El régimen iraní acaba de celebrar el aniversario número 31 de la revolución islámica que derrocó al Sha e instauró la República Islámica de Irán. En una gigantesca concentración pública en el centro de Teherán, el presidente Ahmadinejad se dirigió a las masas para hacer alarde de la fortaleza de su gobierno y de su decisión de continuar con sus avances nucleares en desafío a la comunidad internacional. Los intentos de realizar manifestaciones paralelas por parte de las fuerzas disidentes que siguen cuestionando las elecciones de junio pasado, fueron sofocados mediante una severa represión que incluyó golpizas, gases lacrimógenos y amenazas que la ciudadanía sabe deben ser tomadas en serio luego de que en los meses pasados se registraran cientos de detenciones que culminaron en múltiples casos de torturas y asesinatos de quienes se habían atrevido a poner en duda la legitimidad de la reelección del régimen encabezado por el ayatola Khamenei y el presidente Ahmadinejad.
Con objeto de eliminar cualquier forma de disidencia o crítica, el gobierno iraní emprendió nuevas medidas unos días antes de la celebración del aniversario. Se realizaron razzias para detener preventivamente a sospechosos, se interrumpieron los servicios de Internet y de mensajes de texto telefónicos y se confiscaron satélites televisivos. La Agencia de Telecomunicaciones Iraní anunció del mismo modo que desde ese momento quedaba cancelado el popular programa de e- mail de Google, gmail, y que pronto el propio gobierno proporcionaría un servicio equivalente controlado por las autoridades. Algo similar ha ocurrido con Twitter y Facebook.
Y como el discurso oficial afirma que existen múltiples organizaciones internacionales que conspiran para dañar al país, desde hace unas semanas se emitió una lista de más de 60 de ellas a las que se les impide operar en Irán y con las que está prohibido tener contacto. Entre las que se encuentran en la lista negra están la BBC de Londres, CNN, el Instituto Brookings y la Universidad de Yale.
El resultado inmediato de tales medidas represivas fue que en efecto, el día de la celebración del aniversario fue casi imposible para los disidentes, incluidos los candidato perdedores Mir Hussein Mousavi y Mahdi Karroubi, congregarse para llevar a cabo la pretendida contra-manifestación. La capacidad represiva del régimen se los impidió, con lo que las apariencias indican que el régimen ha ganado la partida…por lo pronto.
Y el otro gran tema es por supuesto, el de la carrera nuclear iraní. Dos días antes del festejo, Ahmadinejad había anunciado triunfalmente que en su país ya se estaba enriqueciendo uranio al 20% para alimentar un reactor destinado a la producción de isótopos médicos. El salto del 3.5% previo, al 20%, alarmó a la comunidad internacional, sabedora de que la transición desde esta última cifra a la requerida para fabricar una bomba nuclear puede ser bastante rápida. La preocupación por este desarrollo, no obstante la declaración de Ahmadinejad de que sus intenciones no son las de fabricar material bélico, cuenta con bases firmes. Cada vez hay más conciencia, aún en quienes han sido reacios a sancionar a Teherán -como Rusia y China por ejemplo- de que los dirigentes políticos iraníes han estado jugando a ganar tiempo desde hace mucho y mantienen un discurso doble en el que por un lado desafían y bravuconean, y por el otro declaran que sus objetivos sólo tienen que ver con fines pacíficos.
Las reacciones han sido así cada vez más enérgicas. En una reunión de la Unión Europea celebrada en Bruselas hace unos días, el primer ministro británico Gordon Brown advirtió a Irán que aun cuando Occidente y otros actores más todavía favorecen el diálogo con Teherán “… nuestra paciencia tiene un límite”. De igual modo el miércoles pasado la administración del presidente Obama intensificó las sanciones existentes contra intereses del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraníes al bloquear los fondos de cuatro compañías afiliadas a dicha entidad. Tal parece que tras un largo año de infructuosos esfuerzos por dialogar con Teherán a fin de detener su carrera nuclear, existen ya los suficientes elementos para que el Consejo de Seguridad de la ONU imponga un sistema de sanciones más severo que incluya puntos clave de la economía y la capacidad de maniobra iraníes.
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