Con el inicio del nuevo año, y ya para finalizar la segunda década de este Medio Escrito, vienen a nuestra memoria aquellos compañeros y amigos inolvidables, que con su intelecto, ejemplo y buen trato, dejaron una honda huella en “Foro”. Los que tuvimos la oportunidad de conocerlos en persona o por sus escritos, deseamos dedicarles este modesto, pero cariñoso homenaje.
David Amato
A consecuencia de que fue herido a la temprana edad de 5 años, en su natal Jerusalem, fue llevado a los E.U. para su rehabilitación. Durante su juventud trabajaba de día para el Gobierno Norteamericano y estudiaba de noche la carrera de Psicología. Dedicó toda su vida a la rehabilitación de inválidos, lo que le mereció numerosas distinciones. En México fue columnista de los periódicos Novedades y The News, abordando temas 
sobre asistencia social. En 1988 fue condecorado por el Gobierno Mexicano con la Orden Mexicana del Águila Azteca. Recordamos que a pesar de sus carencias físicas, siempre llegaba con una eterna sonrisa, acompañado de su esposa Rose a los desayunos de la revista.
Albert D’ Jemal
Culto periodista oriundo de Alepo, Siria. En 1947 entró como jefe de redacción del periódico nacional “Al Anbaa” de Siria; sin embargo con la Declaración Balfour que acabó con la Comunidad Judía de Siria, se vio obligado a huir a Beirut y de ahí a Francia. Con la ayuda del ilustre Rene Cassin, logró proseguir sus estudios de Filosofía y Letras en la Sorbona de París. Durante su carrera periodística tuvo la oportunidad de entrevistar a personalidades de la talla de los políticos: Robert Schumann y Gamal Abdel Nasser, así como a los pintores: Braque, Picasso y Matisse.
En México fue colaborador de la “Revista Siempre”. Sus artículos en “Foro” y comentarios en los desayunos sobre la situación del Medio Oriente, siempre fueron muy ilustrativos.
Sulamita Konigsberg
Nacida en México estudió para Pianista Concertista en el Conservatorio de la Ciudad de México. Tomó clases de composición con el Maestro Manuel M. Ponce, y de música de conjuntos de cámara, con el Maestro Sandro Roth. Gracias a una beca logró estudiar en el afamado Instituto Julliard de New York. A lo largo de su carrera ofreció 
numerosos recitales, tanto en San Francisco, California, como en la Ciudad de México y diferentes partes de la República Mexicana. Sus interesantes artículos en “Foro” versaban sobre temas de la música clásica. Con su esposo Marcelo Aroeste, también fallecido, eran asiduos asistentes a nuestras reuniones.
Continuará…
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