La actual crisis económica-política y social por la que está atravesando este pequeño País centroamericano no es nueva; sin embargo sí, la inequidad social imperante de una parte importante de su población y en detrimento del resto de la ciudadanía, la cual se encuentra menos favorecida, debido a una situación de disparidad económica y social de grandes proporciones. El detonante ha sido una serie de salarios excesivos y pensiones de lujo de funcionarios del sector público, al igual que otros tantos evasores de impuestos del sector privado, donde una reforma fiscal es necesaria y urgente, pero nunca bajo los escandalosos parámetros de desigualdad y exclusión, en torno al actual proyecto de ley y reforma a las finanzas públicas de éste Estado, donde se ha orquestado un choque entre diferentes gremios con intereses en pugna, y no necesariamente en pro del bien común.
Por ello, es que ha llegado el momento de que esa democracia representativa, considerada la más estable de América Latina, concrete un diálogo de paz en igualdad de condiciones; el cual debe estar basado en la equidad social que ha sido transgredida por los privilegios económicos de quienes no conocen, lo que es la ética y menos la moral dentro de la función pública, como base constitutiva de un Estado Social de Derecho, defendiendo solamente sus réditos a corto mediano y largo plazo.
La huelga de los sindicatos no solo de la Refinadora de Petróleo (Recope), sino también de otras instituciones estatales como por ejemplo, la Universidad de Costa Rica, Universidad Nacional, Instituto Tecnológico, Universidad Estatal a Distancia, solo por mencionar algunos gremios abanderados en educación superior, al igual que los sectores de salud y educación básica y media, además de la Junta de Administración Portuaria (JAPDEVA), secundados todos por algunos grupos de empresarios tanto nacionales como extranjeros, junto con las grandes cooperativas que no quieren pagar ningún tipo de impuesto, es la razón fundamental por la que Costa Rica está al borde de la quiebra desde todo punto de vista.
En éstas semanas de bloqueos de carreteras y marchas públicas, al igual que enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, es que el “país más feliz del mundo” más allá de encontrarse paralizado, se encuentra de nuevo polarizado, social y económicamente hablando y sin vislumbrar siquiera, un ápice de la tan ansiada equidad social, no solo en el discurso sino también en la práctica, la cual es fundamental en ésta democracia representativa en donde el bien común, es menos común de lo que debiera.
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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