Sefaraditas procedentes de Marruecos.
Los primeros inmigrantes judeo marroquíes arribaron a la Argentina alrededor de 1875. La mayoría procedía de Tetúan región al norte del reino mencionado y por lo tanto, muy cerca de España, colectividad que se formó cuando la expulsión de 1492. Estos, a su llegada, se concentraron cerca de Casa de Gobierno. La primer fecha cierta respecto a esta inmigración es a de fines de la década del 80′ cuando el Rabino Mamán efectuó una solicitud al gobierno argentino para abrir una sinagoga y consagrar matrimonios de rito sefaradita. En 1891 los marroquíes formaban la Congregación Israelita Latina ( CIL). Si bien la Jevrá Kedusha (1894) facilitó los primeros entierros, las diferencias consuetudinarias en los ritos de sepelio motivó que tres años más tarde, los judíos marroquíes organizaran su propia sociedad de entierros, la Guemilut Hassadim. Se forma entonces un cementerio judeo marroquí en Avellaneda que secundó en el tiempo al de los judíos proxenetas y sus damas. Shabetai Djaen fue en 1928 el Gran Rabino de los judíos marroquíes.
Alepo y Damasco.
Hacia fines del siglo XIX se comprueba la presencia de inmigrantes sefaraditas de habla árabe, procedentes de Siria ( Alepo y Damasco). A su llegada a Buenos Aires, los damascenos se repartieron entre La Boca, Barracas y Flores. Mientras tanto, los alepinos se asentaron en Once, barrio emblemático hasta hoy día. Los hoy prósperos comerciantes sefaraditas del Once son bisnietos de vendedores ambulantes de ropa que la cargaban en sus espaldas. Estos se llamaban a si mismos ” jameleros” ( jamle en árabe significa paquete que se lleva al hombro). Son especialmente recordados los prósperos comerciantes Teubal, Btesh, Matalon, Cattan, Heffesse, Aboud, Abiad, Tussie, Harari, Ini y Cotton.
En 1915 los judíos damascenos inaguran el cementerio de Lomas de Zamora y en 1920 los alepinos alcanzan el propio en Ciudadela. Se ha dicho que en sus inicios se trataba de judíos muy religiosos a diferencia de los provenientes de Turquía que eran mas bien seculares. Los alepinos tuvieron desde 1912 como Jajam ( sabio, líder espiritual) a Saúl Setton Dabbah. Este propició la fundación de escuelas y asociaciones como Yesod Hadath en 1920 y Jesed shel emet ( más tarde AISA) en 1923. Settón cubrió también las necesidades espirituales de los damascenos hasta que a fines de dicha década contaron con su propio líder.
El rabino de la comunidad alepina Abraham Blum, entre 1947 y 1950, desarrolló una activa relación con el gobierno del general Perón que lo nombró su asesor, permitiendo la creación de un Departamento de Estudios Judaicos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
En la década del 30′, las familias más exitosas de la comunidad alepina, dice Susana Bianchi, adoptando las pautas de prestigio social, se mudaron a barrios exclusivos, sus hijos estudiaban en colegios ingleses o universidades extranjeras y fueron los cimientos de la colectividad judía veraneante en Punta del Este.
Los sefaraditas, especialmente los sirios, al igual que los ashkenasim formaron cooperativas de ayuda mutua. Así en 1961 nació la Coopeativa de Crédito, Consumo y vivienda, Mayo limitada. En 1971 Ruben Beraja, abogado de origen alepino fue designado su presidente. Esta cooperativa se transformó en Banco en 1978. A fines de la década del noventa, esta institución absorbe al Banco Patricios, de origen ashkenazí. En 1998 contaba con 108 sucursales y 1800 empleados. Su caída fue catalogada como el tercer atentado contra la colectividad judía argentina, ya que el banco era financiante de becas escolares y de ayuda a las organizaciones comunitarias. Su intervención denunció actividades pocos profesionales como la captación de cuentas en negro con residencia en Bahamas, autopréstamos, etc. Para colmo, se acusó a Beraja de haber retrasado la intervención de la institución que dirigía, a cambio de hacer la vista gorda a la hora de presionar al menemismo en la investigación de los atentados a la Embajada de Israel y a la Asociación Mutual Argentina.
( Publicado en Mensuario Identidad, Montevideo, Uruguay ).
Fuente: Historia de las religiones en la Argentina; Susana Bianchi.
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