Infidelidad: de los cuernos a los celos

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Muchas veces decimos que las relaciones a larga distancia no funcionan. Decimos: “Amor de lejos… felices los cuatro”. Y muy seguramente usted ha conocido personas envueltas en esta situación y ha sabido que, en ocasiones, alguna de las personas involucrada en una relación a distancia ha sido infiel. De hecho, ni siquiera necesitamos pensar sólo en este tipo de relaciones, basta con pensar en las relaciones “normales” y seguramente hemos conocido a algún “cornudo” o a alguien que “pone el cuerno” para darnos cuenta de que la infidelidad sucede y ha sucedido desde siempre, pero ¿qué es lo que ocasiona ese comportamiento infiel en los hombres y mujeres?

Existen varias explicaciones desde psicológicas hasta antropológicas que van desde inseguridades hasta machismo, pero quizá la más científica y convincente sea la que ofrece la psicología evolutiva.

Para la psicología evolutiva, nuestro comportamiento ha evolucionado hasta la manera en la que nos comportamos hoy, pues este ha sido el comportamiento que le permitió a nuestros ancestros sobrevivir y reproducirse para heredar estas características que para ellos fueron exitosas (siempre que éstas fueran heredables).


Para esta disciplina, los motivos por los cuales el hombre y la mujer engañan son diferentes. Como el hombre no tiene que invertir mucho más que el esfuerzo puesto en tener relaciones sexuales, éste busca tener más sexo para esparcir así más extensamente su material genético y asegurar de esta manera la supervivencia de sus genes. (Esto se hace evidente en el sultán Mulay Ismaíl de Marruecos que tuvo más de 888 hijos.) Sin embargo, como la mujer invierte por lo menos nueve meses y el parto, sus esfuerzos se concentran más en mejores genes que en la cantidad de relaciones que tiene. Dicho en palabras un poco burdas, el hombre prefiere cantidad, mientras la mujer calidad.

De hecho, según un estudio publicado en 2006, las mujeres tienden a ser más infieles cuando se encuentran en su periodo más fértil del su ciclo menstrual, para incrementar así la posibilidad de tener un hijo del mejor padre que puedan encontrar. En cambio, los hombres producen alrededor de cuatro millones de espermatozoides por hora, por lo que su época más fértil es prácticamente cualquier momento.

Estudiar la infidelidad no es tarea fácil, pues para responder a algunas de las preguntas se necesitarían experimentos de dudosa cualidad ética; no podríamos simplemente hacer que 100 mujeres (u hombres) engañen a sus parejas para ver cómo va el proceso. Aún así, podemos acercarnos a los datos que sin hacer experimentos ya existen, como el programa de televisión “Infieles”. El psicólogo Barry X. Kuhle de la Universidad de Binghamton estudió las preguntas que se hacían en la confrontación de las parejas en el Reality Show para ver si hacían referencia al comportamiento sexual o emocional del infiel en cuestión.

Según el experimento, resulta que 57% de los hombres preguntaron a su pareja si tuvo actividad sexual con el otro hombre, mientras sólo 29% de la mujeres hicieron este tipo de preguntas. Por otro lado, las mujeres engañadas estaban mucho más interesadas en la naturaleza emocional de la relación de su pareja con “la otra”. ¿Por qué?

De acuerdo a la explicación anterior, las mujeres invierten más en sus hijos y escogen a sus parejas más estrictamente que los hombres, ya que deben de cuidar que el hombre que escojan tenga no sólo buenos genes, sino los recursos para hacer frente a la crianza de los hijos (y por recursos se entiende protección de todo tipo, véase Robert Trivers). Una relación sentimental de un hombre con otra mujer sería más difícil si él tiene sentimientos por ella, pues podría simplemente retirar sus recursos de protección para dárselos a la nueva mujer. En contraste, el hombre pregunta más si ella tuvo relaciones con otro hombre debido a la guerra de esperma. Un hombre no puede saber casi por ningún medio (excepción: prueba de ADN) que su hijo es de hecho suyo, por lo que le interesa saber si ella tuvo relaciones con otro hombre para saber si los recursos que destinará en la protección de la familia son para sus genes o no.

Lo anterior está estrechamente relacionado con los celos. Los celos son una respuesta evolutiva para maximizar el éxito de que nuestros genes pasen a la siguiente generación, es decir maximizar el éxito de reproducirnos. Esto no sería una sorpresa, pues no somos los únicos mamíferos en los que se observa un comportamiento celoso. Los celos han sido observados también en chimpancés y elefantes.

Los hombres nos ponemos celosos para evitar que nuestra pareja tenga relaciones con otros hombres; después de todo, el hombre quiere asegurarse de que el hijo en quien invierte sus recursos sea de hecho hijo suyo y no del “lechero”.  En cuanto a la mujer, sus celos se tratan más de evitar que su hombre invierta sus recursos en otra mujer, por lo que intenta evitar que éste tenga sentimientos hacia otras mujeres.

Dicho sea de paso que aunque haya una explicación evolutiva para la infidelidad y los celos, no es justificación ni para ser infiel, ni para justificar cualquier acto derivado de los celos, pues la biología no nos pone una pistola y nos obliga a ser infieles. Esto se trata simplemente de entender cómo funcionamos, y seguramente, luego de saber esto, no verá con los mismos ojos ni la infidelidad ni los celos.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

2 comentarios en «Infidelidad: de los cuernos a los celos»
  1. Infidelidad: de los cuernos a los celos? actualmente hablando con amigos (as) en este tema sigue causando inseguridad para muchos el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene, o se considera que se tiene-posee, o se debiera tener-poseer (amor, poder, imagen profesional o social…).  Los celos, (“el vicio de la posesión”, como Jacques Cardonne los denominaba)
    esto me recuerda una  tesis que se hizo en el hecho de que en las Islas Marquesas, donde la libertad sexual es prácticamente total, los indígenas manifiestan sus celos sólo cuando están ebrios; es decir cuando su control voluntario, su raciocinio, ha disminuido.
    Gran tema a discutir y aprender a no tener celos y solamente a disfrutar, gracias por mostrarnos otra cara de los sentimientos humanos.
    Myriam
     

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