Caminar por la España medieval garantiza una amplia gama de inesperadas sorpresas.
Por ejemplo, a lo lejos, Besalú parece un somnoliento pueblo medieval con su fortaleza y torretas de defensa listas para detener a cualquier asaltante o ejercito enemigo.
Pero de cerca, Besalú resulta estar lleno de vida, y modernidad con una torreta que hace ya 500 años se usaba no para defenderse sino como torreta de control de peaje para cobrarle a todo viajero que desease entrar a la ciudad.
¿Y una vez dentro? Bueno una vez dentro esta la plaza central, llena de cafés , música y alegría y as un costado, bajando por la montaña, en lo que hoy se consideraría “prime real estate” una mikve, no cualquier mikve sino la mikve mejor situada que he conocido.
Usted sabe, una mikve, o baño ritual, tiene como función la de servir de baño privado para el público, donde las mujeres deben ‘purificarse’ antes de cada viernes y después de cada periodo; donde el agua debe ser limpia y corriente para que siempre este “purificada” pero, cuando además de todo esto Usted puede entrar y gozar de una vista única del rio y la torreta, del paisaje adyacente y el cielo circundante entonces Usted, además de purificar el cuerpo purifica el alma y el espíritu y esto es exactamente lo que, durante siglos sucedió en Besalú, un pequeño poblado a un costado de Cataluña del que poco o nada se ha escrito en los libros de historia y en donde, sin poder mencionar un solo gran intelectual que haya surgido acá podemos estar seguros que sus pobladores y visitantes disfrutaron de años de paz y tranquilidad inigualables.
Y sin embargo esta misma mikve, mas algunas costumbres adicionales que en aquellos años eran exclusivas de los judíos (lavarse las manos antes y después de cada comida, bañarse por lo menos una vez a la semana, comer solo alimentos que hayan sido inspeccionados para estar seguros que no están contaminados o provienen de animales enfermos, evitar comer ciertos alimentos que hasta la fecha son famosos por la cantidad de enfermedades que pueden transmitir, etc.) provocaron el miedo, la envidia y la ira de los vecinos.
En 1415, 15 años dentro del periodo de la peste negra los vecinos no judíos de Besalú (que representaban el 70% de la población) atacan a sus vecinos judíos debido a que entre ellos la mortalidad por la peste es mucho menor a la de la población en general y, en vez de comprender que se debía a los niveles de higiene impuestos “religiosamente” a la comunidad – lo cual les hubiera permitido copiarlos y así evitar o detener en alguna medida la expansión de la peste- los curas católicos (para evitar que sus seguidores lleguen a la conclusión de que Dios protege a los judíos –cuando como ya dijimos el factor decisivo era la higiene-) se dedican a afirmar que los judíos son quienes están infectando a la población envenenando sus pozos (que son los mismos de los que ellos toman agua pero que nadie parece recordarlo) e inflamando emociones que provocan primero el encierro de los judíos en una zona especifica y 21 años mas tarde (1436) su expulsión del pueblo.
Así, entre mentiras y falsas acusaciones termina la presencia judía milenaria de Besalú y sus 250 judíos que representaban el 25% de los habitantes del pueblo.
La comunidad judía de Besalú dependió hasta 1342 de Girona y desde ese año hasta 1436 fue independiente con mas tráfico y comercio con Francia que con la propia Girona que visitaremos la próxima semana.
Artículos Relacionados: