrededores de la catedral y prosiguieron en el barrio de la Magdalena. Los asediados pudieron salir, unos dicen que por la puerta que da sobre la calle de Ollas; otros, que por la del Reloj. La respuesta de los conversos fue prender fuego al barrio de la Magdalena. Todas las casas vecinas al Corral de Don Diego ardieron al instante. Fray Mesa, cronista de Castilla, dice que el fuego se extendió con la fuerza del viento a la Trinidad, pasó cerca de San Juan de la Leche, redujo a cenizas la calle Nueva y la de la Sal, llegando hasta el mercado de las especias y hasta la iglesia de Santa Justa. El incendio prosiguió, según el cronista, por la calle de los Tintes y quemó la casa de Diego García de Toledo. Mil seiscientas casas quedaron destruidas. Los cristianos viejos, después de largos días de lucha, pudieron finalmente controlar el fuego y reducir a los conversos. Su cabecilla, Fernando de la Torre, fue ajusticiado; muchos otros conversos correrían la misma suerte en días posteriores.

De poco sirvió el levantamiento a los sublevados, que se vieron obligados a huir de Castilla con sus bienes. Los que optaron por quedarse, privados de su derecho a llevar armas o a ocupar puestos en la Administración, finalmente tuvieron que convertirse y dar fe de su buena voluntad de ser cristianos ante el Tribunal de la Inquisición.

Tras el Edicto de expulsión de los Reyes Católicos, el 31 de marzo de 1492, la aljama de Toledo desaparece y los edificios públicos de los judíos, con alguna excepción, son repartidos por los Reyes Católicos entre nobles y órdenes religiosas para compensar la pérdida de rentas. Muchos habitantes de la judería decidieron convertirse, pero otros marcharon camino del exilio. Hay varios detalles que nos demuestran el apego que tenían por esta tierra, que también era la suya incluso desde antes de que fuera de otros. Y por eso, a donde fueron, mantuvieron el Djudezmo y conservaron las llaves de sus casas pensando en regresar.

No lo han hecho pero quizás ahora es el momento del retorno para nuevamente iniciar el ciclo donde, todos juntos trabajando en conjunto puedan recrear una España tan culta, tan energética y tan productiva como la que había antes de la expulsión?

Para conocer más sobre Toledo y su historia le recomendamos estos libros, oprima aquí.

 

Acerca de Daniel Ajzen

Como reportero ha escrito para los principales diarios de México, incluyendo Excelsior, Novedades, UnoMasUno y las principales revistas mexicanas. Sus reportajes internacionales han sido reproducidos por O Globo en Brasil y La Nación en Argentina. En televisión, fué reportero para 60 Minutos y Hoy Domingo, condujo su propio programa y ha producido incontables programas de radio y televisión con gran éxito. Fué Director de Noticias Internacionales para Telesistema Mexicano hoy Televisa. Como reportero y productor de radio, ha recibido numerosos premios, incluyendo el reconocimiento al "Mejor Programa Cultural de Radio en México" en dos ocasiones. Ha sido catedrático para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana. Sus libros han sido usados como libros de texto. Para Internet, ha creado importantes sitios web como SaveTheMusic.com Jewishwebsite.com eastlandofficesupply.us etc. y con su experiencia en comunicaciones, noticias y producción, creo Wordmedianetworks.com e Hispanopolis.com; el primer centro hispano de contenido multimedia y chaptersync.com la primera plataforma para administracion y sincronizacion de contenidos en medios sociales para organizaciones no lucrativas y franquicias.

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