El primer papa latinoamericano, argentino, el primer jesuita, el primero en visitar Auschwitz, Irak y otros 64 países —66 en total—, con un recorrido de 470,000 kilómetros que equivalen a un viaje de la tierra a la luna. Tantos otros lugares donde nunca había llegado un papa. El tercero en visitar Tierra Santa, donde se reunió con los líderes políticos de Jordania, Palestina e Israel.
El actual pontífice viajó a Tierra Santa del 24 al 26 de mayo de 2014 para conmemorar los 50 años del encuentro entre san Pablo VI y el patriarca Atenágoras.
Al igual que su predecesor, al visitar Jordania, Palestina e Israel se reunió con las autoridades políticas y religiosas.
Visitó algunos lugares santos como el sitio del bautismo de Jesús en Betania, en el río Jordán; la Gruta de la Natividad en Belén; el Santo Sepulcro en Jerusalén; la Iglesia de Getsemaní, cerca del Huerto de los Olivos; y el Cenáculo, donde Cristo celebró la Última Cena.
Uno de los gestos más recordados de esa visita apostólica tuvo lugar el 25 de mayo, cuando se detuvo para rezar unos minutos ante el muro que divide Israel y Palestina.
Al día siguiente, protagonizó el recordado “abrazo de las tres religiones” junto con sus amigos argentinos: el rabino Abraham Skorka y el musulmán Omar Abboud, frente al Muro de los Lamentos. En ese lugar, el Santo Padre depositó un papel con el Padrenuestro escrito en español.
El 26 de mayo también se encontró con dos sobrevivientes del Holocausto que fueron salvados por católicos.
El primero en tener un amigo y consejero rabino, fue un gran amigo del judaísmo y los judíos —y un gran crítico de las políticas de Netanyahu en Gaza—.
El último en visitarlo fue J. D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, quien fue bautizado católico aunque nunca profesó esta fe. Francisco luchó por lo que consideraba justo, por una Iglesia “callejera” que saliera a buscar y trabajar con los pobres, y que renovara sus bases ideológicas.
Con su fallecimiento, es muy probable que la derecha católica, encabezada por Benedicto XVI —el papa previo a Francisco, que sigue vivo en el Vaticano—, retome el comando de la Iglesia y se alinee con los movimientos populistas de los que el papa Francisco se mantuvo alejado. Pero eso lo sabremos en unos días.
Hoy debemos recordar y aplaudir a un hombre bueno, con buenas intenciones, con ganas de construir puentes y acercar a las religiones monoteístas, e incluso a las sectas y grupos cristianos, para lograr un mundo mejor para todos.
Descanse en paz.
Artículos Relacionados: