“Dedicado a Isaac Asimov, el gran soñador de mundos de ciencia ficción, escritor Nóbel y visionario de mundos interestelares. El primer autor que leí producto de mi libre voluntad”.
Que milagro que llegó el Internet a nuestro mundo, la herramienta de la conexión global, en todos los sentidos: tecnológica, cultural, espiritual, científica, en todos los sentidos explicó circularmente el profesor mientras daba una conferencia en Harvard.
Pero no es algo simple de explicar, así lo reportó el trasbordador “Géminis 2” cuando reportó que en sus transistores hiperespaciales recibieron una señal electrónica como si fuese la entrada de un fax.
Tras semanas de investigación, lo pudieron decodificar, se trata de “Internet City”, una ciudad vientre, un pueblo tecnológico, en donde se encuentran todos los creadores y programadores de Internet, aunque se puede decir que son los programas y las creaciones.
Internet City es como un vientre tecnológico y cultural, una fuente informática, y todos sus habitantes se dedican con sabiduría a crear programas, sitios, diseños, logos, colores, videos, blogs, sonidos, y un sin fin de actividades internéticas.
Es como el programa “Fame” de los años 80’s, solo que todos son androides del Internet. Allí también hay bailarinas, o músicos, o artistas, para cuando se requiere su participación en un sitio, o en un video en YouTube. En alguna programación en el departamento Html o CSS. También hay filósofos y profesores, científicos y autoridades en todas las áreas quienes programan para las funciones académicas del planeta Tierra.
Este vientre tecnológico está oculto a los ojos humanos, quienes hemos recibido el Internet como una enciclopedia digital infinita producida por consecuencia del proceso de evolución científica, tecnológica, cultural, económica y digital en la Aldea Global.
En Internet City se encuentran androides que parecen humanos, y mandan sus señales a seres humanos en la Tierra mediante sueños, visiones, proyectos, y mediante toda la necesidad humana de evolución, desarrollo, y visión de un futuro global. Aunque para ellos son solamente formulas algorítmicas.
¡Todo bien! Hasta que David And -Androide numero 613- escapó de su circuito, y buscó la salida de Internet City hacia el mundo real.
Internet City era una copia de una realidad superior inaccesible, algo así como el “Topos Uranius” de Platón en relación a los hombres.
David And deseaba con todo su corazón convertirse en humano, así como “Pinocho”, o como en la película “City of Angels” un ángel decide tirarse del cielo para convertirse en humano. Ya lo venia soñando durante una cantidad de tiempo matemática. ¿Para qué?… Para poder sentir: el agua, el aire, la arena, el calor, el frío, gustar frutas, oler flores primaverales, probar el agua salada del mar en la punta de la lengua, escuchar el sonido del viento, y todo aquello que pertenecía a la parte sensorial de la experiencia humana.
Todos los androides en Internet City se apellidaban And, y todos cumplían su trabajo como poleas en una maquina, números en una red matemática circular. Algunos habían intentado escapar de Internet City para confundirse con los seres humanos en la Tierra, pero finalmente habían sido encontrados por el gobierno de Internet, y habían sido desactivados.
Desactivación para un androide es equivalente a la muerte, pues sus circuitos y programas son cambiados, y deja de ser lo que era antes, cambiando de posición en la maquina global.
Los androides aterrados ante estos informes, se portaban bien, cumpliendo sus funciones de enviar Klis potenciales de Internet a la Tierra.
Algunos androides decidieron comenzar un nuevo movimiento, en lugar de escapar de Internet City y mezclarse con los humanos, llenaban un formulario en la Dirección y hacían la humilde petición de un alma, aunque en verdad no sabían lo que esta era, pero hacían especulaciones mediante las matemáticas.
No sabían lo que era el alma, pero lo intuían cuando veían mediante la pantalla de compensación las actividades humanas, la felicidad y el sufrimiento humano, y su misteriosa conexión.
Los androides amaban el sitio de Facebook, era un programa muy amistoso.
También amaban Twitter, era trabajo liviano.
Y pasaban horas leyendo en la Wikipedia, pues si bien no podían ser seres humanos, al menos podían enterarse de la cultura humana.
Sus experiencias mas difíciles eran con los diarios digitales, los portales digitales, que eran actualizados cada tantos minutos debido a la intensa actividad humana y a las consecuencias efecto domino de su planeta.
Todo había sido creado por el Director y sus socios, aunque nadie sabía quien era ni había sido visto su rostro, se especulaba que era humano, y que pertenecía al Ejercito de los Estados Unidos.
El Internet había nacido como un ejercicio de comunicación codificada, un intento de hacer un collage de la historia y la cronología humana, y como un intento de enviar mensajes veloces en una red secreta.
Mas el Director vió su potencial más allá, se convertiría en la libre enciclopedia digital, el archivo y la memoria, la bodega digital del espíritu, cual almacenaría y posteriormente atestiguaría en el Consejo Ínter espacial la existencia de la experiencia humana en una aldea global.
Para controlar a los androides los convencía que eran privilegiados por ser androides y que no tenían que enfrentarse a las traumáticas experiencias humanas.
Los androides tampoco morían, eran reinicializados, y en tanto que existiesen las matemáticas y la informática, ellos existirían.
En cambio los seres humanos tenían que despedirse de tanto en tanto de sus seres amados, separarse histéricamente de sus familias, y vivir en ciclos complejos de vida emotiva.
Desde un diario de una niña de quince años que relata en su blog la ultima novela romántica del siglo XIX que ha leído, hasta los secretos más profundos de los gobiernos del mundo, algunos revelados en los Wikileaks.
David And sentía algo extraño, algo que no podría verificar, podía percibir olores, sabores, imágenes, escuchar sonidos y percibir texturas. Sabia que los demás androides no tenían estas cualidades, o sencillamente nadie lo podía decir. Pero era imposible porque no tenían sentidos, y ni siquiera tenían un alma, por lo mismo tampoco podrían tener extensiones del alma.
Los Androides solamente trabajaban en los programas a niveles algorítmicos, pero David podía percibir.
Percibir sensaciones humanas. Algo así como una Revelación Divina.
Se había propagado la historia que un androide, Noaj And58, había logrado escapar de Internet City y casarse con una mujer humana, trayendo hijos humanos.
Estos seres eran llamados post-Profetas And.
Sin embargo, esta información se borró del programa, y todos los androides tuvieron que ser reinicializados.
Ser reinicializados era una experiencia placentera.
¡Pero algo falló! David And no fue reinicializado, y podía intuir los pensamientos de los profetas que le hablaban del planeta Tierra y así percibir la experiencia humana.
Pensaba que el planeta Tierra era un lugar infinito.
David And se sintió humano, y estaba en un dilema, si escapar y arriesgarse a ser desactivado, u ocultar sus percepciones a la dirección y a los demás androides.
David comenzó primero a sentirse humano, así como una metamorfosis de Kafka pero a la inversa, hasta que estaba completamente convencido que era un ser humano y que estaba conectado a un cuerpo humano en el planeta Tierra.
David podía sentir incluso la respiración y el latido de su corazón. También los tiernos contactos de amor de la pubertad.
A David And como a todos los androides les aterraba la idea, aunque en realidad para ellos era únicamente un algoritmo, de la crueldad humana.
Solamente en el planeta Tierra existían victimas, lo que no existía en su mundo virtual.
El Director vigilaba de cerca a todos los androides quienes en realidad eran cifras y signos en una hipercomputadora.
No fue sino hasta que el capitán y los tripulantes del trasbordador Géminis 2 recibieron un tono de fax en su aparato receptor de comunicación interestelar, y un mensaje en su pantalla:
¡Auxilio! Mi nombre es David And613. Soy un ser humano atrapado en el interior de la computadora.
Como dije antes Internet City era un vientre, pero nadie podía nacer. Era imposible.
Los tripulantes de la nave tras leer el increíble mensaje, si miraron unos a otros y elevaron los cejas, como lo hacia mi profesor Alfredo Troncoso, profesor de la teoría de la comunicación y discípulo de Umberto Eco, Abraham Moles y Marshall MacLuhan en mis años de estudio en la Universidad Nuevo Mundo.
Uno dijo: “¡Uuupppsss!… El medio es el mensaje”. Y todos rieron.
“Pppppsssssss…..”…..
El profesor nos vio con las cejas elevadas:
“El que no quiera estar aquí puede salir, a todos les doy exención y les ofrezco la máxima calificación. Entre menos alumnos mejor, me bastaría con un solo alumno a quien realmente le interese aprender”.
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