La noche del 12 de octubre pasado se registró una estruendosa explosión en la casa de un alto miembro del Hezbolá ubicada en una zona habitacional de Tayr Filsay, 15 km al este de la ciudad libanesa de Tiro. Tal como lo registró un video filmado por los servicios de inteligencia israelíes, varias personas resultaron heridas e inmediatamente después de la explosión camiones de carga del Hezbolá emprendieron el retiro del resto de las armas que se hallaban almacenadas en ese lugar en contravención de la resolución 1701 de la ONU que prohíbe a esa organización chiíta el despliegue armamentista en el sur de Líbano, más aún dentro de áreas de residencia civil. Hezbolá pretendió en esos momentos aislar el sitio y evitar que las fuerzas de la UNIFIL y del ejército libanés pudieran llegar ahí y constatar lo ocurrido. Las armas rescatadas -cohetes y lanzacohetes- fueron trasladadas apresuradamente a otro depósito ubicado a tres kilómetros de ahí, en el centro de la aldea de Dir Kanoon a-Nahar, con objeto de esconderlas de nuevo. De acuerdo a fuentes de inteligencia israelíes, existen en el sur de Líbano cerca de 300 almacenes de armas similares, muchas de éstas transferidas al Hezbolá por Siria.
La reciente explosión es de hecho del segundo incidente de ese tipo, ya que el 14 de julio pasado ocurrió uno parecido en Khirbit Salim donde se almacenaban entre 1000 y 1500 kilos de explosivos El nivel de peligro que para el propio Líbano representan estos incidentes radica en que Hezbolá, como organización militar cuyas capacidades y fuerza superan a las del ejército nacional libanés, no tiene ningún empacho en arriesgar la vida de la población civil local por medio de su política deliberada de almacenar y operar instrumental bélico poderoso en el corazón de vecindarios habitados por civiles inocentes a los cuales está dispuesto a utilizar como escudos humanos. Esta ha sido una táctica usada por Hezbolá recurrentemente la cual tuvo su máxima expresión a lo largo de la guerra que libró contra Israel en el verano del 2006. Tal como lo acaba de expresar el periodista árabe Tariq Alhomayad en su artículo de hace tres días en el periódico Asharq Alawsat: “Hezbolá es una amenaza contra Líbano”.
Por otra parte, Líbano volvió a ser noticia por segunda vez en la última semana. El jueves pasado fue electo dentro de la Asamblea General de la ONU para ocupar un asiento como miembro temporal en el Consejo de Seguridad. Recibió el apoyo del grupo asiático de naciones para sustituir a Vietnam, y junto con Bosnia-Herzgovina, Brasil, Gabón y Nigeria, formará parte del quinteto de nuevos miembros del Consejo.
Este nombramiento de Líbano, realizado sin problemas al haber recibido el espaldarazo de las naciones árabes, plantea una serie de dudas acerca del papel que podrá jugar dentro de este organismo internacional. Si bien hay quienes creen que al ser un país inmerso en conflictos internos y externos aportará su peculiar experiencia y fortalecerá él mismo su propio aparato gubernamental de cara a su nueva responsabilidad, también ha levantado incertidumbre ya que se encuentra en condiciones delicadas que presagian tal vez un comportamiento errático a raíz de los siguientes factores: tras las elecciones nacionales del 7 de junio pasado, y en buena medida por el sabotaje del Hezbolá, aún no ha conseguido formar gobierno; tiene en su territorio desplegadas fuerzas de paz de la ONU a lo largo de su frontera con Israel desde 1978; la ONU misma está empeñada en investigaciones para esclarecer la responsabilidad por el asesinato de Rafik Hariri; por último, al ser Hezbolá en Líbano un partido político y un organismo militar altamente poderoso y con conexiones estrechas con Siria e Irán, es bastante incierto el papel que Beirut podría jugar cuando en el Consejo se planteen cuestiones concernientes al desarrollo nuclear iraní por ejemplo. La explosión reciente del depósito de armas del Hezbolá en el sur de Líbano que constituye una violación flagrante a resoluciones de la propia ONU ilustra con claridad las ambivalencias y conflictos de intereses que de seguro acompañarán al País de los Cedros en la función para la que acaba de ser electo.
Excélsior, 18 de octubre, 2009.
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