Heroísmo, capacidad de recuperación… y lacerantes preguntas

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Israel, con la ayuda del mundo, se está levantando para luchar contra el infierno del norte. Cuando las llamas sean finalmente sofocadas, habrá algunas duras lecciones que aprender.

Al mediodía del viernes, 25 horas después del inicio del infierno que ha tomado más de 40 vidas, obligado a abandonar sus hogares a 13.000 personas y consumido vastas franjas de la campiña del norte de Israel, el completamente mal equipado Servicio de Bomberos de Israel ofreció el primer atisbo real de esperanza.

“No tenemos el fuego bajo control, pero sí tenemos la situación bajo control”, dijo Hezi Levy, el portavoz del Servicio de Bomberos. “Tenemos comandantes desplegados sobre el terreno en todas las áreas clave. Estamos coordinando adecuadamente nuestro trabajo, entre las operaciones terrestres y las fuerzas aéreas. Tenemos nuestras prioridades correctamente establecidas, centradas en prevenir que las llamas destruyan zonas residenciales”.


Levy hizo hincapié en que nuevos incendios estallan a cada momento, y que el combate se complica por los fuertes vientos diurnos. “El fuego sigue extendiéndose. No estoy seguro de que lo apagaremos todo hoy”, dijo. “Es el peor que he visto en 21 años, y aún colegas con muchos más años de experiencia que yo, me dicen que nunca tuvieron que luchar contra algo así”.

“Pero”, subrayó, “lo vamos a vencer. Lo combatiremos hasta vencerlo.”

Los bomberos de todo el país han estado luchando en las arrasadas laderas, entre nubes de espeso humo, hora tras hora, terribles y vitales. Las intensas ráfagas de viento, con llamas saltando 20, 30 y 40 metros en direcciones impredecibles, hacen que esto sea trabajar constantemente con peligro de vida. Levy dijo que algunos bomberos y mujeres debieron ser sacados por sus jefes de la zona, en contra de su voluntad, después de las horas en el frente, simplemente para tomar un breve respiro, descansar, comer y beber un poco.

El primer ministro Binyamin Netanyahu elogió el divino heroísmo y el espíritu de sacrificio desplegados por los bomberos. El de ellos y el del personal del servicio penitenciario, unos 40 de los cuales encontraron una muerte terrible, quemados vivos en su siniestrado autobús, cuando iban a tratar de evacuar una prisión en riesgo de incendiarse, en la tarde del jueves. El de ellos y el del jefe de policía de Haifa, Ahuva Tomer, ahora en estado crítico, después de haber corrido, instintivamente, al corazón del desastre. El de otros miembros del personal de emergencia, algunos de ellos aún desaparecidos y de los cuales no se tienen noticias.

El ejército está profundamente involucrado en los esfuerzos de emergencia. Así también la fuerza aérea, coordinando la actividad aérea; la policía; las diferentes organizaciones de salud. Los judíos de la diáspora están organizando campañas de ayuda.

Tal heroísmo, Tal voluntad de sacrificio y tal capacidad de recuperación han sido, desde hace mucho tiempo, una confiable característica de la respuesta de Israel a emergencias. Fue emblematizado, también, por la imagen y el sonido, casi surrealistas, del presidente Shimon Peres cantando “Maoz Tzur” y otras melodías de Hanukka en un centro comunitario de Tirat Carmel con familias de residentes evacuados.

Una y otra vez, cuando es necesario empujar juntos, este país ha aceptado el desafío. Y las emergencias no parecen aflojar.

Una segunda fuente de consuelo, en medio de una zona incendiada, descripta por testigos como “apocalíptica”, ha sido la escala y la velocidad de la respuesta internacional a los pedidos de ayuda de Israel. A menudo, en los últimos años, ha sido Israel el que tendió una mano a otras naciones en peligro, a las víctimas de desastres naturales – la más reciente a las víctimas de terremotos, incluyendo a Haití y Turquía.

Esta vez se invirtieron los papeles, y la comunidad internacional no nos ha fallado. Netanyahu que, acertadamente, se ubicó en el centro de la operación de emergencia, comenzó a hacer llamadas telefónicas en la tarde del jueves y, al amanecer del viernes, las primeras respuestas del extranjero ya se habían desplegado. Desde Grecia llegaron aviones de emergencias, pequeñas máquinas amarillas que vuelan hacia el mar, se llenan de agua, veloz y valientemente se meten en la parte más espesa de humo para vaciar sus tanques, y lo repiten una y otra vez. De Bulgaria llegaron combatientes experimentados contra incendios, diciéndoles a los entrevistadores, a través de sus máscaras contra humo, que se sentían “orgullosos” de poder ofrecer asistencia.

Chipre, Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia, Jordania, Egipto y muchos más. Todos ellos respondieron al llamado, ayudando lo mejor que pudieron. Francia envió rápidamente una carga de emergencia de materiales de lucha contra incendios. Al parecer, alertado por Alemania, hasta nuestro antiguo aliado, devenido en despiadado crítico, Turquía, encomiablemente colocó el interés humanitario por encima de fricciones políticas y envió ayuda. “Valoro esto enormemente”, dijo Netanyahu, prometiendo: “Vamos a encontrar una manera de mostrar cuánto.”

Toda la tarde del viernes, nuevos barrios están siendo amenazados por nuevos focos de incendio. Las llamas se acercaban rápidamente al Hotel Yaarot HaCarmel; su destino, en gran medida, está en manos de los vientos. Pero hubo otras migajas de consuelo en las noticias: algunas zonas se han deteriorado muchísimo menos de lo que se creía originalmente. El Kibutz Beit Oren, en particular, que el jueves había sido descripto por algunos como todo destruido, ahora se dice que sigue estando “80 por ciento intacto”. Sus residentes, con el corazón roto, se habían reunido para declarar que iban a reconstruirlo, no importaba cuán terrible fuera el daño; tal vez el trabajo será un poco menos difícil de lo que habían anticipado.

Una vez que las llamas sean finalmente apagadas por los héroes locales e internacionales, y sufridos los desgarradores funerales, sin embargo, el lado oscuro de esta catástrofe nacional sin precedentes deberá ser confrontada también.

Por ahora, los investigadores se niegan a ser llevados a cómo y por qué se inició el fuego – si se trata de incendios provocados; si fue nacionalista, criminal, o simple negligencia asesina – con el foco ubicado en un vertedero ilegal de basura, cerca de la aldea drusa de Usfiya. Pero las preguntas claves son ya absolutamente obvias.

En primer lugar, ¿este incendio podría haber sido sofocado mucho antes de que escalara a la horrorosa furia en la que se convirtió? ¿Fue imprudentemente ignorado el informe a los servicios de emergencia, presentado a las once y cuarto de la mañana del jueves por el instructor de vuelo Jaime Alonso – quien vio “humo sobre las colinas Carmel” cerca de Usfiya, informado a las autoridades del aeropuerto de Haifa y evaluado como que podría haber sido apagado por un solo camión de bomberos? Una rápida respuesta le habría ahorrado a Israel el peor incendio que haya visto jamás.

Y, en segundo lugar, ¿por qué, desde hace años, las súplicas por mayor presupuesto de los Servicios de Bomberos – para reemplazar y completar el equipo lamentablemente anticuado y reforzar la mano de obra de los actuales 1.400 a 2.400 – han sido rechazadas? ¿Por qué es sólo ahora que el gobierno promete comprar los aviones de extinción de incendios que el servicio había estado pidiendo? ¿Por qué las existencias de materiales de lucha contra incendios son tan bajas? ¿Por qué, después de que el Servicio de Bomberos indicó, explícitamente, en su simulacro de emergencia para el peor de los escenarios, en mayo, que simplemente carecían de los recursos para hacer frente, precisamente, a este tipo de desastres, fue esa angustiosa alerta ignorada?

Como tantas veces en el pasado, cuando Israel se yergue heroicamente, con capacidad de recuperación, para hacer frente a otra terrible emergencia, el contraataque es acompañado por esa terrible sensación de que, con mejores precauciones y una mejor planificación, tal vez, sólo tal vez, todo esto podría haberse evitado.

Fuente: Jpost.com
Traducido para
porisrael.org por José Blumenfeld

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