Hablar sobre Herman Reifer Karmeser, es un punto y aparte dentro de la Comunidad judío asquenazí de Costa Rica, misma que desde mediados del siglo XX, es la heredera de una tradición y cultura religiosa de origen Jasídico, la cual surge en Europa oriental en (1698-1760) fundada por el Rabino Israel Ben Eliezer de corte ortodoxo y místico.
Así estas enseñanzas llegaron a Costa Rica en los años treinta, gracias a la devoción de este gran Tzadik, como lo fue Don Herman Reifer y su esposa Rosa, ambos provenientes de su natal Polonia.
Don Herman, vivió y educó a su familia, siendo un ejemplo de lucha y superación de acuerdo con los preceptos que enseña la Torá en sus 613 misvot. De esta forma, fue un hombre que practicó el amor a su prójimo, mediante el servicio desinteresado y devocional, acompañado de las ansias de contribuir a crear una Comunidad Judía próspera, misma que perdurara en el tiempo y fuera un legado para las futuras generaciones de judíos en este país centroamericano.
Por ello, es necesario reconocer su gran aporte, como un observante de las enseñanzas que resguarda la ley mosaica, principalmente en el contexto de una Costa Rica, también de origen judío y que hoy, gracias a los escritos de su hijo Don Elías Reifer Grimbaum y su esposa Vilma Faingenzicht de Reifer, hacen posible que se le rinda honor a quien honor merece y que en vida fuera, el alma y los cimientos del Centro Israelita Sionista de Costa Rica.
Así, es necesario mencionar que la publicación hecha a modo de ensayo sobre: “Herman Reifer Karmeser, un hombre imprescindible,” es toda una joya, como una enseñanza de servir para vivir, consigna que contiene las lecciones de vida de quien junto a su familia, forjo una Comunidad al otro lado del Atlántico; la cual constituye parte de la identidad de un país que abrió sus brazos hacia el respeto y tolerancia de una cultura ancestral de origen hebreo…
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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