Estipulación a destiempo

No puedo comprender que a los niños les roben su niñez y deseen que crezcan prematuramente apresurando sus experiencias, saltándose pasos tan importantes como las caídas que los ayudarán a fortificar su coordinación, aguante, soporte y que desde temprana edad sepan que así es y así será la vida en general.
A eso le llaman estimulación temprana cuando realmente no es más que ayudar a una oruga a que despliegue sus alas de manera precoz, para cuando ya las tenga a todo su esplendor no tendrá la fuerza suficiente para volar, dado que no le permitieron ejercitarse en su momento preciso.
No estoy de acuerdo con las estimulaciones que ustedes les dicen “temprana” y yo les llamo “a destiempo”.

El problema es que muchas malas madres y malos padres se creen esa tontería que existe una edad para tal o cual cosa. Una edad para caminar, una edad para casarse creyendo que luego de esa edad ya está “quedada”, y así muchas edades impuestas por una sociedad en apuros que han logrado, con el paso de los años en las generaciones, que cada próxima generación sea más torpe y menos pensante, más cómoda y más dependiente. Esto ha creado ideales tales como el resurgimiento del socialismo, ya que quieren que todo sea muy rápido y que otro lo haga por ellos, en ese caso el Estado (filosofía marxista), y hasta ya le atribuyen al prójimo la obligación. A grado tal que luego no hacen sus tareas, dejan todos los juguetes tirados, carecen de responsabilidades mientras las mamás se enojan con sus hijos por ser ellos desatentos, sin calcular que son ellas, con esa estimulación temprana, las que propician dicho flagelo para la próxima generación.
Por algo estamos cada vez más tontos y la generación es cada vez más “de cristal”.
¡Por Dios!, dejen que los niños vivan cada uno a su tiempo y si tienen que caerse, pues que se caigan, que se golpeen, que chillen.
Los padres debemos hacer lo posible para educarlos. Educar no es hacer todo por y para ellos. A veces, educar es dejarlos que se golpeen, que se tarden y que aprendan que la vida es así desde el nacimiento hasta el último suspiro.
Esos niños que estimulan tempranamente luego no van a saber hacer casi nada si no tienen a alguien a su lado. Y la prueba está en esta generación de idiotas que vemos en la actualidad.