Israel: un 63 aniversario, con amores y desencantos

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Un nuevo aniversario de Israel, siempre nos alegra. Es un acontecimiento casi mítico, donde después de dos mil años los hebreos reconstruye su redención en su solar histórico.

Pueblo, que durante milenios fue castigado, oprimido, desterrado de distintos países, siendo utilizada la discriminación xenofóbica con fines políticos, vapuleado por cuanta tiranía o autoritarismo aparecía en la tierra.

En la historia reciente recordamos algunas de las trágicas persecuciones: el caso Dreyfus en Francia, la Inquisición española que llegó hasta nuestra América, los progrom (persecuciones) que sufrimos desde la Rusia Zarista, hasta la “semana trágica” en Argentina, donde en un conflicto social se descargaron contra la colectividad judía y los obreros, con muertos y heridos en el transcurso del gobierno de Hipólito Irigoyen; para finalmente recordar la tragedia de la Shoa donde asesinaron más de un millón de niños, totalizando seis millones de almas de nuestro pueblo.


Pero junto al surgimiento de las naciones libres (Estado Nación) y de los Movimientos de Liberación Nacional, el pueblo Hebreo se integró en ese contexto histórico, con su forma singular, el Mov. Sionista. El mismo fue revolucionario en lo interno: rompiendo las estructuras ideológicas dominantes religiosas, de varios milenios, desplazando valores burgueses y desarrollando un movimiento secular, junto a valores colectivos y solidarios de carácter socialista. Así nació el Sionismo.

El Sionismo surgió con las ideas anti-imperiales y de la lucha contra la opresión de las clases dominantes, que utilizaba el antisemitismo para desviar el centro de sus problemas. Por lo tanto no es casual que sus principales realizaciones materiales tuvieron un claro carácter socialista y contaron luego con el apoyo del campo socialista (URRS) y de las armas Checas. El legendario Ho Chi Minh le había ofrecido al propio Ben Gurión en aquellos años, establecer una oficina o gobierno provisorio en Vietnam, en el transcurso de un encuentro en París.

Fue Inglaterra y el régimen franquista los grandes opositores en la votación de las U.N. para la partición Palestina en dos Estados, el Judío (Israel) y el Palestino.

Nuestra legitimidad, radica en la votación de las naciones UN y como pueblo, que frente a sus dificultad y necesidades encontró el camino.

“En la colonización Palestina los pioneros judíos rompieron las bases de dominio feudal de la economía colonialista, llevada a cabo por los ingleses junto a los señores feudales árabes; ellos no pudieron frenar las fuerzas productivas que pujaban por desarrollarse, que rompiendo las bases de su dominación” “Así se creó el Estado de Israel”.

Aunque es claro que la política de los últimos gobiernos de Israel, no nos representan ni como pueblo judío, ni como israelíes, la coyuntura democrática israelí y el entorno terrorista palestino nos castiga en el momento de elegir un nuevo gobierno. No por ello podemos cuestionar la existencia del joven Estado, como los gobiernos integristas islámicos lo hacen, ni podemos calificar al Sionismo como Imperialista, cuando su esencia es todo lo contrario. La ignorancia de los acontecimientos e intereses políticos, hacen confundir lo que es el Sionismo.

Las políticas del gobierno de turno de Israel, son singulares a dichos gobernantes y no a la ideología Sionista. Eso significaría por ejemplo: que cuando condenamos la política del gobierno americano, intervencionista, imperialista(…) jamás condenamos a su pueblo y al propio EE.UU. como Estado. Esa diferencia debe ser inconfundible.

Pero los errores del gobierno de Netayahu son vistos por la líder de oposición israelí, como Tzipi Livni, que responsabilizó al primer ministro Benjamin Netayahu de “estancar las negociaciones de paz con los palestinos; un bloqueo que ha derivado en la creación del nuevo gobierno de unidad entre el movimiento islamista Hamás y Al Fatah cuando ambas partes han visto “la escasa voluntad de Israel a la hora de conseguir la paz”.

Ni que hablar de la problemática que plantea la jura a la bandera de Israel como Estado judío, cuando tenemos 1.200.000 árabes-israelíes integrados al país. Si bien nada es fácil de resolver, cuando en el lado palestino (AP) se enseña desde la educación primaria al odio a Israel y el desconocimiento al mismo.

Los caminos actuales no llevan a la paz, pero los intereses israelíes y palestinos son coincidentes en necesitar un entendimiento y no una negligencia en las conversaciones.

Por otro lado en la actualidad Israel ha desarrollado un nivel de alto conocimiento a nivel mundial, aportando al desarrollo tecnológico y de investigación como pocas naciones lo lograron. En el tema de la salud ciudadana es un ejemplo que incluso nuestro país, tomó la experiencia israelí.

Pero políticamente nos falta retornar a nuestros tradicionales valores éticos-morales, instituidas desde la formación de nuestra propia nacionalidad. Construcción que nace de relatos, mitos, escrituras, creencias de nuestro pasado y que constituyen nuestro referente. Es un profundo surco de nuestra identidad milenaria que no puede desviarse por la globalización, la economía de mercado, intrigas políticas o intereses mezquinos.

Retornar a nuestros valores. ¿Qué valores? El sabio Hillel cuando le pidieron definir al judaísmo en una sola frase, y se expresó: ” No hagas a los demás lo que no quiera que te hagan a ti mismo?

En Isaías está escrito” Y volverán las espadas en arados y no ensayarán más para la guerra”,Y el pensador y filósofo Martín Buber renovó la petición profética de que “Israel construya una comunidad de justicia y paz a través de medios justos y sobre todo en lo que se refiere a las relaciones de los judíos con los árabes”. Sus palabras dijeron:

“Cuando un hombre o pueblo hace la paz consigo mismo, está capacitado para hacer la paz con el resto del mundo”. Por dos pueblos y dos Estados.

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