Iom Haatzmaut y el sionismo

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Iom Haatzmaut, es la celebración en la cual gran parte del pueblo judío recuerda y celebra el establecimiento del Estado de Israel en 1948. El que lee esta definición tal vez se preguntará: ¿cómo, no todos los judíos lo recuerdan y lo celebran? Ante todo se debe decir que no todos los judíos en el mundo tienen presente los diversos eventos del calendario judío ni toman como referencia de vida alguno de los elementos de la cultura judía. Al mismo tiempo, es de mencionar que hay amplios sectores religiosos ortodoxos, como por ejemplo el sector ultraortodoxo jasídico JABAD Lubavich, en cuyo calendario hebreo no se menciona este evento, como si pretendieran ignorarlo. Para una pequeña minoría religiosa ultraortodoxa, Iom Haatzmaut es un día de duelo y contricción en el cual, en Israel, realizan manifestaciones de repudio al Estado judío.

¿Cuál es la razón de esta indiferencia o desagrado por el establecimiento del Estado, hecho que para la mayoría de los judíos es tal vez el evento positivo más importante en el último milenio en la historia del pueblo judío? Los más moderados dentro de estos sectores plantean que no se sienten idóneos para modificar el calendario hebreo, que fue determinado por los antepasados. Otros consideran que el establecimiento del Estado de Israel es en sí una blasfemia, ya que fue resultado del intento de seres humanos de modificar el curso de la historia, que puede regirse solamente de acuerdo a designios divinos. Más aún, la liberación de los judíos de la diáspora y de sus calamidades podrá ser posible, según ellos, sólo con el advenimiento del Mesías, que será enviado por el Todopoderoso bendito sea su nombre. Ellos rechazan la acción política y la inserción en el entorno cultural y social no judío como medio de mejoramiento de las condiciones de vida de los judíos, ya que, en su perspectiva, implican el alejamiento de la halajá –la ley rabínica judía– e inevitablemente provocarán la asimilación y la desaparición del pueblo judío.

Frente a ellos, otros sectores religiosos que de una u otra manera se adecuan en mayor medida que los antes mencionados a la realidad planteada por el modernismo y los desafíos del presente, ven en el establecimiento de Israel obra del Altísimo y consideran que desde entonces estamos vivenciando los comienzos de la salvación que acontecerá con el advenimiento del Mesías.
Un análisis histórico de la evolución de los movimientos políticos judíos en el siglo XIX y especialmente en sus postrimerías, podría indicarnos que, en cierta medida, los primeros tuvieron razón. La idea de la creación de un estado soberano judío fue el resultado de la acción de un movimiento político laico organizado a partir de fines del siglo XIX y que se denominó Sionismo. Este movimiento, tal como lo definió su líder político y promotor Theodor Herzl, se propuso reeducar a los judíos creando una conciencia nacional cultural. En las palabras de Herzl en su libro programático El estado de los judíos: “…es preciso educar a los judíos que no son una religión sino una nación”. Herzl marcó el camino a sus seguidores orientándolos a la acción nacional política, que en definitiva fue la que logró el reconocimiento de las naciones de la legitimidad de las aspiraciones nacionales de los judíos.


Esta posición discrepa también con otras posiciones, igualmente laicas, que rechazan la visión nacional del judaísmo: por un lado el culturalismo que preconiza que los judíos no tienen aspiraciones políticas y que sólo desean consevar su particularidad cultural. Por el otro, la posición asimilacionista que promueve la total inserción de los judíos en las sociedades mayoritarias donde viven, borrando toda diferencia social y cultural.

El principio fundamental del sionismo es, por lo tanto, la visión que los judíos somos un pueblo que posee una cultura nacional específica, que dialoga con las culturas donde viven los judíos, las influye y es influenciado por ellas.

El segundo fundamento del sionismo es que el Estado de Israel es el centro cultural nacional de todos los judíos, sin que esto sea en detrimento de la ciudadanía y los deberes civiles de los judíos en los países de los cuales son parte al vivir fuera de Israel.

El tercero es la aspiración del sionismo a que los judíos vean en Israel su patria nacional histórica y, que de acuerdo a sus posibilidades y necesidades, consideren la posibilidad de concentrarse físicamente en Israel. La Ley del Retorno sancionada en Israel en julio de 1950, que otorga el derecho a todo judío a recibir la ciudadanía, es la neta expresión de la ideología sionista del Estado.

El cuarto fundamento es Israel arevim zé bazé es decir la mutua responsabilidad por la seguridad y el bienestar de los judíos en el mundo, cuando sus derechos por ser judíos son violados o perjudicados.

Estos cuatro fundamentos son indicadores que pueden ayudar en la identificación de la ideología sionista, en una multiplicidad de posiciones e interpretaciones de la realidad judía en el presente, tanto en la diáspora judía como en Israel.

Esta ideología política y cultural, junto con una visión laica y humanista, es la que me acompaña también este año en la celebración del 68 aniversario del establecimiento de Israel. Espero que podamos continuar celebrando este crucial hecho en la realidad del pueblo judío junto con judíos y no judíos, que concordamos o diferimos en las interpretaciones de la misma, compartiendo las similitudes de pensamiento y conservando el mutuo respeto en las divergencias.

JAG ATZMAUT SAMEAJ – FELIZ DíA DE LA INDEPENDENCIA.

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