Otra de las preguntas que nos harán cuando nos vayamos de este mundo, será: “¿Hiciste sentir bien a tu compañero?”, (¿Imlajta et jabereja benajat rúaj?).
La traducción literal de “imlajta” es: “reinar”, es decir, la pregunta que nos harán será: ¿Honraste y respetaste a tu compañero como un rey? Pero no como un rey de carne y hueso, sino como el Rey del Mundo, que es Dios.
Rab Yejezkel Levinshtein solía decir: “Pobres de aquellos que tratan a su semejante como un pedazo de madera, y como si fueran una cosa. De la misma manera en que honramos a Dios, debemos honrar a las personas. Y no basta con no avergonzar o no faltarle el respeto, o no gritarle a los demás, sino respetar y honrar a cualquier persona, igual que como se le respeta a Dios”.
Dijo Rab Baruj de Kosob: “Pobres de aquellos que se cuidan de no comer insectos, pero se comen a las personas”.
Hay una ley en la Torá que está prohibido entrar al cementerio mostrando los tzitziot por fuera de la ropa, es decir, que estén descubiertos. El motivo es para no avergonzar a los muertos, que ellos ya no tienen la oportunidad de cumplir con las Mitzvot.
El Saba de Slabodka decía: “Con mayor razón debemos cuidarnos en el honor y en el respeto de las personas con vida, que tienen emociones y sienten todo lo que les sucede”.
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