Imagine a los israelíes y a los palestinos en el mismo equipo

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Todos utilizamos marcos de referencia para navegar por la vida. Nuestros recuerdos están mezclados con valores subconscientes que forman en su conjunto un andamiaje sobre el que se pueden fijar nuevas experiencias y formar nuestra visión global del mundo. Esta es la forma en que comprendemos lo que, de otro modo, sería una cantidad de sucesos sin sentido ni relación.

Es natural que el presidente Trump intente enmarcar dentro de sus experiencias empresariales los acontecimientos que le llegan rápidamente y sin aviso durante su primer mes en el cargo. No obstante, está aprendiendo rápidamente que sortear los desafíos del Despacho Oval es un poco más complicado que administrar la Torre Trump. Por ejemplo, con frecuencia fue capaz de intimidar a sus oponentes corporativos lo suficiente como para disfrutar de un buen éxito en el sector del desarrollo inmobiliario. Los medios de comunicación, los Demócratas en el Congreso y el sector judicial no son tan fácilmente manipulables como las empresas pequeñas y como los empresarios menos poderosos. De forma similar, los israelíes no están dispuestos a sacrificar su soberanía para ayudar políticamente a Trump.

El primer ministro Netanyahu dijo el 15 de febrero en la conferencia de prensa conjunta con el presidente estadounidense, que no hay mayor defensor del pueblo judío y del Estado Judío que el presidente Donald Trump. Desde luego ha habido algo de euforia entre algunos israelíes porque creían que la elección de Trump podría incluso pregonar la llegada de una especie de Tercera Commonwealth Judía. Esta euforia se basaba en la esperanza de que el presidente Trump daría a Israel un cheque en blanco para afrontar el problema palestino como considere oportuno y finalmente podría lograrse una soberanía israelí absoluta.


Las intromisiones pasadas en los asuntos israelíes por parte de los presidentes estadounidenses y los líderes europeos se ven, por lo tanto, como una traba para la realización del destino divino de Israel. La conferencia de prensa conjunta del miércoles no llevaba mucho tiempo cuando Trump comenzó a arrojar agua fría sobre cualquier esperanza de que Israel recibiera carta blanca por su parte.

No solo pidió Trump a Netanyahu que contuviera los asentamientos un poco, también pareció algo indeciso sobre el tema de mantener su promesa de campaña de mover la embajada de EE. UU. de Tel Aviv a Jerusalén. Aunque el presidente norteamericano dijo que le encantaría que la embajada estadounidense se trasladara a Jerusalén, reconoció que su administración examinaba este movimiento con extremo cuidado. Terminó sus comentarios sobre el asunto diciendo: “Ya veremos qué sucede. ¿De acuerdo?”.

Trump apeló a los israelíes para que fueran flexibles e hicieran compromisos difíciles por la causa de la paz. En este momento, Trump estaba comenzando a sonar en gran medida como otros presidentes americanos que tendían a equiparar la reticencia israelí a permitir un estado terrorista en Judea y Samaria con un rechazo a tomar decisiones duras para la paz mientras los líderes estadounidenses daban en general vía libre a los líderes terroristas en Ramala.

El presidente Trump arrojó un hueso a los israelíes. Un periodista le preguntó si estaba listo para renunciar a la noción de una solución con dos estados, a lo que exclamó: “Miro las opciones de dos estados y un estado y me gusta la que les gusta a ambas partes. Puedo vivir con cualquiera de ellas”.

El primer ministro Netanyahu se dio cuenta de repente que había sucedido un cambio histórico. Sin estar ya aprisionado por ninguna pretensión de apoyar el discurso de los dos estados, Netanyahu animó a nuestros amigos americanos a centrarse en la sustancia en lugar de en las etiquetas. Antes de que pueda haber una paz duradera con los palestinos, tendrían que dejar de exigir la destrucción del Estado Judío. Además, Israel tendría que mantener el control de la seguridad en toda la zona al oeste del río Jordán, porque en caso contrario, tendríamos otro estado terrorista islámico radical en las zonas palestinas.

A Donald claramente le gustaría tener éxito donde todos los demás presidentes norteamericanos han fallado. Conseguir que los palestinos reconozcan un estado judío a cambio de su propio estado y conseguir que los israelíes renuncien a su núcleo a cambio de promesas de paz vacías que nunca se materializarían, coronaría a Donald Trump como el negociador definitivo.

Nosotros no deseamos ningún mal al pueblo palestino. Ha habido múltiples intentos de los líderes israelíes por ayudar a crear un estado palestino que viva en paz al lado del Estado Judío. Lamentablemente, todos los líderes palestinos despreciaron las propuestas de paz de Israel si requerían el reconocimiento del Estado Judío.

Mientras los palestinos esperaban la destrucción completa de Israel, la Historia les sobrepasaba e Israel se hacía más fuerte y más poderosa con cada año que pasaba, hasta el punto de que nunca habrá un estado palestino a menos que Israel lo conceda. Los mismos judíos que los árabes juraron hace tantas décadas tirar al mar Mediterráneo se han convertido en sus patrones.

La mayoría de los estadounidenses comprenden el lenguaje del deporte. Desde el momento en que están en las pequeñas ligas hasta que se gradúan con la Super Bowl, las Series Mundiales y los campeonatos de baloncesto profesional, los americanos comprenden el deporte. La competición deportiva es el medio mediante el que se enseña a los niños la deportividad, el valor de la perseverancia enfrentándose a la oposición y la alegría de la recompensa por el trabajo bien hecho.

A los niños estadounidenses se les enseña que a menudo es más importante cómo se juega al juego que ganar o perder. Este es un ideal admirable hasta que algún personaje, como si fuera César, te arroja a un estadio donde una docena de gladiadores y bestias salvajes intenta arrancarte los miembros estrictamente para el entretenimiento de los espectadores. Entonces, ganar se convierte en más importante que cómo jugamos al juego. Los terroristas palestinos, los yihadistas sedientos de sangre y los líderes occidentales sin escrúpulos lamentablemente nos han forzado a una pelea a vida o muerte que a veces parece poco más que para su entretenimiento.

La capacidad de Israel de superar todas las probabilidades y sobrevivir a pesar de las restricciones injustas y los obstáculos situados por los poderes occidentales es, sin duda, una inspiración. Los líderes occidentales pueden sentarse cómodamente a los lados y ver a los judíos israelíes defenderse contra un ataque árabe tras otro. Ahora, al equipo de relevos del terror árabe se ha unido el régimen iraní resuelto en la eliminación de Israel de la faz de la Tierra. No debería sorprendernos que las fantasías iraníes y los intentos árabes por destruir Israel no sean vistos por los judíos como una especie de juego para entretener a los reyes europeos y norteamericanos.

Para aquellos que hayan visto la Super Bowl 51 entre los New England Patriots y los Atlanta Falcons, fue un partido para la historia. Muchos se fueron a la cama tras el tercer cuarto cuando parecía imposible que los Patriots pudieran recuperar una desventaja de 25 puntos. El partido parecía terminado. Y entonces se hizo historia.

Durante la Shoah, cuando casi un tercio de los judíos europeos fueron asesinados simplemente por ser judíos, parecía que todo se había acabado para nosotros. ¿Cómo podría un pueblo perder un tercio de su población y recuperarse en el último cuarto para construir el milagro que se llama Israel? El partido parecía terminado. Y entonces se hizo historia.

Nunca se habrá acabado para los judíos siempre que permanezcamos en control de nuestro propio destino. Únicamente cuando ponemos nuestra confianza absoluta en naciones más fuertes para protegernos es cuando nos inclinamos al borde de la extinción. Donald Trump es tan solo un presidente americano más con su propio legado en mente. No debemos ser atraídos por una falsa seguridad y dependencia basándonos en su buena voluntad actual. ¿Puede escapar realmente Netanyahu de la ira de Twitter si se le percibe alguna vez como enfrentado a Trump?

Después de la victoria de los New England Patriots en la Super Bowl 51, los Atlanta Falcons no obtendrán una segunda oportunidad para ganar la Super Bowl 51. Los palestinos no podrán volver nunca a 1948 y construir un futuro común junto con sus vecinos judíos, pero eso no significa que todo haya terminado para ellos. Si los palestinos y los israelíes unen sus manos a pesar de los Grandes Poderes y rechazan proporcionarles entretenimiento, podremos construir un futuro glorioso y próspero juntos.

Un día, los palestinos se darán cuenta de que ellos y los judíos israelíes están en el mismo equipo. Los judíos israelíes no tienen que perder para que ganen los palestinos. Habrá una paz duradera cuando los árabes palestinos y los judíos israelíes unan sus fuerzas contra los enemigos comunes de la hostilidad, los prejuicios, la pobreza y la ignorancia.

Enlace al artículo en inglés: http://blogs.timesofisrael.com/imagine-israelis-and-palestinians-on-the-same-team/

Puede escribir a Yoeli Kaufman a [email protected].

 

Acerca de Yoeli Kaufman

Yoeli Kaufman obtuvo su licenciatura en Lenguajes y Culturas de Oriente Próximo y después trabajó como analista y traductor de árabe para la Inteligencia del Ejército de EE. UU. Realizó un Máster en Administración Educativa en Temple University de Filadelfia. Eli escribe ahora con regularidad para el Diario Judío México, el Jerusalem Post, y el Times of Israel.

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