Invitados del cielo

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De las cartas remitidas por Barbalila, copio unos párrafos:

“Me admira el empeño que ponen los muchachos hospedados con Doña Greta en sus estudios. La seriedad con que se concentran en sus libros y cuando deben resolver algún problema matemático, o hacen trazos geométricos en un restirador portátil. Yo, confieso, nunca fui estudioso.

“Estos jóvenes llegados de diversos poblados de la isla, son enviados con grandes sacrificios por sus familiares. Visten humildemente. Me conmueven. Recuerdo que, en mi juventud, los estudios eran un lujo caro en Nadajala, que sólo los pudientes podían pagar.


“Cuando pienso en lo que mis padres debieron sufrir para costear mis estudios de abogacía, que no terminé, lamento mi rebeldía, lamentarlo ya no tiene sentido, pues no hay modo de parar la cinta, retroceder, borrar y volver a grabar. Lo hecho, hecho está y todos, héroes y villanos ya no son más que turbios recuerdos que se mezclan y confunden en las neblinas del pasado que las desvanecen, donde los historiadores y los novelistas irán a desenterrar, del gran basurero, a los personajes que querrán exaltar o vituperar, de acuerdo a sus simpatías o antipatías, justificando sus crímenes y estupideces, si son del propio equipo, y señalando con el dedo flamígero a los del otro partido, culpándolos de todos los males de la patria sin perdonarles ni aquello que no hicieron, ni pudieron hacer aunque quisieran.

Apoltronado en el corredor del patio al que dan los cuartos de los huéspedes, acompañado del taciturno hermano de mi patrona, Graco, comenté cuanto se esfuerzan los muchachos por avanzar en sus estudios y graduarse. A lo que él, mirando de reojo comentó:

– “Pobres estudiantes pobres, se matan estudiando con la ilusión de llegar a ser grandes personajes. Pero ni en sueños se imaginan que, en este momento, en algún palacete de ‘Praderas del Paraíso’ están incubando a sus amos”.

“Este inesperado comentario me cayó como una descarga eléctrica. ¿Quién era realmente este silencioso Graco? Me atreví a preguntar que ¿cómo lo sabía?

– “Yo los conozco a casi todos, mi madre trabajó con los De Plá y Subuteo, y eso me ayudó, tanto como a Greta, y yo llegué a comandante de policía. Éramos de confianza. No me gusta hablar de todo lo que vi y menos frente a mi hermana, que adora a Amorita y que siempre imaginó vivir en un mundo ‘rosita-fresita’, donde todo escurría caramelo. Nunca entendió lo que pasaba ahí. Ella cuenta como mujer, ya sacará usted las conclusiones de sus chismes:

“Como en un destello comprendí que estaba ante otra fuente de información, sellada por no sé cuantos lustros, ansiosa de hacer brotar el agua y escucharla borbotear después de un largo y obligado silencio.

– “¿Así era usted de confianza?

– “Tan era de confianza -respondió con voz ronca- que me mandaron a Caracas con 90mil dólares en efectivo de aquellos, de eso me estaba acordando. En aquella época eso era confidencial, después ya se supo. Hoy ya está olvidado, pero para mi fue importante. Había que traer a los reyes.

-“¿A cuáles? ¿Los de España?

– “Jodonia casi no existe para el resto del mundo -prosiguió- los reyes visitaron varios países de Sudamérica y no nos tomaron en cuenta, ni existimos para ellos. El señor Presidente Vitalicio decidió traerlos acá. Además, el momento político por el que pasábamos lo requería. El General Tramafato recién había sido elegido vitalicio y existía descontento entre miembros de ejército y de gobierno. Ya habían sido aplacados, pero había peligro de que los rescoldos prendieran de nuevo. Urgía hacer algo para distraer al pueblo.

“Primero se pensó en invitar al Papa, pero eso era muy lento y complicado. Y en ‘La Aurora’ se encontró una coyuntura: los reyes sobrevolarían El Caribe y era posible traerlos. En tres semanas se echó a andar el plan y al mes se vio que funcionó. Habría que sobornar a la tripulación del jet real y al volar sobre El Caribe, pretextar una posible falla en la nave y aterrizar de emergencia en Nadajala.

Se procedió con el plan, nuestra delegación en Madrid contactó a los pilotos y al ingeniero, cerró el convenio y entregó una cantidad. Después yo fui comisionado a llevar 90mil a Caracas y el resto se entregó posteriormente en tres cuentas en Luxemburgo. Se hicieron preparativos para la recepción. En el palacio Libertad se acondicionó una ‘cámara real’, con una cama de 7 pies de largo y se esperó el día asignado, para anunciar en la mañana que los reyes vendrían. Fue un 9 de agosto y todo funcionó como reloj. Los pilotos del aeroplano, en pleno vuelo, pidieron permiso para descender, se les concedió y sus majestades fueron recibidas con una alfombra roja, con bombos y platillos y permanecieron dos días en Jodonia, aclamados por el pueblo, visitando los lugares más importantes y después prosiguieron su viaje, de acuerdo a lo convenido secretamente.

“Durante un mes sólo se habló de la visita real y nadie se acordó de lo de la presidencia vitalicia. Mi hermana aún suspira recordando la visita de sus majestades. Si supiera la pobre, que no hubo tal visita, que todo fue maquinado por su amor y mi jefe, no lo soportaría.

Al oír su relato, no salía de mi asombro. Yo tenía la idea de que la visita había sido concertada entre ambos gobiernos y que el mundo ya nos tomaba en cuenta, y eso no dejó de alegrarme. Pero esto me ha provocado sentimientos encontrados. Por un lado el desencanto, porque seguíamos siendo ignorados y, por el otro, el gusto y la alegría de que la picaresca audacia de la ‘Pareja Presidencial’ los haya traído, casi raptados, para que nos vean la cara y poder decirles: ¡Aquí estamos! ¡Existimos a pesar de que siempre nos ignoran!

“No se si alcances a comprender ese sentimiento que tenemos los jodonios frente al dilatado mundo, que ni conocen nuestra existencia y se niega a admitirla, incluso en la ONU. La isla fue abandonada como hija expósita y luego fue botín de ambiciosos. Somos don nadie. Y de pronto, Tramafato nos trae la realeza casi de la nariz. No sabes el gusto que me dio oir esto. Brinco de alegría al pensar que el maldito Tramafato con su picardía, vengó a los jodonios de aquel que nos abandonó a la deriva enmedio del Caribe. Quizás debías ser jodonio y haber acumulado siglos de resentimiento para entenderlo.

Sólo copio lo anterior y en mi respuesta, le dije que a mi me importan un bledo los reyes de Europa, Asia y África y que no puedo entender sus resentimientos. Y que, los únicos que me gustaría que existieran, eran los Reyes Magos, para poder pedirles algo.

Acerca de Jacobo Königsberg

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