( Alegoría sobre su muerte )
A mi prima y amiga, Isabelita,
hermana de Antonio Escudero
el amigo de Israel.
Aromas de mosquetas y romeros,
de verdín en el borde de la alberca,
de caricias de agostos y de eneros,
amanecer y siesta.
Una niña jugaba con un barquito
de juncos y mastranzo…
y…
desprendido el juguete de sus manos,
se rompió de la espuma el cuchicheo.
Allí se la encontraron.
Era la espuma tan blanca…
Era aquel fondo tan negro…
Sutil cuerpo de cera
rubio el cabello ensartado de lilas y violetas…
Una nube de seda cubre el cuerpo
que un día fuera vida,
pletórico de luz, amor y versos.
¡ Qué linda está la niña!
Dice el niño.
¡ Qué penita de niña!
Dice el viejo.
Amparo Fraile Sánchez
19 de mayo 2017
Nota: Este poema lo mando por sugerencia de Antonio Escudero Ríos y de su primo
Zacarías de la Cruz Escudero, colaboradores de Diario Judío México.
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