Un señor llegó con su rabino y le preguntó: “Rab, mi papá falleció y como no tengo tiempo, contraté una persona para que vaya al entierro; le pagué U$100 por decir Kadish, y otros U$100 para que se siente en la Shiva y esté triste, porque yo no puedo permitirme estarlo; mi pregunta es, ¿tengo que ir a consolarlo?”
Dicen que en el día de Kipur Di–s perdona nuestros pecados. ¿Por qué?, ¿Cuál es el motivo?, ¿Sobre qué tenemos que trabajar el día de Kipur?
En Rosh Hashana no pedimos perdón a Di–s como nuestro Rey sino como nuestro padre “Avinu Malkenu” y por ser papá nos perdonará por nuestros errores. En cambio, si es primero rey entonces es más difícil que un rey perdone; por lo general el rey castiga.
Pero, ¿cómo podemos lograr que Di–s se comporte con nosotros como papá? La respuesta es muy sencilla: Tenemos que demostrar que somos hijos.
Hay dos diferencias principales entre hijo y esclavo:
1. El esclavo hace exactamente lo que pide el rey y muchas veces lo hace mal.
2. El hijo siempre busca hacer más.
La razón es que el esclavo lo hace por miedo y obligación, siempre busca cómo terminar su deber y recibir su beneficio. Pero el hijo ayuda a su papá por amor, porque le gusta hacerlo y por eso siempre busca cómo hacer más y más bonito.
Nuestros sabios traen una diferencia entre Abraham y Job. Cuando se acercó un pobre a Job, éste le preguntó: “¿Qué te gusta comer? Y según su respuesta, eso le traía de comer: si pan, solo le dio pan, si Hummus, solo le traía Hummus, si cordero, solo le traía cordero o si pollo, solo pollo, etc.
En el caso de Abraham, cuando el pobre le dice que quería pan normal siempre le daba más; ¿Por qué pan normal si hay integral?, ¿Por qué pan solo, si hay pescado? ¿Y por qué te vas si todavía no comiste el plato fuerte? Carne, pollo y todos los manjares del mundo. Incluso cuando el pobre se disponía a salir por la puerta, Abraham le ofrecía dormir en una cama bien arreglada. El pobre casi que se quedaba a vivir con él.
Job hizo exacto lo que hay que hacer. Y eso es muy bueno. Pero Abraham hizo más, porque tenía un gusto especial en hacerlo.
Cuentan que un hombre llegó donde el rabino y le preguntó si podía hacer las 4 copas de Pesaj con leche. El rabino le respondió dándole 300 monedas. Su señora al ver esto le preguntó: “¿Acaso le pagaste por su pregunta?”, “No”, explicó el rabino, “Si el señor preguntó por leche quiere decir que no tiene carne para la fiesta, porque no se puede comer carne y leche al tiempo. Así que le di plata para que comprara la comida necesaria para la cena de la noche”
Algún otro rabino podía contestar con “mente estrecha” y responderle simplemente al señor la pregunta. Pero hay personas que siempre hacen más de lo que se necesita. ¡Ellos son hijos!
En las fiestas siempre mostramos nuestro cariño por los preceptos. Compramos un Etrog en U$ 50 o más. Algo que en el año vale U$ 2 por kilo: somos hijos.
Cumplir los preceptos.
En Rosh Hashana me encontré con un ateo y entre otras cosas le dije que tenía que cumplir los preceptos (y no por la comida que siempre hay en las fiestas), basado en un argumento conocido como la apuesta de Pascal, en la que hay dos opciones:
Cumplir los preceptos: Si hay Di–s, ganamos.
Si no hay, no ganamos, pero tampoco perdimos.
No cumplir los preceptos. Si hay Dios, perdimos.
Si no hay, no ganamos ni perdimos.
En resumen, si cumplimos podemos llegar a ganar, pero nunca perder. En cambio, si no cumplimos nunca ganaremos y además podemos perder.
Me contestó el joven: “No, estás equivocado. Si cumples pierdes todas las cosas buenas que el mundo ofrece y por la religión siempre estarás limitado: ¡No comas!, ¡No te transportes en Shabat!, todo es ¡No!, ¡No! y ¡No!”.
“Sí, estoy de acuerdo contigo”, le contesté, “pero eso también pasa cuando uno se casa. Pierdes todas las mujeres del mundo. Tienes que estar con una solamente.”
“No”, me contestó, “uno se casa por amor, y así no sientes que pierdes.”
“Igual en la religión”, le dije, “si uno cumple con amor, no siente ninguna pérdida y al contrario goza cada segundo. Por ejemplo, en Shabat, sentarse con la familia sin tener ninguna interrupción, ni por el teléfono, ni por la televisión, etc.”
Hoy es muy difícil llegar a tener esa tranquilidad. Por la adicción que tenemos a la tecnología.
En 1952 propuso uno de los candidatos para alcalde de New York hacer un día sin tecnología “supersunday”; entendió que el concepto de Shabat es la única forma de disfrutar del descanso.
En resumen, le dije que si cumple, siempre gana. En este mundo o en el otro.
Pero si no cumple, no puede ganar y sí puede perder.
Sí, somos hijos y Di-s es nuestro padre.
TODOS tenemos que sentir que somos hermanos y perdonar a los que nos hicieron daño. Y por eso antes de Kipur pedimos perdón uno al otro ya que en Yom Kipur no se limpia ese tipo de pecados relacionados con el compañero; ¡ese no es trabajo de Di–s!.
Cuentan que un señor que estaba caminando en la playa vio a un niño cargando un letrero. Se acercó y le preguntó que por qué lo estaba haciendo. El niño le contestó: “Es para el barco que está allá” y le señaló con su mano un barco que pasaba muy lejos y casi no se veía. “Niño tonto, ¿acaso piensas que desde allá alcanzarán a ver tu letrero?”, dedujo el señor. “¿Y acaso no sabes que existen binóculos que permiten ver a grandes distancias?”, contestó el niño. “Sí, pero, ¿por qué piensas que alguien lo va usar exactamente en este momento para ver tu letrero?”, volvió a inquirir el señor. “Porque el capitán es mi papá y tenemos acordado de antemano que en este preciso momento él me mirará con sus binoculares”, sentenció el niño con orgullo.
El día de Yom Kipur Di–s está esperándonos con nuestro letrero que diga: “¡Somos hijos!”. Por ello Él nos perdona nuestros errores, porque mostramos que somos hijos y el papá siempre perdona a sus hijos, porque los ama y su amor no tiene límites..
Es verdad que es difícil estar tanto tiempo en la sinagoga y sin comer. Pero lo vamos hacer con amor. Recordando todas las cosas buenas que Di–s nos dio, tratemos de cumplirlo bien y que Di–s nos ayude a seguir con esa alegría y tener esa alegría para seguir.
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