Tener la oportunidad de ganar dinero haciendo lo que a uno le gusta es una de las bendiciones más grandes que un ser humano puede obtener.
¿Por qué?
Todo aquello que nos gusta, lo hacemos no solo bien, ¡lo hacemos MUY BIEN! lo realizamos con gusto y el resultado es espectacular. La creatividad se desarrolla, las células se expanden, la energía crece y no tenemos otro destino más que el éxito, cualquiera que sea esta la definición que cada quien le dé a la palabra ¡ÉXITO!
Afortunada o desafortunadamente en la vida, la mayoría de las personas, terminan trabajando en aquello que es “conveniente”, que “reditúa mucho”, que es “socialmente aceptable” o lo que es peor aún, lo que es “familiarmente aceptable” o “se esperaba que uno hiciera”, dejando de lado, los propios gustos, la creatividad, las esperanzas y los sueños personales.
Se llega a la etapa universitaria frecuentemente sin la menor idea de que es aquello a lo que uno se quiere dedicar en la vida y eso a lo que nos dedicaremos influirá y determinará quienes seremos y como viviremos la vida que tenemos por delante, ¿La viviremos con pesar y con obligación o con gusto y creatividad?
La niñez y la juventud son las etapas más importantes para empezar a definir que es aquello en lo que “somos muy buenos” y aquello en lo que poseemos una aptitud natural. En dichas etapas cuando empezamos a definir que nos gusta y que nos traerá esa armonía a nuestra vida y la energizará.
Darles a nuestros niños y jóvenes la oportunidad de darse cuenta de aquello que les gusta, puede convertirse en aquella fuente de la que algún día podrán vivir y este es uno de los mejores regalos que les podemos hacer; es enseñarlos a ser emprendedores desde pequeños, es mostrarles que su idea puede convertirse en realidad, es posibilitarles que sus sueños empiecen a forjarse, ahí donde no hay presión, donde todo lo podemos imaginar, para luego…poder crear.
Promovamos en nuestros hijos ¡REALIZARSE- HACERSE REAL!
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