España/Sefarad 31a. parte: La uña enterrada y la Ley de Restitución de la Ciudadanía

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Es curioso, quizás Usted  lo ha notado, que la gente mala nunca muere.

Si yo sé que hay un dicho que dice que “mala yerba nunca muere” pero más que el dicho yo me refiero a los decires que escucho en los panteones donde nunca he escuchado que algún malo se muera o que algún muerto haya sido malo.

¿Alguna vez a Usted le ha tocado escuchar, “este hombre fue un ladrón”, “este fue un asesino”, “estamos hoy reunidos por el placer de despedir a esta mujer que era una arpía”, “Don Juan fue un político corrupto”, “estamos para despedir a Luis que ya no podrá seguirnos molestando”.. etc. etc.?


Morir es sinónimo de purificación, de arreglo de cuentas (aunque dejemos todo revuelto y provoquemos enormes pleitos familiares entre los buitres que se pelean la herencia que nunca quisimos organizar precisamente para evitar estos enfrentamientos posteriores) y aun así no hablan mal de nosotros.

Ni siquiera me ha tocado escuchar que en algún entierro alguien diga “mira, su madre fue buena, ¿cómo es que el hijo es tan malo?” ni nada por el estilo, pareciera que al morir todos nos santificamos.

Pero no nos adelantemos porque no hemos muerto lo único que hemos confrontado recientemente fue una uña enterrada.

¿Una uña enterrada?

¿Todo este rollo y lloriqueo es por una humilde uña enterrada?

Uña enterrada
Uña enterrada

Bueno, pues me da un poco (solo un poco) de pena reconocerlo pero si, todo este articulo está dedicado a una uña enterrada, pero no cualquier uña porque esta ha sido especial por los abismos que ha iluminado.

Ayer, al levantarme, puse –como todos los días, el pie derecho en el piso (siempre hay que empezar con el pie derecho aunque no me queda claro de dónde viene este concepto), e inmediatamente después traté de poner el izquierdo y al hacerlo sentí un punzante dolor que nunca antes había sentido.

El dedo gordo, del pie izquierdo, se levantaba en un grito de angustia exigiendo atención para el dolor que presentaba generado por la uña, que por algún motivo extraño y en contra de las reglas de la naturaleza que debería ser perfecta, creció en la dirección equivocada y se enterró en la tierna carne (¿tierna? ¿De verdad?). Bueno dejémoslo entonces que se enterró en la carne con un dolor que ameritaba cuando menos un gritito de desesperación.

Palacio de la Inquisición de Cartagena, Colombia
Palacio de la Inquisición de Cartagena, Colombia

Mientras trataba de usar un cortaúñas y luego una navaja para cortar y extraer la uña empecé a sudar, primero pensé que que bueno que no soy mujer porque yo me hubiera quedado con el niño antes de aguantar el dolor de darlo a luz pero luego, mientras sudaba, gritaba interiormente, y sudaba el dolor ante la simple cercanía de la navaja a la zona afectada me acordé de Cartagena, en Colombia, donde tuve la oportunidad de visitar el Museo de la Inquisición donde pude ver los instrumentos que estos “santos” señores usaban para “extraer” la verdad de los interrogados y “limpiar” las almas de los condenados recordando con especial claridad un martillito con unas navajas que usaban para romper y/o extraer las uñas (todas, las 10 y no solo las enterradas) y trate de ponerme en su lugar.

Herramienta de tortura utilizada para la extracción de las uñas.
Herramienta de tortura utilizada para la extracción de las uñas.

Trate de volverme Yehuda en Barcelona, o Luis de Carvajal en Monterrey, o Galileo Galilei –o Francisco, Cayetano, Dulcinea, Carlos, Magdalena, Antonio, Inés y cualquiera de los nombres listados en las 29 páginas de uno de los muchos listados que existen para documentar estos eventos y llegué a la conclusión de que yo no hubiera podido aguantar que me arrancar ni una de las 10 uñas, ni que usarán ese anillo de metal que ponían en el cuello para que según se iba uno cansando, los picos del anillo se iban enterrando en la carne de la mandíbula inferior y provocaban la expulsión de los dientes uno por uno.

Herramienta de tortura utilizada para la extracción de los dientes.
Herramienta de tortura utilizada para la extracción de los dientes.

Y confirmé nuevamente que no, no tendría yo ni la presencia, ni la convicción ni el valor de aguantar nada de esto (es mas creo que ni siquiera aguantaría hacérselo a otros – y conste que hay varias personas a las que me “gustaría” hacérselos para ayudarlos a “purificar” sus malas acciones y entonces trate de entender a víctima y victimario  en términos actuales.

Si el victimario se quedaba con algunos de los bienes de la víctima, le pagaban para irse a beber un montón de cerveza y seguramente le daban un lugar de honor en la iglesia y “fasttrack” para la confesión.

Si, la victima aguantaba –porque así lo demuestran los documentos cuidadosamente preservados en los archivos del Santo Oficio- el dolor desde el momento en que era arrestado –para quitarle sus bienes más que para cualquier otra cosa-, cuando era arrastrado al Palacio de la Inquisición donde era presentado a las maquinas de tortura manejadas por clérigos que presumían de ser hombres de bien y contar con la bendición de su religión y durante los días – a veces semanas – que duraba su tortura la cual era aplicada “cuidadosamente” para asegurarse de que el torturado no se muriera y quizás así escapara al Santo Oficio o peor aún, purificara su alma con su fallecimiento.

Y entendámonos, esto funcionó por siglos, desde 1184 en el sur de Francia (en 1249 se creó la Inquisición de Aragón, la primera con calidad “estatal” y que sobrevivió hasta 1821 en España y hasta el 15 de Julio de 1965 (si leyó Usted  bien, 1965 ¡!) en Roma cuando Pablo VI cerro  la oficina del Santo Oficio la cual fue re- bautizada como la Congregación para la Doctrina de la fe encabezada por quien unos años más tarde fue el Papa Benedicto XVI.

Y recordando todo esto trate de distraerme durante las horas (¿horas?, bueno minutos, bueno quizás segundos) que duró mi tortura personal y decidí que había que separar, por lo menos un minuto de nuestro tiempo de hoy para honrar a las víctimas de la Inquisición, “recordar –pero no honrosamente- a las autoridades eclesiásticas que justificaron estas torturas y a las autoridades civiles que con tanto gusto las apoyaron porque les sirvieron para afianzar su poder por medio del medio y eternizar la corrupción y el abuso que este exceso de poder les dio pero sobre todo para pensar que cuando hablamos de la Ley de Restitución de la Ciudadanía a los descendientes de los expulsados de España tenemos que comprender lo que esto implica.

Si aun hoy, 550 años más tarde, podemos recordar que la expulsión fue promovida por órdenes religiosas –“destacaron” los Benedictinos – que por medio de ella se hicieron de edificios, casas, terrenos, y todo tipo de bienes terrenales que si bien no se podían llevar consigo al paraíso que les estaba reservado si les sirvió parta vivir cómodamente en el terrenal sin tener que hacer mas trabajo que el de incitar a las masas y asegurarse que las “tropas” localizaran – o inventaran- alguna victima a la cual torturar para finalmente quemar.

¿Y por qué traer todo esto a colación?

¿Para qué recordarlo ahora que todos somos tan amigos y tan felices?

Bueno, primero porque sucedió,

Segundo porque fueron las practicas de la inquisición, seguidas paso a paso las que permitieron su repetición inmisericorde durante el reinado de Pio XII cuando se usaron para tratar de acabar con los liberales, socialdemócratas, socialistas, anarquistas, comunistas y todos los istas y sirvieron para aglutinar a las masas alrededor –ayer de un Rey Católico, hoy de un Fuerer- que gracias a estas técnicas centenarias consolidaron su poder para recordar que esto sucedió hace 650 años, hace 500 años, hace 70 años y podría volver a suceder si bajamos la guardia.

Ante esta perspectiva de lo que fue la aceptación de esta Ley de Restitución de Ciudadanía, a pesar de lo complicado y revoltoso que la hicieron, adquiere un nuevo perfil y nos permite “presumir” de haber avanzado como humanos en general, como portugueses y españoles en particular superando taras que parecían insuperables para sembrar las semillas de un mejor mañana.

¿Les dije lo feliz que me sentí cuando escuché el “Mazl Tov” de una boda judía en el recinto del Palacio de la Inquisición donde me pude imaginar que si algún fantasma andaba por ahí debió habérsele revuelto el estomago o por lo menos le debió haber dado un tremendo dolor de uñas al percatarse que 550 años después de haber perseguido, robado, humillado, destrozado, torturado, quemado y matado a tantos inocentes ahora tenía que presenciar su derrota?

¿Todos inocentes?

Bueno ya corroboramos que la muerte “purifica”, que “nunca” mueren los “malos” y que todos al morir parece ser que se “purifican”

¿Parece ser?

Bueno, de alguna manera tenemos grabados en la psique este concepto de purificación por muerte, así lo ilustra la mitología, lo cuentan las leyendas y lo refrenda la Inquisición que llevó este concepto al extremo ya que, quienes morían eran “salvados” por el fuego o la conversión forzada mientras que quienes vivían eran condenados a ser reconocidos como “cristianos nuevos” con una carga negativa casi  idéntica – o peor- a la del sello de “judíos”.

Así que hoy los invito a todos – al terminar esta lectura- a darse un minuto de tiempo para recordar a quienes aguantaron estas torturas  (si lo han tenido piensen en el dolor de una uña enterrada y multiplíquenla ad infinitum);

También los invito a pensar en quienes lo implementaron porque aun existen y siempre existirán y hay que conocerlos para evitar que vuelvan al poder y por ultimo para pensar en todas las personas que intervinieron en este proceso de décadas que apenas concluyo con la edición final de la Ley de Restitución de la Ciudadanía y reconocerles que a pesar de los errores que cometieron, de lo complicado que lo hicieron se requirió de una gran prestancia moral y valor histórico el emitir esta ley que nadie les pidió, que no leas dará ningún beneficio económico a los firmantes y que sin embargo, hoy aquí está –ante las mismas instituciones que la promulgaron y sostuvieron por siglos- como una prueba de que el espíritu humano, de que lo bueno si triunfa sobre lo malo (aunque tarde 600 años) y asi darle a España (y claro a Portugal) el reconocimiento que este acto amerita por lo que representa en el giro de la historia que hoy, gracias a este acto se engalana con un denominador de decencia, de valor, de hidalguía que pocas naciones y ninguna institución han tenido.

Y por cierto, ¿mencioné que ya no me duele mi dedito?

Acerca de Daniel Ajzen

Como reportero ha escrito para los principales diarios de México, incluyendo Excelsior, Novedades, UnoMasUno y las principales revistas mexicanas. Sus reportajes internacionales han sido reproducidos por O Globo en Brasil y La Nación en Argentina. En televisión, fué reportero para 60 Minutos y Hoy Domingo, condujo su propio programa y ha producido incontables programas de radio y televisión con gran éxito. Fué Director de Noticias Internacionales para Telesistema Mexicano hoy Televisa. Como reportero y productor de radio, ha recibido numerosos premios, incluyendo el reconocimiento al "Mejor Programa Cultural de Radio en México" en dos ocasiones. Ha sido catedrático para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana. Sus libros han sido usados como libros de texto. Para Internet, ha creado importantes sitios web como SaveTheMusic.com Jewishwebsite.com eastlandofficesupply.us etc. y con su experiencia en comunicaciones, noticias y producción, creo Wordmedianetworks.com e Hispanopolis.com; el primer centro hispano de contenido multimedia y chaptersync.com la primera plataforma para administracion y sincronizacion de contenidos en medios sociales para organizaciones no lucrativas y franquicias.

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