La luna es para la noche; como febrero para el amor.
Mercadotécnicamente nos lo han enseñado así, nos lo han imbuido, como si sólo en febrero existiera la magia de amar. Mecánicamente compramos de todo, tarjetas, camisetas, globos, pasteles, ropa íntima con imágenes de Cupido, de corazón o con las leyendas: ¡Te quiero!, ¡Te amo!, ¡Te extraño!
En el universo hay dos fuerzas que rigen y predominan: el miedo y el amor. El primero es un sentimiento limitante, paraliza e impide avanzar; se contrarresta con el segundo, motor que mueve al mundo. Los miedos se conquistan, en vez de vencerse.
Es común y a veces evidente, la poca claridad de quiénes somos en esencia, desconocemos valores y fortalezas propias. Cuando la autoestima es baja, transmitimos lo poco que nos valoramos; este es el mensaje que los demás reciben, el que transmitimos y del que parecemos dejar de darnos cuenta.
Poetas, escritores, pintores, escultores durante siglos han plasmado al amor de distintas formas. El afán por buscar la felicidad y el amor fuera de la persona, lleva nuevamente al principio de todo entendimiento, mientras más pronto aprendamos que se encuentra dentro, lograremos paz, armonía y equilibrio.
Para amar a los demás es requisito indispensable amarnos primero; elevar la conciencia y los sentimientos que nos hacen merecedores, dueños de nuestra varita mágica; con ello vibramos en la escala más alta y en consecuencia atraemos a nuestras vidas a quienes están en esa misma sintonía.
Sirva entonces este mes que nos recuerda que antes de amar hay que resolver los conflictos; soltar aquello que ha cumplido ya su ciclo, personas, objetos; todo encuentro es causal, la gente llega a nuestra vida por una razón, en ese tiempo; el apego es pegajoso y nos pone en un territorio limitado contrario a ese gran viaje donde optamos entre infinitas alternativas.
La nostalgia que a veces se deja sentir nos recuerda que este mes debemos transformar nuestra emoción en alegría; que todo lo que va, viene; que todo lo positivo que tiene nuestra aura atrae hacia nosotros personas y situaciones equivalentes, círculo energético al que debemos aspirar de hoy en adelante.
Rodeémonos de aquellos que creen y suman a nuestros sueños, esa es la gran sinergia que crea magia. Una vez que calibremos en esta alta sintonía la tarea es permanecer ahí, todos los días. El secreto es conservar este deseo hasta convertirlo en un hábito, el que hace al maestro.
Que febrero y los meses por venir tengan todos los Días Mágicos, hoy por lo pronto, que tengas un MÁGICO DÍA.
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