Humor judío

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Sherlock Holmes era judío.

En el compartimento de un tren se encuentran dos judíos. Uno de mediana edad, el otro joven, seductor y elegantemente vestido. El hombre mayor, algo formal, se presenta.

– Me llamo Zimerman.


– Yo me llamo Rosenberg -contesta el joven.

– Y, ¿a dónde va señor Rosenberg?

– Voy a Tiraspol.

– ¿A Tiraspol? ¡Que coincidencia! Allí es donde yo vivo. Permítame preguntarle: Señor Rosenberg, ¿es usted casado?

– No.

– ¿Es usted viajante?

– ¿Va usted de negocios?

– No.

– ¿Tiene usted familia en Tiraspol?

– No.

Se hizo un pesado silencio.

– ¡Ah! -pensó Zimerman. Este es un joven fino. No es viajante, no hace negocios. Luego ¿qué hace? ¡A qué se dedica! Seguramente es abogado. Un abogado de Varsovia que va a visitar a su cliente a Tiraspol. Pero ¿a qué cliente va a visitar en Tiraspol? ¿Qué litigios hay en Tiraspol? ¿Se necesita un abogado para mediar en el robo de una gallina? ¿Y qué clase de abogado se aviene a viajar de Varsovia a Tiraspol para visitar a un cliente? Un abogado así no sirve para nada. Si es capaz de venir, mejor que no venga. No, este joven es, demasiado distinguido como para ser un miserable abogado que se rebaja a viajar treinta kilómetros en un viejo tren para visitar a un cliente insignificante. No, Rosenberg no es abogado.

¿Y si fuese ingeniero? Si. Un ingeniero contratado para construir un monumental edificio. Pero, ¿qué edificio se puede construir en Tiraspol, donde el más alto apenas tiene dos pisos? ¿Acaso se necesita un ingeniero para edificar establos? No, no puede tratarse de un ingeniero. Y ¿qué será el joven Rosenberg? ¡Cómo no me percaté antes! ¡Está claro!

Es médico. Un médico joven y distinguido que va en consulta para un caso complicado. Se trata de un médico talentoso, que en corto tiempo ha hecho una gran carrera. Pero si desde Tiraspol llaman en consulta a un médico ¿por qué a uno tan joven? Un médico de consulta debe tener experiencia y experiencia significa años y el Dr. Rosenberg no puede jactarse de su edad. En una palabra, se trata de un médico joven, tal vez sin experiencia. Ahora veo claro: Se trata de un médico recién graduado que va a Tiraspol no para ser consultado y si no es para ser consultado y si no se dirige allí por razones profesionales ¿cuál es el motivo de su viaje? Difícil contestar. Debo tomar en consideración dos hechos: a) que no tiene familia en Tiraspol; b) que es soltero. Por lo tanto, infiero que siendo un joven médico soltero sin familia en Tiraspol viaja a Tiraspol para constituir una familia. Creo no equivocarme al deducir que el Dr. Rosenberg se encuentra en este tren porque va a visitar a una muchacha en Tiraspol con la intención de casarse con ella.

¿Y quien será la muchacha? Veamos. Los Benzacar tiene una hija, pero acaba de casarse con un muy buen partido. Los Moiserovich tienen dos hijas. A una le interesa solamente la carrera universitaria. La otra vive en París y mejor no hablar de ella. ¿Los Aisenberg? No. no es posible. sólo tienen un hijo, no tienen hijas. ¿Los Weinschelbaum? Tienen una hija, pero es demasiado joven. Los padres no le permitirían casarse. Las hijas de los Bisscubich ya están todas comprometidas. ¿Y la hija de los Tenenbaum? No… sólo piensa en estos momentos en establecerse en Israel. Los Kaganovich tienen una hija pero no la muestran por pudor.. Entonces no hay ninguna duda. Los Malasiuk: ellos tienen hija joven, hermosa, discreta, heredera de una cuantiosa fortuna. Pero no. Son demasiado ricos y no permitirían que su hija se casara con alguien que tenga una fortuna superior a la propia. Podría ser la hija de los Watkis, pero no. Ahora recuerdo que está comprometida con un dentista. También está la hija de los Rotenberg, pero tengo dudas. Está empeñada en triunfar en el teatro y difícilmente se casaría con un médico. Quedan los Moskovich que tienen una hija culta, algo arrogante, pero llena de vida e interesada en la ciencia. Ella puede ser. Recuerdo que una vez me comentó un artículo de medicina. Además es muy bonita y estuvo viviendo en Varsovia varios meses. No hay duda. Se trata de Rebeca Moskovich.

El señor Zimerman se levanta como impulsado por un resorte, toma la mano del joven Rosenberg y le dice:

– Doctor Rosenberg, permítame felicitarlo.

– ¿Felicitarme? ¿Por qué?

– Por su flamante título de doctor en medicina y por su próximo matrimonio con la señorita Rebeca Moskovich.

– El doctor Rosenberg palideció y tartamudeando, dijo; -¿Pero cómo lo sabe? Si ni siquiera se lo he dicho a los padres de la novia.

– ¿Que cómo lo se? Elemental, querido joven, elemental. Un poco de intuición.

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