“Oscuridad y luz componen tu belleza, dulce y graciosa,
Pues al crearte, el Señor aproximó el Oriente a Occidente,
Y puso en torno a tu esplendor un alacrán agazapado en la celada.
Te revistas o no de brocados como las señoras,
Te baste tu figura, pues te adornas de encanto y no de joyas”
¿Sabe Usted en qué año? ¿En dónde y por quién fue escrito este poema?
O como se diría en vasco:
“Ilunak eta argiak osatzen dizute….eta ez bitxiez”
Si, así, en esta edición trilingüe en vasco, español moderno y hebreo aparece la antología poética “Sobre las Alas del Viento” del judío toledano Yehuda Ha-Levi originalmente escrita alrededor del año 1100 aquí, en nuestro destino de hoy: Tudela, en la provincia de Navarra en el noreste de Sefarad.
Tudela ciudad abierta donde las tres civilizaciones convivieron pacifica y productivamente durante cientos de años, Tudela la única ciudad de España que se negó a recibir a los inquisidores, la única que exigió la expulsión de sacerdotes provocadores, la única donde aun hoy se respira la paz de aquellos años la misma donde vivieron desde Halevi autor de “Sobre las Alas del Viento”, y claro, El Cuzari” la famosa obra que por siglos ha determinado las discusiones que sobre teología se llevaron a cabo y que finalmente tuvo que prohibir la iglesia española para evitar más sinsabores.
Tudela es también la ciudad de Benjamín, si ese, el de Tudela, el que salió de acá para recorrer el mundo elaborando la guía más detallada del mundo medieval que hasta entonces se había elaborado (Viajes de Benjamin de Tudela, 1160-1173) y uno se pregunta porque en una ciudad tan agradable como esta sus pobladores pensarían siempre en salir al mundo pero por otro lado, la ciudad está a la mitad de todo, en el cruce de caminos entre civilizaciones pasando casi sin grandes confrontaciones de un imperio a otro, de un periodo a otro.
En el centro de Tudela uno puede sentarse a tomar un buen café – igual que en toda España realmente- pero acá, por algún motivo que no comprendo, se antoja quedarse, poner una oficina, trabajar desde esta ciudad y desde ella extenderse al mundo entero.
¿Dije ciudad? Bueno corrijamos, para quienes han vivido en una ciudad de millones de habitantes Tudela es un pueblito, una población cuyo mayores bienes son sus habitantes y su historia y que decir de sus restaurantes en los que, además de buenos platillos se presume la presencia – aunque haya sido de paso- de Becquer entre poema y poema.
Pero es que acá, todo parece ser de paso y todo pide paciencia.
Tudela está rodeada de obras de arte que se extiendes desde la portada del juicio de la Catedral de Tudela (mundo este detenido, de acuerdo a la versión local y como muestra el detalle del dintel, por los judíos)
¿En qué otra ciudad leemos poesía en las placas de las calles?
Y para muestra un botón de la poesía de Halevi que, aunque escrita hace 900 (si, novecientos) años se presta – creo yo – de maravillas para saborear el próximo café (que por cierto no era conocido en esas tierras cuando esta poesía fue escrita)
http://t.co/wnJOEBU6aQ
Daniel:
Acaso eres tu el poeta al que le toca ser el Yehuda que llega a Tudela desde Mexico?
Y, si no, seras al viajero que le toca el hacer el viaje de regreso de Benjamin a Tudela?
O, los dos al mismo tiempo?
Muchas gracias por estes articulo que se suma a una sèrie magnifica de relatos sobre el legado judio en nuestras tierras.
Montse Martín i Vivas
Directora de Relacions Institucionals i Ciutadanes
Ajuntament de Barcelona