Argentina es el país en el que estudió, España el lugar que le abrió los ojos al mundo, e Israel su presente y futuro sueño. Pero los distintos pasos que dio en su vida siempre estuvieron enmarcados en la gastronomía, su pasión que se transformó en vocación. Así es Eugenia Romano, una joven de 28 años, nacida en Buenos Aires, quien llegó a Israel un poco por casualidad y menos poco por la cocina.
“Antes de Israel, trabajé en San Sebastián, España, con cocina argentina y sentí que necesitaba conocer más el mundo”, remarcó Romero, quien es licenciada en gastronomía tras estudiar cuatro años en UADE (Universidad Argentina de la Empresa) luego de egresarse de la Escuela Técnica ORT de Buenos Aires en el año 2010.
“La cocina se trata de la cultura de varias sociedades y de descubrir la gastronomía de cada casa y familia, esto fue lo que me llevó a irme de Argentina”, explica Romano el por qué de su viaje a Israel hace tres años, luego de trabajar en el hotel Alvear de la capital argentina y como cocinera privada en varios eventos en su país natal.
Luego de partir a, como dice ella, “lo desconocido” con su novio, se dio cuenta que todo lo que aprendió en su casa judía es totalmente distinto a lo que vive gastronómicamente en la cocina israelí.
“Mamé la cocina de pequeña, por herencia familiar, no tuve otra opción. La comida de Medio Oriente me vuelve loca, había estado en Israel con Taglit en familia y conocía la gastronomía de la región”, comentó Romano, quien dice que le costó insertarse a la sociedad israelí más que nada por el idioma. Sin embargo, el paso del tiempo hizo lo suyo, y hoy sigue aprendiendo el vocabulario nuevo “a los ponchazos”.
“En Tel Aviv todo el mundo habla inglés y eso es buenísimo, pero después tiene su lado negativo porque el hebreo lo vas perdiendo. No tuve clases particulares y era necesario que me digan las cosas en inglés al principio”, señaló Romano. Ella nunca quiso ser la única que preguntara todo en la cocina por la falta de idioma, y eso la hizo tener que esforzarse el doble para cumplir con sus objetivos.
“En Israel, es diferente la cultura de cada cosa, te preguntan de dónde venís y la mayoría de los que viven ahí son inmigrantes. Esto se comparte en la mesa, hay una marca personal muy fuerte y lo mostrás en el plato cuando cocinás”.
Y amplía en el concepto gastronómico: “El plato refleja lo que somos, nuestras tradiciones, los antepasados, las raíces de cada individuo. Todos los viernes a la noche en Shabat son mesas con aromas, olores y sabores”.
En cuanto a lo que conoció y logró realizar sin conocimiento previo, la chef dijo: “Aprendí a usar las especias y el balance de la acidez en un plato en Israel. Tel Aviv es una burbuja, pero estamos en Medio Oriente y los sabores te transportan a distintos países”.
Por último, Eugenia compartió su sueño a futuro con Aurora y la razón por la que se quiere seguir asentando en el Estado judío: “Lo que yo quiero hacer es mostrar la gastronomía israelí al mundo. Va mucho más allá de un hummus y un falafel. Por eso quiero quedarme todavía más tiempo en Israel”.
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