Como habíamos dejado a nuestro personaje llorando en el panteón, frente a su «dizque» amigo que lo había colocado en tan tristes y desesperadas circunstancias, permítanme decirles que esto no era nada en comparación con lo que le esperaba.
Resulta que días después se le ocurrió tratar de hacer lo mismo que habían hecho con él o sea él trataría de vender sus pecados a alguien más a cambio de bienes materiales, pero que creen queridos lectores, como ya era de sobra demasiado conocida su historia nadie quería comprar dichos pecados y es más al tratar de hacerlo cometía el pecado de la mentira que se iba agregando a la lista ya existente porque recordarán que por ambición de ser hombre rico había aceptado el trato de cargar con los pecados del otro. ¿qué hacer…?
Sin embargo un buen día, en el que el sol ni lo calentaba, fuera de su gran mansión donde nadie lo comprendía y encima abusaban de él su esposa, y demás dizque amigos (por interés, por supuesto) y hasta el perro «solovino» le ladraba cada vez que lo veía, se sentó sin saber qué hacer; de pronto oyó una voz que le llamaba… Mendl, Mendl, ¿me escuchas? quién es… soy yo Mendl…
¿Como? se dijo Mendl, yo hablando conmigo mismo, seguramente me he vuelto loco.
– No de ninguna manera soy tu conciencia.
– ¿Qué? -se dijo Mendl a sí mismo asombrado. ¿Mi conciencia?
– Efectivamente aquella que creíste haber perdido cuando aceptaste este trato que ha echado a perder tu vida. He de admitir que desde entonces me has tenido muy olvidada en un rincón de tu alma pero si quieres cambiar de vida yo tengo la solución ¿qué dices?
– ¡Dímela pronto¡ exclamó desesperado.
– Pero primero me tienes que prometer que harás exactamente lo que yo te diga.
– ¡Prometido!
– Desde hoy mismo tomarás cuanta riqueza posees y la repartirás entre los pobres y necesitados, no hay otro camino te lo aseguro, sólo deshaciéndote de ese dinero mal habido te podrás librar de los pecados que has comprado.
– Y ¿por qué no me lo habías dicho antes?
– Porque tu parte oscura y ambiciosa no dejaba salir al arrepentimiento sincero que hace falta para redimirte, sin embargo no todo está perdido, vale la pena intentarlo ¿no crees?
– Por supuesto -contestose Mendl.
Y así nuestro personaje se dedicó a llevar a cabo lo que su conciencia le había indicado, aquellos que sufrían por falta de comida ahora eran alimentados gracias a un comedor público que se había fundado debido al donativo de Mendl, en el pueblo se construyeron casas para los desprotegidos, un pequeño hospital con doctor y todo lo necesario y además la escuela se amplió pero sobre todo mejoró la sinagoga, y además se mandaron a elaborar nuevos Sifrei Torá, y en ese momento precisamente, cuando a Mendl ya no le quedaba ni un centavo, se sintió ligero y feliz al haber contemplado su obra.
El haber hecho el bien cambió completamente su panorama de vida, y aunque no lo quieran creer la respuesta estaba en sí mismo. Cuantas veces nos volvemos sordos a nuestra conciencia y buscamos respuestas por fuera siendo que a veces la respuesta se encuentra dentro de nosotros mismos y lo que es más, no vale la pena cargar con pecados de otro ¿no lo creen así?
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