Viajar por España, como lo habrán podido notar en los artículos pasados y lo notarán en los próximos es como viajar por el mundo en un viaje encapsulado en el que cada equis número de horas se pasa de un país a otro sin abandonar el original.
Desde Galicia a Andalucía, desde Navarra hasta el último rincón de Cataluña cada viaje es una nueva experiencia.
Pasear por los verdes montes de Galicia, es una experiencia que cuando menos iguala, cuando no supera el recorrido de destinos específicos como los que hemos estado presentando en las últimas semanas.
Disfrutar de sus pequeñas huertas familiares y la presencia, constante, casi inspiradora, de sus grandes molinos de aire -que hasta Don Quijote hubiera disfrutado sabiendo que representan un futuro de autosuficiencia energética e independencia del poder corruptor del mundo petrolero- rodeados de verdes forestas que permiten presuponer una conciencia ecológica mayor a la que había hace algunos años y que –de seguir expandiéndose- garantizara aire fresco y aguas limpias para la península.
Manejar por Andalucía nos lleva a un país parecido pero diferente más urbanizado, más “moderno” más “occidental” que Galicia pero igualmente invitador y acogedor.
Navarra, con sus grandes extensiones de terreno, con su gente apasionada que apegada a un pasado orgullosamente independiente -y ya desde entonces modernista- se está haciendo una imagen más clara de un futuro prometedor.
Y ni que decir de Cataluña donde los ríos de creatividad judía fluyen en todas direcciones atrayendo lectores, visitantes, pensadores, seguidores de todo el mundo y de quienes hablaremos más adelante.
Por lo pronto, y como un paréntesis al viaje por distintas ciudades mencionemos que viajar por los campos españoles, en cualquiera de estas provincias es como visitar el futuro sin abandonar el pasado.
Es más, me parece que lo hago casi en total anonimato rodeado de españoles concentrados en sus actuales problemas pero sin darse cuenta de que todo lo que han plantado en el pasado reciente fructificará pronto en beneficio no solo de su país sino de todos.
Si a Usted no le interesa Sefarad,
Si a Usted no le interesa la historia, ni las ruinas, ni la arqueología,
Si no le interesan ni las ruinas ni la arqueología,
Si las luchas de hace 600, 300 o 80 años le son indiferentes,
Aun así, Usted debe visitar España y recorrerla, si es MUY valiente, a lo “Compostela” o sea a pie o a lo moderno, o sea en automóvil, y dejarse llevar por la paz, la seguridad, la limpieza, la tranquilidad y al mismo tiempo la ebullición de sus provincias.
España está en movimiento y todo aquel que quiera unirse a su futuro está a tiempo de hacerlo.
Por primera vez en mucho tiempo España es nuevamente la casa de todos, la mansión de tolerancia y la promesa de un futuro sano que muy pocas naciones, – y menos aún si consideramos solo las de habla hispana,- pueden ofrecer a Usted y su familia.
Pero eso sí, si visita España, ignore los comentarios pesimistas de todo mundo o mejor aún, escúchelos con atención -para ellos son reales- pero escúchelos comparándolos con la situación en nuestros países y después de hacerlo, sonría, tome una copa de buen vino (como si hubiera otros en España) brinde con su interlocutor por un futuro compartido que solo podrá descarrilarse con mucho esfuerzo.
Visite y disfrute de la nueva España y su nueva Sefarad que con un ánimo indómito parece revivir paso a paso con un orgullo, una fortaleza y una independencia únicas en el mundo judío de la actualidad.
Y al viajar por España recuerde que si bien todo es España todo es, orgullosamente, algo más, algo único, en ebullición, en re-creación donde todos, católicos, judíos, cristianos, musulmanes, agnósticos y seculares parecen capaces de compartir el mismo espacio casi con respeto y acomodo para todos donde ninguna autoridad, y esto es quizás lo más valioso, ninguna autoridad nacional, estatal, local, y sobre todo religiosa tiene suficiente poder como para poder obligar a nadie a seguir sus mandatos y así, compartiendo la “verdad” entre todos, respetando el pasado y con un cierto temor hacia el futuro avanzan lento, pero seguramente hacia un futuro mejor.
Así que, a viajar, a disfrutar, a conocer la nueva España y si tiene Usted la suerte de ser – o estar interesado- en lo sefaradí va a aprender no solo todo lo que el pasado tiene que enseñarle sino sobre todo, si escucha con cuidado, lo que un futuro, en una de las muchas nuevas pequeñas comunidades del país, puede ofrecerle a quienes están siendo arquitectos libres de su propio futuro superando por igual las presiones y exigencias de países externos e ideologías del siglo XX dejándole a Usted la libertad de no crear nada nuevo y quedarse en el pasado o de abrir sus alas y volar tan alto como su imaginación le permita en un vuelo solo posible, como sefaradí, en esta limpia, prometedora, tranquila dentro de su ebullición, modernamente tradicionalista nueva España.
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