Recorrer la ruta Sefarad nos lleva a veces a ciudades y poblados milenarios de los que personalmente yo nunca había escuchado una palabra.
Ciudades medievales encantadas donde el tiempo se detuvo y el futuro avanzo lentamente de tal manera que se fue colando entre las memorias sin dispersarlas ni dañarlas como es el caso de Tarazona dinámica ciudad a la orilla del rio con su edad media intacta, sus callejuelas medievales habitadas ahora por moros de una nueva generación recién aterrizados en el continente cargando su propia edad media a cuestas.
En las faldas del Moncayo, donde se entrecruzan los caminos de Aragón, Navarra, Castilla y la Rioja nos encontramos con Tarazona, con más de 2,000 años de antigüedad ciudad fundada por los romanos que desde entonces tuvo una comunidad judía.
Tarazona, población de la que personalmente nunca oí hablar antes de esta visita resultó ser una de las más interesantes en cuanto a construcciones, museos, judería, arquitectura y memoria histórica viva. Sus antiguas “unidades habitacionales”, sus palacios, sus casas colgantes todas sobrevivientes de las guerras que nunca las destruyeron dan testimonio de una era de tolerancia y productividad aunque debo reconocer que hoy, esta podría cuestionarse ante el grafiti de “free palestine” (si así, en ingles) en los muros de la judería –donde no quedan judíos y solo viven árabes del norte de África y donde entre basura, miradas sospechosas y un ayuntamiento que trata de renovar y mejorar el barrio aparecen los monstruos ideológicos del presente en poblaciones que creo, ni siquiera entienden muy bien lo que hacen y se sientes, por propias elección ajenas a la humanidad que les rodea a pesar de que esta ni se sorprende, ni se siente mal por su presencia.
Es el caso, me pareció a mí, de una minoría que nadie discrimina y que entonces se auto encierra para no ser absorbida por una ciudad que los recibe y atiende como propios.
Pero más importante es el hecho, ausente en algunas otras guías que he visto, donde en todos los materiales se menciona el pasado y la presencia judía sin darle ni mayor importancia ni sentir ninguna necesidad de olvidarlo.
Tarazona pues se recorre caminando, subiendo por sus montes y bajando por las callejuelas mientras se disfruta de sus hosterías, cafeterías y ciudadanos acompañados por una pequeña pero impresionante colección de materiales didácticos únicos.
Desde “Jugando a Sefarad” cuento-guía para descubrir el pasado judío de la provincia de Zaragoza que incluye las juderías de Tarazona, Biel, Sos del Rey Católico, y los castillos de Borja, Daroca, Calatayud y Uncastillo.
Calatayud tuvo siete sinagogas lo cual hace presuponer al existencias de un comunidad de gran tamaño o la de una comunidad con por los menos siete familias influyentes compitiendo por la predominancia local.
En todas estas ciudades había, como en toda judería, sinagoga(s), mikve(s), carnicería(s), horno(s), tienda(s) de productos kosher, un hospital y un cementerio.
Este cuento-guía, habla de Yacov y su padre, el sastre explica su vida diaria, sus costumbres, el significado del viernes y la fiesta de Januká que me imagino escogieron por ser la que coincide – en fechas- con navidad y por ser una de las más apreciadas por los niños por sus regalos, juegos y comida a pesar de ser una de las insignificantes dentro del calendario festivo tradicional.Pero la verdad es que recorrer estas calles en compañía de la Concejala Navarro y ser atendidos por Violeta Cadarso, y Ma. De los Ángeles Gomollon quienes con emoción casi infantil me mostraron sus libros, sus guías, sus materiales todo a un nivel tan emotivo que me permitieron crear una imagen más personal, de una ciudad que por su tamaño, podría haberme abrumado irreparablemente.
Así que además de los cuentos, los videos, la Guía de la Judería de Tarazona y las guías locales que a diferencia de otras incluyen en sus recorridos ‘normales’ la judería y sus casas colgantes esta la monumental obra de 1,200 páginas de “Los Judíos de Tarazona en el Siglo XIV” que, a pesar de su tamaño debería ser utilizada para extraer textos para enseñar historia sefaradí ilustrando las experiencias y las vicisitudes de la vida diaria de la comunidad y de las familias Cushniel, Axevil, y Portilla entre las que se oyen ecos de famoso apellidos ashkenazim y mexicanos, tahúres, doctores, administradores ilustrando la vida diaria de una comunidad, que sin saberlo, estaba al borde de su extinción.
En resumen, Tarazona es una sorpresa inesperada, rica en vistas y sabores, con grandes atractivos para el turista caminante, para el que gusta de leer y el que gusta del buen comer y para el que, paso a paso quiere sumergirse en la vida diaria de lo que fueron las juderías españolas.
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